Valor a medias

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Muchas ocasiones hablamos por las redes sociales, dentro de todo ese año que no tenía valor de hablarle de frente, las mismas me daban una oportunidad platinada para poder "Estar con ella" pues los dos dedicamos mucho tiempo a dichas redes.

Un tipo de charlas del estilo "¿Cómo te fue hoy? ¿También me viste? Te veías bien hace rato en las escaleras, bonita chamarra" pues la pena que sentía de hablarle también traspasaba de una pantalla a la otra. Es patético pero es verdad.

Sí contestaba mis mensajes, pues ella podía ser todo menos descortés, una muchachita muy educada después de todo.
Que su estilo de caminar, de vestir y chupar paleta encendieran las huellas que dejaba en cualquier parte donde pasaba era muy distinto, pero descortés no era.

Todo el tiempo mantenía una estabilidad a la hora de hablar, era educada, caminaba derechito y sin vacaciones, se notaba su carácter bien puesto, no fuerte, sino un carácter bien establecido.
Sus ademanes muy sutiles, lentos, precisos, desquiciantemente finos y elegantes.
Manos de princesa.

Su léxico era muy amplio, su dicción impecable, los nexos muy ocurrentes y aunque se trababa de la lengua cuando la veían, mantenía una elocuencia virtuosa.
No cabe duda que comía libros.

En alguna buena tarde de Abril, le pude hablar.
Abrochadas mis agujetas, mi camisa fajada, mi suéter del uniforme bañado en antitranspirante perfumado, sostuve por primera vez mis pasos y me fuí directo a ella.
Clavé la mirada en sus ojos peor que un halcón viendo a una víbora.
Al verme sostuvo la mirada sin tanto esfuerzo como yo, no me sorprendía.
Llegué y ella recargada en la plaza cívica quedó sin salida por sus dos amigos que estaba a lado suyo y yo de frente.

"Gell... Hola, hola Gell" dije con aire partido. Y ella me contestó seria, levantado su ceja derecha como Madre que regaña.

Sonreí con el descaro de un bailarín haciendo una pirueta en medio de una calle concurrida.
Ella me miró extrañada, el mismo gesto que hace alguien escuchando un comentario estúpido, o bien, cuando vez algo grotesco.
Pero eso ya era mucha ganancia, pues logré hablarle después de un año y mejor aún, me contestó.

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