Dos kilogramos de pelaje gris
corren por mi alcoba con olor a anís,
con sus ojos grises y su blanca cola.
Mi hermosa coneja
se hace llamar lola.
En las noches sueña con su libertad,
en una pradera poder descansar
y a sus conejillos poder engendrar.
Y es que a su dueña le espanta la idea;
que tresmil conejitos, quiera ella cuidar...
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