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𝓡𝓮𝓬𝓾𝓮𝓻𝓭𝓸𝓼 𝔂 𝓛𝓪𝓶𝓮𝓷𝓽𝓸𝓼

𝓡𝓮𝓬𝓾𝓮𝓻𝓭𝓸𝓼 𝔂 𝓛𝓪𝓶𝓮𝓷𝓽𝓸𝓼

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La grieta en esa historia estaba cerrándose poco a poco, logrando que el alma rota de la Haruno comenzara a curarse con lentitud. Poco a poco estaba llegando al final de aquella historia que había vivido con aquella mujer de hebras negras y ojos marrones que desbordaban de emoción cuando estaban ambas juntas. Miró a la lejanía, queriendo adentrarse a esas brisas frescas que recorría la aldea y suspiró ladeando su cabeza al notar como su pequeño retoño se acercaba hacia ella con una ligera sonrisa en su rostro, una que le hacía recordar a su querida Gisei. Se preguntaba lo que la mayor estaría haciendo en esos momentos si es que estuviera con vida, seguramente abrazándola con cariño y esperando pacientemente a que Sarada llegase a casa para comenzar a escuchar lo que diría la menor con una sonrisa. Le gustaba imaginar una vida con la fémina, porque eso era lo único que podía hacer; imaginar.

—¿En qué piensas? —la miró con tranquilidad mientras ponía su habitual sonrisa.

—En que ya debo llegar al final de la historia —dijo. Puso su mejor cara para demostrar que ella estaba bien y que no le dolería contarlo, pero su hija tenía ese algo que poseía Gisei, el poder descifrar como se sentía.

—Podemos esperar —musitó comenzando a caminar por la casa, tratando de alejarse de esa posible historia y no caer en el mismo abismo en el que se encontraba su madre.

—No, ya es momento —exclamó sentándose en el sillón y largando una exhalación—. Era la Cuarta Guerra Ninja cuando me separaron de Gisei.

La Haruno respiraba pesadamente manteniendo su mano en el hombro de Obito, transfiriéndole chakra para que el mayor pudiese seguir yendo de dimensión en dimensión y así encontrar al Uchiha. Gisei tenía su ceño fruncido fijándose a los lados y no pudo evitar gruñir por el estado en que se encontraba su pareja, la miró y sin dudar abrazó su cintura para comenzar a darle del poco chakra que tenía para que la fémina pudiese seguir ayudando al mayor.

—¿Qué haces, Gisei? —preguntó dándole una mirada preocupada.

—¿Sabías lo linda que eres con esas marcas negras? Te hace ver muy poderosa —le sonrió tranquilamente, sin querer decirle que pronto todo acabaría—. Estoy comenzado a sentir que soy inferior a ustedes. Obito, espero que no te sientas incómodo.

—Tu sigue —habló el Uchiha concentrándose en su labor.

—Gisei, apártate —lamentablemente, la Haruno se dio cuenta de lo que ocurría y comenzó a intentar sacar la mano de su pareja para no recibir el chakra de la muchacha—. Hazlo, Gisei.

—Tu eres la más fuerte de las dos, debes seguir en batalla —musitó apretando más su agarre y tragando saliva, ella tenía debilidades como ninja y una de esas era la entrega de chakra y su querida peli-rosa—. ¿Sabes? Gracias por acompañarme durante estos años.

𝓡𝓮𝓬𝓾𝓮𝓻𝓭𝓸𝓼 𝔂 𝓛𝓪𝓶𝓮𝓷𝓽𝓸𝓼 | 𝕳𝖆𝖗𝖚𝖓𝖔 𝕾𝖆𝖐𝖚𝖗𝖆 ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora