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El café estaba lleno de gente, no era muy grande y el hecho de que hayan más de veinte personas era una barbaridad. Por ende, Harry y Liam estaban de un lado para el otro tomando pedidos y haciendo cafés.

Harry se encargaba de la preparación hoy, era martes. Así que ahí estaba, haciendo un latte mientras le agregaba chocolate a una malteada tratando de no chocar los vasos, no equivocarse de ingredientes y no perder la cabeza.

Por otra parte, Liam iba saltando entre las mesas y anotando pedidos, corría hasta el mostrador para colgarlos y que Harry los lea, agarraba los ya preparados y los servía, luego juntaba las copas y platos sucios de las mesas vacías, limpiaba y lo llevaba al lavatorio, para dejar que otra familia, otro grupo u otra persona ocupara ese lugar.

Y todo comenzaba de nuevo.

Para el final de la jornada, el alfa y el beta no aguantaban más. Estaban tan cansados que terminaban en la heladería de enfrente pidiendo algo para llevar y comer en casa del primero, a veces invitaban a Zayn, su amigo, para pasar la noche riendo y jugando a la play.

Pero otras veces, Harry volvía solo porque Liam tenía otras cosas que hacer, o porque Zayn no podía ir, y se quedaba en su departamento mirando el techo acostado en su cama, deseando tener algún día a un omega que, al llegar, lo espere emocionado y lo llene de besos, que lo reciba con amor.

Un omega que le de lo que le hace falta, uno que pueda reclamar como suyo y presumir con sus amigos de buena manera, uno que pueda marcar con su mordida en el cuello, uno con el que llenar de su olor. Un omega con el cual tener cachorros, poder formar una familia, poder amar con todo su corazón.

Pero no lo tenía, y aún volvía a su casa solo, aceptando el hecho de que todavía no era el momento de conocer a su amor.

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Louis terminó de lavar el baño de arriba a abajo y se fue a la sala, encontrando a su mejor amigo y compañero de piso, Niall, durmiendo plácidamente. Rodó los ojos, queriendo concentrarse y no perder la paciencia con el rubio, entonces continuó su camino a la cocina.

Vacío los muebles, los limpió todos, y volvió a acomodarlos. Luego hizo lo mismo con la heladera, para terminar por poner la ropa sucia en el lavarropas.

Menos mal que a él le gustaba limpiar, sino la casa sería un desastre. Pero era justo, si Louis limpiaba, Niall trabajaba, solo por eso no le decía nada cuando lo veía dormir, porque sabía que llegaba exhausto del bazar donde laboraba.

Se tiró a la cama de su habitación y refrego la cara contra la almohada, oliendo su perfume. Había echado el nuevo spray que compró con olor a lavanda y era sumamente delicioso.

Abrazó la almohada y cerró los ojos, imaginando que aquel objeto era el pecho de un alfa, uno dulce y amoroso, que lo cuidara y lo tratara con amor. Uno donde poder sentirse seguro y protegido, no como los alfas que conoció anteriormente que solo querían marcarlo y anudarlo.

Él quería un alfa amable, leal, fiel y bueno. Uno con el que poder salir, poder reírse y charlar, uno que sea una pareja y un amigo. Uno con el que tener hijos y poder decir con orgullo "soy su omega".

Pero se resigno a abrazar la almohada con fuerza, apretándola en su pecho y suspirar con los ojos cerrados, soñando con una vida acompañado de dos brazos fuertes que le den ese amor.

Coffee Shop [l.s omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora