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A Kamila, por pensar como yo, y ser una parte importante de esta historia.

- Un programa de ayuda, dices?- la risa de Anne fue lo único que pude escuchar antes de colgar, aquel asunto me tenía frustrado, guardé el celular en la sudadera.
Mi madre coqueteaba una vez más con el director, si me expulsaban el problema sería grande, pero ella parecía estar interesada en aquel señor desde hace ya un tiempo.
Sólo quería irme.

-Bien joven, pondré su nombre en el primer folleto- sus mejillas sonrosadas acaparaban todo su rostro, el hombre era bastante imbécil, pero a pesar del carácter, parecía atraer a las madres como si fueran ganado.

Nos despedimos con un apretón de manos pegajoso, a pesar del mal clima, el calor parecía salir del piso, probablemente la calefacción.

En el momento en que suelta mi mano me largo de allí, el aire parecía menos denso afuera donde el viento se llevaba algunas hojas, arrancándolas sin piedad de algún árbol tambaleante, a algunas nubes se les escapaban gotas de lluvia que acabaron golpeando los vidrios de las ventanas, entré en el carro para huir de ellas mi madre estuvo dentro 15 minutos más, cuando salió parecía más feliz de lo que debió haber estado cuando llegó. No dijo ni una palabra hasta el día siguiente antes de salir al trabajo rápidamente.

La primera llamada llegó unas semanas después, aún comía medio croissant que encontré casi en las peores condiciones, y aunque no se veía muy bien, el sabor no era del todo malo.
Al inicio quise ignorar la llamada, pero era demasiado insistente como para hacerlo.
Número desconocido. Todo queda en silencio unos minutos del otro lado cuando me decido responder, no sé cuantos minutos hayan pasado, pero sé que tuve que sentarme y pensar en lo que iba a decir, cuando escuché el primer sollozo femenino me quedé de piedra, pero si habían llamadas, habían personas del otro lado esperando a alguien con el cual hablar, a menos de que fuese otra broma.

-Línea de ayuda..- Ridículo- Soy Matthew, con dos "t" y una "h", ¿qué puedo hacer por tí?- Por un momento pienso en colgar, esto ya es lo suficientemente humillante. Los primeros 5 minutos pasan.

-Mi novio de tres años terminó conmigo, fue, realmente doloroso, puedes creer que planeé una vida con ese patán?- Su voz sale en susurros entrecortados, casi no puedo escucharla pero ahí está, contándome lo idiota que fue al pensar que podrían casarse y tener hijos, una casa y un perro llamado Max, junto a ese sujeto, me parece un poco frustrante y hasta pienso en buscar frases motivacionales en internet, pero se supone que debo ser un caballero, la escucho por al menos hora y media, mis ojos se cierran a cada palabra que sale de su boca, de la tristeza pasó a la furia, y luego finalmente pareció resignarse, yo apenas respondía cuando lo creía necesario.- Gracias por escucharme Matt, guardaré tu número.- Por favor, no lo hagas..

Y todo acaba allí, después de millones de bromas, aún hay alguien, que dejó de lado su orgullo y pidió un hombro sobre el cual llorar, yo podría ser eso.

Al pasar de las semanas más llamadas llegan de chicos nerds que se quejan de su vida amorosa, chicas populares que lloran un rato por sus notas o amores fallidos, chicas gordas que se avergüenzan de su peso y personas que solo quieren ser normales en este lugar lleno de gente anormal que te juzgará por cualquier cosa, siempre dicen sus nombres y yo los termino anotando en una libreta para después poder verlos físicamente en la escuela, luego de la primera llamada descubrí que a nadie le importaba con quién estaban hablando. Creo que una vez me llegó la llamada de un profesor frustrado por no poder enseñar correctamente, fue convirtiéndose en rutina, ayudar a personas con pequeños problemas.

3:30 am.

El celular no para de vibrar, solo quiero dormir, pero mi mano alcanza el aparato, número desconocido, me molesta un poco, pero aún así respondo.

Drown in tearsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora