parte 3

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Cerré la puerta tras de mí, recargándome en ella. Mi corazón bombeaba con fuerza, no sabía de donde había reunido el coraje para pronunciar aquellas palabras. Puede que haya sido algo precipitado, pero no podía arriesgarme de nuevo, enamorarme de un chico que luego arrojaría mi corazón al cesto, así como lo hizo mi ex. De pronto, comencé a sentirme mal por Christian, él no tenía la culpa de lo que sucedió en el pasado. Sin embargo, darle una disculpa ahora me haría dar explicaciones sobre lo que realmente sucedía y no estaba de ánimos para ello. Lo mejor seria aguardar un momento hasta que mi sistema nervioso se normalice.

Una hora y media más tarde, bajé para cenar. Christian estaba sentado en el sofá, me detuve unos segundos, lucia pensativo. Dado mi comportamiento de antes, decidí que la mejor forma de disculparme era acompañándolo.

-Hola ¿Tienes hambre? -le pregunté de forma amigable, asintió- Bien, pediré algo ¿Pizza?

Sonrió- Suena perfecto, que sean dos

Veinte minutos después llego el delivery, dejé las dos cajas de pizza sobre la encimera y cogí dos vasos. Christian tomo la jarra con jugo de la nevera.

- ¿Vas a dormir aquí? - le pregunte, curiosa.

-Si eso es lo que quieres...

-No, claro que no- zanje, deposite los vasos sobre la mesa.

-Descuida, no será necesario que me quede. Vivo en la casa de enfrente- comento. Lo mire.

-Es una broma ¿verdad? – espere que diera algún indicio de que lo era, pero solo se limito a verme con seriedad- Además de soportar tu presencia como mi niñero ¿Debo hacerlo también como mi vecino? Ya veo porque papa menciono que te conocía, vives enfrente- dije, desilusionada. Jamás me lo quitaría de encima.

- ¿Lo ves? Te advertí que desearías no haber nacido -sonrió, fanfarrón.

-Ya veremos...

Alzo una ceja- ¿Quieres apostar? - pregunto, tendiéndome una mano. Vacile, conocía los riesgos, además tenía más las de perder, sin embargo...

-Vale- estreche su mano.

-Si gano, tendrás que besarme- dijo, una pequeña sonrisa bailo en sus ojos. Me ahogué con mi propia saliva, tosí.

-Bien, si pierdes le dirás a toda la escuela que estas enamorado de la profesora de matemática

-Hecho

-POV Christian-

Termine de devorarme la última porción de pizza cuando mi teléfono sonó. Me levanté de la silla bajo la mirada inquisitiva de Anabel, y me escabullí al living para tener mas privacidad. Atendí.

-Bro ¿Dónde estabas? – hablo, mi amigo, Chad.

-Cenando ¿Qué quieres? – espete un tanto molesto por la interrupción.

-Me acaban de invitar a una fiesta, vamos a divertirnos ¿Qué dices?

-No puedo, estoy ocupado- conteste, echándole una rápida mirada a la pelirroja, que estaba abriendo el freezer.

-Espera, solo hay una razón para que rechaces una invitación como esta- dijo, rodé los ojos, Chad y sus conclusiones- ¿Estas con una chica?

-Así es, pero no estoy haciendo lo que tu sucia mente esta imaginando- le dije.

- ¿Quién es?

- ¿Recuerdas a la chica de ojos azules? Derrame su batido helado sobre ella- comente, esperando que recordara. Chad silbo.

- ¡La pelirroja de mal carácter, si la recuerdo! – exclamo- Es bonita

Ignore esto último.

-Estoy a su cuidado ahora, soy su niñero

-Interesante...Apuesto cien dólares a que no lograras conquistarla- me reto, sonreí.

-Considéralo perdido- dije, antes de colgar.

Regrese a la cocina, Anabel estaba navegando en internet con su móvil, a su lado descansaba un pote de helado cerrado.

-Tranquilo, aun no llamé a la policía- dijo, sin verme.

- ¿Quieres salir? Hay una fiesta a unas pocas manzanas de aquí- comente.

-Paso, gracias- tomo el pote de helado junto con una cuchara y camino hacia el sofá, se sentó y prendió el televisor. Me limite a intimidarla con la mirada mientras ella miraba Nemo, sin éxito alguno. Al finalizar la película, clavo sus ojos en los míos.

-No creo que funcione, intimidarme con la mirada- dijo.

Oh.

-POV Anabel-

Christian permaneció en silencio, sin nada que objetar. Sonreí, victoriosa, y continué comiendo mi helado.

- ¿Dónde metes toda la comida? - pregunto, solo para fastidiarme.

-Ya es tarde, deberías irte. Mañana hay escuela- señale. Me dedico una mirada de odio y levanto su trasero del sofá, finalmente.

-Bye Christian- lo despedí, agitando mi mano.

-Debería quedarme ¿Qué pasa si el cadáver de la novia viene por ti? – dijo con un pie dentro de casa y el otro fuera. Lo empuje.

-Estoy segura que sabrás si algo sucede, vives en la otra calle- apunte.

-Vale, adiós preciosa- beso mi mejilla, dejándome estupefacta y cruzo la carretera.

Me remuevo en la cama, incomoda, sin poder dormir. Mis pensamientos giran en torno a los acontecimientos de hoy, mama y papa contrataron a un niño de mi edad para que me cuidara. La mejor parte es que asistimos a la misma escuela y somos vecinos, irónico ¿No? Sin mencionar, el hecho de que es guapo, lo cual hace de la situación un tanto incomoda y tensa. Giré sobre mi lado derecho, viendo hacia la ventana, entonces recordé no haberle puesto el pestillo. Encendí la luz de mi mesilla, en ese instante, la hoja de la ventana se abrió y Christian salto. Nuestras miradas se cruzaron, me quede inmóvil, quería gritar.

-Hola, no podía dormir sabiendo que estabas sola, así que...

- ¡Fuera de aquí, pervertido! - chille, arrojándole una almohada. La atrapo en el aire.

- ¿Quieres guardar silencio? - espeto- No vine con segundas intenciones

-Y yo aun soy virgen- agregue con sarcasmo. Alzo una ceja de intriga- Vete o llamare a la policía- lo amenace cogiendo el móvil. Christian me lo quito en un parpadeo.

-Ana...Anabel, mi mala fama con las mujeres me precede, pero créeme, no atravesé la ventana en medio de la noche para hacer algo sin tu consentimiento- dijo, no había atisbo de burla o segundas intenciones tras su mirada- No podía dormir y decidí regresar para saber si estabas bien- explico.

- ¿Cómo sabias que estaría despierta? ¿Cómo sabias que la ventana no tenía seguro? - inquirí, sin confiar aun en sus palabras.

-No lo sabía- respondió, devolviéndome mi celular. Lo dejé en la mesilla de noche, volví a mirarlo.

-Estoy bien, no podía dormir. Puedes irte- hable, me acomode en la cama, dándole la espalda. Transcurrieron unos minutos de silencio, donde di por sentado que Christian se había marchado y apagué la luz. Entonces, el colchón se hundió bajo otro cuerpo y sentí sus brazos rodearme por la cintura. Mi cuerpo se tensó bajo su tacto, Dios, esto no podía estar sucediéndome.

-Dijiste que no tenías segundas intenciones- le recordé.

-Correcto, no las tengo- su pecho vibro bajo el sonido de su voz.

- ¿Cómo puedo estar segura de que no mientes? - le pregunte con voz temblorosa. Quito sus brazos de mi cintura, voltee para quedar frente a él. Sus ojos examinaron los míos en la oscuridad.

-Confía en mi- dijo,tras unos segundos. Asentí, hipnotizada. 

Christian volvió a abrazarme por lacintura y pronto caí en un sueño profundo. 

Mi Niñero es un MujeriegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora