Amor entre letras 5

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Capítulo 5

Andrea

Mi corazón estaba acelerado al escuchar a Miranda decir que ya tenía los nombres de las tres personas que tendrían que leer su ensayo. Tenía un inmenso temor de que mi nombre estuviera entre esos tres. Solo pensarlo y mi cuerpo enteramente se estremecía de terror.

Yo no todo el tiempo fui así. Hace unos meses me embarga este miedo cada vez que tengo que hablar delante de algunas personas. Trato de controlarlo y no parecer tan estúpida con mi pánico. Me digo que no es más que hablar solo un poco y además, es delante de chicos que ya conozco.

Desde que mi padre murió siento que perdí la seguridad. Tal vez no lo vean tan grave, pero él era lo que más amaba. Era lo único que me quedaba en el mundo y un día simplemente ya no lo tuve más. Un maldito accidente acabó con el único ser con que contaba. Nos teníamos el uno al otro a pesar de todo.  Recuerdo la primera vez que me llevó a volar. Creo que tenía 8 o 9 años.

Me regaló la experiencia más bella que haya podido vivir. Él era un magnífico piloto y yo amaba las alturas. Ese día apretó mi mano con fuerza y me dijo que cuando tuviera miedo, solo pensara en volar. Me dijo más o menos así: "Imagina que tienes el superpoder de volar entre las nubes y entonces todo aquello que creías grande, se convierte en pequeños dibujitos a tus pies..." Todo el tiempo estuve convencida de que en mi imaginación guardaba el poder que me dijo que podía tener. Supongo que cuando se fue se llevó con él aquella extraña habilidad de ver las gigantes cosas de la vida en miniatura desde las alturas.

- Como han visto, no es más que cuestión de azar. Sin más, los que deberán leer el ensayo que han hecho son Mariana Darl, Peter Davis y Andrea Sachs.

¡Maldición, maldición, maldición y maldición una vez más! Lo sabía. Siempre he tenido mala suerte. Emily soltó una pequeña risita y quise arrancarle la cabeza.

Miranda llamó a Mariana y ella se levantó de inmediato, tomó del escritorio su ensayo, se colocó junto a la pizarra y después de la indicación de Miranda leyó todo lo que había escrito. Tardó más o menos 15 minutos leyendo y al terminar Miranda le agradeció y ella fue a su puesto. Siguió luego el mismo proceso con Peter, con la diferencia que Peter solo tardó unos 10 minutos y dijo un montón de incoherencias ¿qué rayos hace él en una clase de Literatura? ¿Cómo carajos puedo quedar seleccionado? No sé si fueron ideas mías, pero Miranda escondió una pequeña risita al escucharlo.

- Andrea, te he llamado dos veces. Es tu turno ahora.

Dijo Miranda levantando un poco la voz para llamar mi atención. Yo estaba tan perdida en la sonrisa que ella trataba de esconder, que no había escuchado lo que me decía.

Mi cuerpo entero se congeló y me mente quedó en blanco. La miraba y no podía sacar de mi boca absolutamente nada. Ni una sola maldita palabra.

No quería pararme, no quería... no podía.

- Andrea. Último llamado. Es tu turno de pasar y leer lo que escribiste.

Miranda se veía un poco molesta y yo moría de temor. ¿No comprendía que aunque pareciera sencillo, era algo que quitaba mi tranquilidad y hasta mi respiración?

  - No.

Murmuré sin mirarla. Ella resopló y cerró con brusquedad el libro que estaba abierto sobre su escritorio. Los chicos empezaron a hacer sus tontos comentarios rencillosos, los cuales ella calló solo con una mirada.

La siguiente media hora que restaba para salir nos dijo que miraramos las páginas 226-229 del libro de su asignatura. Era un test de comprensión lectora bastante fácil. Ella, si no me equivocaba, estaba enormemente disgustada. Todos parecieron darse cuenta y el único sonido que se percibía era el de nuestras respiraciones y el que hacían las hojas al pasar de una página a otra.

La campana sonó y todos empezamos a meter sus pertenencias a sus bolsos. Emily se despidió de mí corriendo porque saldría con un guapo estudiante de nuestro salón. El chico era algo estúpido, pero estaba bastante bueno y eso era suficiente para ella.
No me resultaba nada agradable esa "unión", pero obviamente me abstendría de comentarle mi opinión.

La mayoría ya había salido y yo estaba terminando de acomodar todo en mi mochila.

- Tú deberás quedarte, Andrea.

Escuché decir a Miranda en un tono nada amigable. Los pocos chicos que quedaron chiflaron en burla. Uno se atrevió a decir algo.

"Parece que alguien recibirá su castigo"

Dijo el muy desgraciado.

  - ¿Deseas tú hacerle compañía, ternura? - Inquirió Miranda con fingida gentileza y el pobre salió disparado a la salida junto a los otros que aun permanecían en el salón.

- ¿Quería decirme algo?

Pregunté en un hilo de voz. Estaba tal vez a menos de un metro de su escritorio.

- Primero acércate y siéntate.

Ordenó sin mirarme. Yo me senté y me aferré a mi mochila. Ella levantó la vista de los papeles que tenía en las manos, se quitó los lentes y clavó sus bellos y expresivos ojos en mí. Sentía que tenía algún poder en la mirada. Yo no conseguía mirar a un lado diferente más que a sus penetrantes ojos verdeazul.

-Esta es mi clase, Andrea. Y realmente deseo que todos hagan lo que pido que se haga. No creo que represente ningún tipo de esfuerzo pasar a la pizarra y leer lo que has escrito. Si no te agrado, como tal parece. Si no te gusta la forma en que doy la clase, simplemente no entres. Me evitarías grandes disgustos. No hay nada que moleste más a un docente que sus estudiantes no acaten lo que se manda. Sé que creen que pueden hacer lo que deseen porque ya están bastante grandecitos, pero no es algo que yo tolero. En mi clase tengo total autonomía y quien no respete eso,  prefiero que esté fuera de ella.

Recibí cada palabra con la mejor actitud y odio ser tan débil porque su orgullosa amonestación estaba asfixiandome. ¡Yo no quería irrespetar su clase! Desde ayer estaba esperando ansiosa por volver a verla.

Mis miedos siendo interpretados como desacato a su jodida autonomía, no en la clase, sino en todo el fregado plantel. Jamás imaginé tal cosa... es una intransigente de mierda. Eso es lo que es.

  - No es eso. Yo, yo no quise. No es lo que crees...

Mi atontada voz se quebró y mis ojos se humedecieron levemente. ¿Por qué ya no puedo volar entre las nubes, papá? ¿Por qué ya ni siquiera puedo hablar en público? ¿Cuándo perdí todo el valor?

- Andrea, cariño. ¿Por qué te pones así? Lamento si tal vez fui muy severa con lo que te dije, es que mostrabas tanta reticencia a mi clase. Como si no te agradara en absoluto alguna cosa que proviniera de mí...

Miranda se alarmó al ver mis lagrimas y después de sus palabras en un intento de disculpa se levantó para tocar mi mano. Yo me estaba propinando un par de bofetadas mentales por ser tan sentimental y dramática. Aunque sabía a la perfección que el motivo real de mis lágrimas era por recordar la perdida de hace unos meses. No estoy orgullosa del ser extraño y ajeno en el que me he convertido, pero revolcándome un poco en el charco de mi autocompasión no era algo que pudiera manejar. Tal vez el tiempo me sanara.

Las suaves manos de Miranda tocando mi dorso era un aliciente que jamás imaginé tener. Me sentía incómoda con la cercanía, pero deseaba que no acabara.

- Prometo que trataré de no darle esa impresión en una próxima oportunidad. Claro, si aun puedo entrar a su clase. -Dije quitando su mano de la mía.

Su tacto estaba acabando conmigo. Era una oleada de cientos de sensaciones las que me invadían con el solo roce de sus mágicos dedos en mi dorso.

- Andrea, no. No quise decir eso...

  - Si no es más. Será mejor que me vaya. - La interrumpí y me levanté rápidamente para salir casi corriendo del lugar.

Su cercanía, sus ojos, sus manos... su voz y los tristes recuerdos de mi padre eran demasiado.
Me estaba ahogando.

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🥺♥️

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