EPÍLOGO

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El lunes Ana se levantó a trabajar, y yo a limpiar la casa. La habíamos dejado hecha unos zorros. Sonia se levantó tarde. Cuando lo hizo me ayudó a limpiar.

Ana se organizó para trabajar el resto de la semana solo por las mañanas. Sonia se dedicó a hacer lo que esperaba hacer desde un principio en sus vacaciones: levantarse tarde y vaguear. A veces me ayudaba a hacer la comida, o me acompañaba a hacer la compra. Por la tarde, los tres tomábamos el sol. Casi siempre desnudos, en el patio. Miradas lascivas, sonrisas pícaras. Mucho morbo, pero nada de sexo. En casa ellas solían ir en bragas, o con ropa muy ligera y provocativa. Ana y yo sí nos metíamos mano sin control, incluso delante de Sonia, pero no llegábamos a más. Y Ana, para que Sonia no se sintiese mal, a veces la daba un pico, o un azote. Yo intentaba contenerme. No siempre lo conseguía. Más de una vez me sorprendía a mí mismo agarrando a Sonia del culo.-Perdón.- Le decía. Ella solo sonreía.El lunes por la noche, ya en la cama, Ana y yo nos pusimos a follar. Nos pasábamos todo el día calientes medio desnudos y tener a Sonia así por casa... después de todo seguía poniéndonos muy cachondos. A los dos. Ana gemía, sin hacer nada por evitar que Sonia nos oyese, y nosotros también oíamos gemir a Sonia. Se estaba masturbando.Solo cuando terminamos de follar, Sonia llamó a la puerta. La dijimos que pasara. Abrió la puerta y se quedó allí. Venía con la camiseta del pijama y unas braguitas.-Ana,- dijo,- lo siento... Lo he intentado, de verdad, pero no puedo correrme si no...Ana se levantó y se acercó a ella. La agarró de la cara y la miró a los ojos.-Córrete, cielo.Y Sonia metió su mano en las braguitas y con solo rozarse, se deshizo en un orgasmo. Luego me miró.-Gracias.Y se fue.Y así transcurrió el resto de la semana. Alguna tarde fuimos al río. A bañarnos, solo. Bueno, se nos escapó algún beso. Bueno, y algún azote. Pero es que, joder, qué culo.Después de cenar algún día salíamos a dar un paseo, o a tomar una cerveza y un helado. Y por la noche, Ana y yo follábamos oyendo gemir a Sonia mientras se masturbaba. Cuando ella nos oía acabar, venía, y se corría mirando a Ana a los ojos. Me daba las gracias, y todos a dormir.El sábado nos fuimos a hacer turismo a una localidad de Madrid más grande que la nuestra. No importa cuál. Pero si Felipe II la eligió para hacerse allí su residencia, con monasterio y todo, algo tendría, ¿no? Fue un gran día. No pasó nada especial, nada que merezca la pena ser relatado aquí. Solo éramos tres amigos pasándolo bien, de vacaciones. Aunque a veces se nos quedaban mirando. Sobre todo cuando paseábamos los tres por la calle, y yo iba en el medio con una mano en cada culo.Por la noche, como despedida, Ana insistió en que Sonia se masturbase en nuestra habitación, mientras nosotros follábamos. No fue lascivo. Tampoco romántico. Pero Sonia aprovechó que podía mirar a los ojos a Ana con mayor facilidad que otros días para correrse dos veces. Las dos, me dio las gracias después.El domingo llevamos a Sonia a la estación de Chamartín. Antes de montar en el tren, Sonia sacó una foto con su móvil a los ojos de Ana.-Es para una cosa.- Nos dijo. Los tres nos echamos a reír.Sonia volvió a su ciudad. Nos dijo, cuando llegó a su casa, que Luis había cogido sus cosas y se había largado. No lo sintió.Sonia y Ana seguían hablando a menudo. Solo como amigas. Pero durante varias semanas, cada vez que Sonia se masturbaba, antes de terminar, no solo miraba la foto de los ojos de Ana, sino que también mandaba una foto de sus ojos a su amiga. Y hasta que Sonia no veía el doble check azul de Whatsapp que indicaba que Ana la había mirado a sus ojos, no se corría. ¿Que cómo lo sé? Porque solo cuando Ana abría y miraba la foto, me llegaba a mí un mensaje: «Gracias». Incluso alguna vez, le confesó a Ana, lo hizo follando con un tío.Pero hace unos meses Sonia conoció a alguien, un chico que la quería como era. Y sabía estar a la altura de las expectativas de Sonia. Y las fotos y las «gracias», dejaron de llegar.Nosotros nos alegramos infinitamente por Sonia, aunque a veces nos acordamos de aquellas vacaciones, y Ana se enfunda el tanguita violeta y nos follamos como nos merecemos, nos corremos mirándonos a los ojos, y nos damos las gracias mutuamente.

© Ronnie Praga

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Las vacaciones de la amiga de mi noviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora