Donde Auron sería secuestrado por Reborn... ᭝໋᳝݊⏱◍᳟࿐
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• Esta historia está inspirada en el mundo de Karmaland, haciendo caso omiso de las actualizaciones u eventos de este mismo.
• La personalidad y carácter de los personajes no tie...
⌇ ━━ ੈ﹌🥀 ╰───⌲ ❝ La mejor manera de librarse de la tentación es cayendo en ella. ❞
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「 ╎❝ 05 / 11 / 19 ❞╎ 」 08:00 a.m.
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「 Pov Luzu. 」
—¡Camarero, por aquí! —Exclamé, levantando mi mano para ser atendido por un moreno ojiazul.
—¿Desea pedir algo más? —Dijo el camarero, con su bloc de notas en las manos.
—No, gracias. Me gustaría pedir la cuenta.
—Enseguida, caballero. —Masculló, antes de hacer una reverencia e irse a atender otras mesas.
Miré a mi amante, parecía feliz de estar en esta cita.
—¿La estás pasando bien, cariño? —Dije dulcemente, agarrándole de las manos.
—Estupendamente. Estar contigo ya me hace estarlo, de por sí.
—Me alegro. —Sonreí, dándome cuenta otra vez de la bendición que tenía enfrente mía; un ángel en la tierra.
Apreté delicadamente mi agarre, sintiendo el tacto de la tela nívea de los guantes de mi amor. Era un tacto suave, como pequeñas púas en forma de pequeños hilillos de la costura. Era una pequeña prenda, pero tan bella y elegante como las manos de su portante, con su tono blanco casi como nieve que se adaptaba perfectamente a él, dando a resaltar sus finas manos.
—Te amo. —Mascullé, con un tono enamoradizo.
—Yo también te amo. —Dijo sonriente, casi ruborizado.
Su piel también era perfecta, de una tez tan perfecta que podría semejarse al ser más divino existente, tan pulcra y perfecta como lo inexistente. Con unos ojos oscuros que podrían atraparte y llevarte a otra constelación sólo con mirarlos. Nunca me cansaría de verlo; apreciar cada detalle de él.
Y, por si no pudiese ser todo más perfecto; había una tranquila y serena música con ambiente de los años 1970 a 1990 aproximadamente que acompañaba perfectamente con la cita.
Llegó el camarero, con una cuenta no demasiado económica, pero tampoco se podría decir que me importase.
Entonces, me percaté de la sorpresa en los ojos de avellana de mi amado al ver las cifras de tres dígitos.
