Te odio

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Acabando aquel día tranquilo, su pequeño hermano ya estaba recién bañado, con ropas limpias y dormido, mentiría si se dijera que Giyuu no adoraba aquel fragante aroma a bebé, loción de bebé, shampoos y demás, era algo que le fascinaba, si por el fuera, usaría esa misma colonia de bebé todos los días para salir a la calle.

Bajó las escaleras hasta la sala de estar en donde se estiró en el sofá, no faltaba mucho para que su madre y novio regresaran a casa, probablemente media hora, pero no podía quedarse dormido para nada, ¿Que tal si Giichi se despertaba pidiendo comida? ¿Si se orinaba o manchaba su pañal? Tendría que estar atento a ese pequeño bebé que ahora estaba bajo su cuidado de forma temporal.

— Sabes que puedo hacer que despidan a ese infeliz cuándo yo quiera.


Apretó su mandíbula de furia, recordar aquellas palabras dichas por el que era su padre biológico, le repugnaba, ¿Como podía ser así de cruel?

— Maldito infeliz.

Murmuró entre dientes. Debido a la fuerza ejercida por su mandibula, sus dientes rechinaban, su respiración se agitó y trató de mantener la cordura.

Pero no le era fácil, apretó ahora sus puños, sintió el fuego del enojo creciendo aún más por todo su cuerpo, su sangre hervía, su mirada parecía la de una fiera a la cuál le habían arrebatado la comida que tanto trabajo le había costado conseguir, sus nudillos eran ahora blancos.

— ¡ERES UNA MIERDA! — Gritó con todas sus fuerzas sintiendo como sus cuerdas vocales se tensaban.

Comenzó a respirar bocanadas de aire, necesitaba calmarse antes de que pudiera suceder algo más, antes de salirse de control y hacer alguna tontería como irse a buscar a aquel desgraciado hombre y molerlo a golpes sin importar quien fuera, porque para él, había dejado de ser su padre desde el momento en que golpeó a su madre aún si está... Le fue infiel.

Parecía León enjaulado, estaba en el piso de abajo escuchando gritos, insultos y maldiciones por parte de su padre, incluso golpes secos, aquello le intrigaba, ¿Que eran esos golpes?

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Parecía León enjaulado, estaba en el piso de abajo escuchando gritos, insultos y maldiciones por parte de su padre, incluso golpes secos, aquello le intrigaba, ¿Que eran esos golpes?

— ¡N-No...! ¡Sueltame! — Aquello fue seguido de otro golpe seco y un grito agudo.

Le habían prohibido subir, por nada del mundo debía interferir o se las vería con su padre, estaba más que advertido.
Pero no podía evitarlo.

Era más que claro que aquel hombre estaba golpeando a su amada madre y no quería quedarse de brazos cruzados como un cobarde dejando que su madre reciba todo, tanto palabras como golpes.

— Mierda... — Tomo valor, le importaba poco tener solo 15 años, ser solo un joven debilucho, no dejaría que la mujer que más amaba en el mundo fuese tratada de aquella forma tan horrible.

— ¡Giyuu! — Escuchó un grito desde el otro lado de la puerta en el segundo piso, era un grito que no parecía de dolor, no parecía que ella estuviera sufriendo, muy por el contrario, trataba de mantenerse bien, de sonar dulce y calmar a su preocupado hijo. — Mi amor, no vengas. — Dijo de nuevo con voz entrecortada, ella estaba llorando, podía sentir su pesar en medio de todo aquel cariño que le estaba tratando de transmitir. — Mamá está bien, mamá bajará pronto. — Diciendo la última palabra, su voz se cortó, pero tan pronto como esto sucedió, trato de recomponer su posición dulce de madre.

I'm here [ GiyuuTan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora