CAPITULO DOS (II)

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<<NOTA DEL AUTOR:
<<¡Hola bella gente lectora! Les quería acotar que disculpen la demora.
Por errores que no tengo idea, se borró una parte del segundo capítulo y aquí vengo a dejarles les fragmente restante.>>

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Nadie comentó algo, cada quien permanecía inmóvil, fijando la miradas preocupantes hacia Hinata. Hiashi solo tenía la vista desviada, dura y seria.
__Onii-chan...__ fue lo único que pudo decir Hanabi mientras miraba como su hermana se iba a duras desganas hacia su habitación.
Hinata solo se tendió en su cama, ocultándose bajo las sabanas.
Se había dicho que no lloraría, pero era inútil, no tenía como dejar sus adentros. Se sentía traicionada por sus propios alientos, por sí misma, y ahora caía en el juego en que su padre es el titiritero y ¡oh, vamos! Ella seria el obvio títere a quien manipula.
¿Por qué pensaba eso? No tenía prueba justa de sus padre la utilizará o quisiera sacarle un fin a sus actos, solo sucedía lo que una vez su madre le aclaró:
>>Tu padre solo quiere lo mejor para ti, para la familia.<<
Y sin duda, aun no se sentía segura.
Las lágrimas se escapaban, no había alguien quien le dices marcha atrás. Deseaba que su cama cobrase vida y la devorara hasta no dejar rastro de ella, pero seria seria fantasear rotundamente.
Se propuso en que, si quería que gotas corriesen por su cara y cuerpo, entonces serían provenientes de la ducha.
Y así se fue al baño a lo obvio.
Se sentía apesadumbrada. No quería darle vuelta más a su mente con ese tema, ya lo hecho estaba y su palabra debe ser cumplida si eso quería... Si eso quería.
¿Realmente era lo que ella deseaba?
Pues, hasta ahora es lo que ella pensaba.
Fue poco a poco quitándose su camisa olvida y ancha de color azul naval. Le gustaba la ropa ancha, aunque fuese en contra de las teorías psicológicas con respecto a eso pero ¿a quién le importa? Estaba en su casa, en su habitación. Pero, aun así, no le gustaba mostrar mucho de su cuerpo aunque ya comenzase a tomar forma (pero eso es otro tema); y por otro lado, deseaba ocultar algo, algo grande en su brazo derecho que le intrigaba mucho. Sus padres le decían que es producto de un accidente automovilístico de hace años, que obviamente ella no recordaba; se sentía algo avergonzada de poseer eso desconocido formado en su piel, se sentía ruda con ello y por eso siempre optaba con usar camisas largas, suéteres, chaquetas o cualquier cosa de manga larga.
Trenzados en espiral, desde mas arriba de su codo, hasta cuadra parte arriba de la muñeca, desplegaciones al rededor de la línea, formas de un pequeño triángulo que se unían en leves colas hacia la zona centro de su antebrazo cara abajo. Después de eso, no podía terminar de definir lo que veía de esa extraña cicatriz; en otros momentos pensaba que tenía dispersa las gotas del Yin Yang, pero no están muy segura por el escaso de color aplicado.
Pues eso fue lo que definió, al quitarse su camisa, pero comenzó a sentir un cosquilleo, lo rasguños, y al final ardor.
La cicatriz le estaba quemando.
Y entonces pudo verlo, comenzó a arder, a brillar, y ahí ya ni le dolía, una calidez le invadió al instante. Aquello que definió triángulos desplegados, se teñían de un color lila fluorescente. Y entonces todo su cuarto de baño de iluminó, y una fuerte brisa extraña surgió de la nada elevándola a menos de un metro del piso con el baso en alto.
Todo se volvió un remolino, un tornado confinado de brillos y aires.
Sus ojos se iluminaron, salía resplandor de ellos, de un color lila magnético.
Permaneció segundo así, parecía que todo llegaría a su límite porque las intensidades aumentaban, mas poder... Y ¡pum!
El tornado de aire hizo descender a la mayor de los Hyuga hasta tocar suelo. Estaba inconsciente o ¿conscientemente dormida?

~<£#£>~
No le había dado tiempo de impresionarse o gritar por lo sucedido, ocurrió tan deprisa que casi pudo respirar.
__>¿Dónde estoy? Pero qué rayos...__ se comentó impactada.
Se levantó rápidamente, soltó asustada pero a la vez un tanto gracioso., pero eso le terminó de confirmar que aquello era cierto: estaba encima del agua, parada sobre ella, sin mojarse.
Sus manos estaban juntas en su pecho mientras daba vistas rápidas a su alrededor para observar algo de su panorama. Todo era agua, agua por todos lados, como un inmenso océano sin vista de tierras con el cielo despejado con una y otra nube.
¿Que debía de hacer? Se sentía algo frustrada e intrigada.
__¡Ey! ¡Oye tú, la chica de cabellos negros como pato!__ vaya, eso era nuevo.

Lazos del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora