Capítulo 1: Mandrágora

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A medida que la susodicha protagonista continúa en su travesía por los pasillos de las ruinas que de un momento a otro las paredes comienzan a tener en diminutas porciones vegetación pero conforme el avance entre los pasajes esta flora va en aumento hasta convertirse abruptamente en un bosque con árboles altos y frondosos, a suponer por su longevidad, manteniéndose así fuertes y agarrotados donde en algunas partes se aprecian los rayos solares, que deja la incógnita por el traspaso de estos.

Florecillas de todo tipo de color y variación en abundancia yacidas en el verde césped, algunas setas, matojos ubicados en varias partes, trepadoras cayendo de la arboleda de vez en cuando, en fin toda una combinación de vida en sincronía con la naturaleza. Aunque en el aire, apartando el respirar de aire puro, el olor a peligro no cede de ninguna forma y eso nuestro personaje principal no lo olvida o no debe hacerlo...

 Aunque en el aire, apartando el respirar de aire puro, el olor a peligro no cede de ninguna forma y eso nuestro personaje principal no lo olvida o no debe hacerlo

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Elena (POV):

Siguiendo la senda establecida, acorde he avanzado descansando en ratos sin nunca perder la atención de mis alrededores por cualquier avistamiento al peligro rondando, he llegado a un punto en el que se visualiza vegetación incrustados en los muros o algunas plantas trepadoras adheridas a las columnas y tan pronto como avanzo cada vez las paredes se ven deterioradas, supongo yo con el paso de tiempo. No obstante, de un momento a otro he llegado de fondo a un bosque que al parecer está integrado en las ruinas incorporándose de forma esplendida dentro de ellas y aquí nace la incógnita del por qué o el cómo se da este suceso.
A modo de conjetura personal debe ser porque las ruinas cuentan con pasillos que te pueden ascender o descender de niveles, estilo a un laberinto sin alcanzar a ser tan enredoso, así como quizás pasadizos que consigan ayudarte a salir de las ruinas; olvidando esa ocurrencia curiosamente se escucha el piar de las avecillas, el zumbido de las abejas, el susurro de un arroyo a lo lejos y por todo el lugar  el sonido de los arboles meneándose con suaves brisas, conjunto con todos los demás ruidos de los seres vivos.

Que hablando de vientos sutiles, no soy la excepción a este fenómeno, sacudiendo de buena forma mí persona y comienzan a dar en mi sentido contrario haciendo que mis cabellos se vayan grácilmente hacia el frente; un aire puro y liviano, producto del magnífico bosque; los rayos del sol se asoman entre los arboles grácilmente dando al mismo tiempo sombras de las hojas; y no descuido el hecho de una atmosfera denso, no debo olvidar que sigo en las ruinas y lo confirmo al visualizar unos cuantos monstruos a lo que me preparo velozmente sacando mi espada de su respectiva funda y alisto mi espada hacia el frente y me dirijo corriendo fulminante hacia ellos, procurando no darles oportunidad de atacar tratando de acabarlos de un solo golpe para así no sufran en la mayor cantidad posible.

Posteriormente de derrotarlos envaino mi espada prosiguiendo en la senda, de un momento a otro, percato una silueta a lo lejos, escondiéndome entre los matojos con el fin de que no me percibiera el ente o el individuo y ante esto vuelvo a desenvainar mi espada de manera mínima por si las dudas, tengo que estar preparada para cualquier cosa, un poco más cerca me doy cuenta; "Espera, ¿es un hombre?", aproximándome sigilosamente con tal de comprobar este posibilidad y sí lo corroboro es un hombre, sin embargo no parece humano, incauta lo miro para notar que en su cuerpo tiene unido toda clase de plantas como si fueran parte de él, ya sean flores, hojas, etc.

Ruinas Lascivias [PAUSADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora