Capítulo 3:

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Alona

Desperté, me tomé un tiempo para mentalizarme del día que me esperaba a continuación. Hacía como un mes Cowell descubrió que su hija Ashley se había unido a nuestra familia y como jefe de la mafia americana eso era traición al linaje por lo que él pretendía creer que la habíamos secuestrado, (cosa que no era cierta) y planeaba rescatarla.

Smirnov había convocado un concilio con los jefes de las mafias de algunos países, y por mucho que seas de este mundillo, nunca es agradable sentarse en una mesa con las personas más peligrosas y poderosas del planeta.

La cara sonriente de Audrey apareció en mi puerta. Sus cabellos rubios reflejaban el sol que ya entraba por mi ventana.

-¡Aquí nunca hay sol, esto es un buen presagio! no tienes que preocuparte, todo saldrá bien hoy.

Era increíble como aquella muchacha era capaz de leerme como un libro abierto. Ella era así, tan dulce como uno de esos caramelos que se pegan al paladar y ya no eres capaz de despegar.

-¡Vamos arriba dormilona! Te echo una carrera hasta el lago, quien pierda le dice a Smirnov que ayer se perdió el cargamento de armas procedente de Bélgica. 

Sonreí y salí corriendo en pijama tras la pequeña Audrey lista para disfrutar de la última mañana normal antes de que nuestras vidas cambiasen para siempre.

Smirnov

Maldecí por lo bajo cuando no encontré a Ashley, la busqué por toda la casa para avisarle de la reunión de las mafias, no me hacía ninguna gracia tener que ir con ella, porque eso conlleva llevar a su novia Audrey, y eso conlleva llevar a Alona, y la verdad no me hace ninguna gracia.

Alona es lista y ágil, pero está llena de sentimientos, y Audrey es como una niña de cinco años, solo que con una mente increíblemente retorcida cuando quiere y le conviene, lo que para la mafia no es bueno, porque te ven como una presa fácil.

Después de estar buscando más de media hora, por fin encontré a Ashley en su habitación.

–Llevo media hora buscándote, ah, y para tu información, a Audrey se la veía bastante feliz – le dije con tono burlón.

–¡Vete a la mierda Sminrov!, y ¿se puede saber por qué tanta prisa por encontrarme? – preguntó molesta.

–Tenemos una reunión con todas las mafias en 36 horas, a la que, para nuestra desgracia, irá tu queridísimo padre – dije haciendo énfasis en la parte en la que la decía que iba a estar su padre – osea que muévete y ayúdame a organizar al personal, por favor – dije con una sonrisa sarcástica.

–Ya voy, y por cierto ¿has llamado a Natasha?

–No, todavía no, pero la llamare mientras vamos de camino, nos vemos en media hora en mi despacho, trae a Audrey, Alona y a Kurnicova– la dije mientras me dirigía fuera de su habitación.

–Vale– dijo con cara de cansancio.

Me dirigí a mi despacho y empecé a organizar todo para la reunión.

Susurros  y disparosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora