Meses así

9 0 0
                                    

Varios meses, nos seguimos frecuentando, se supone que aún éramos novios. Así que los miércoles, cada dos semanas, nos salíamos de la escuela para intimar.

En alguno de los meses finales, me platicó que había escrito algo, algo que narraba cosas acerca nuestro.
En aquellas escrituras que jamás conocí, me platicó que había descrito la forma de mis cobijas rojas, las gotas de sudor sobre mi cuerpo, la forma en cómo la miraba y cómo me movía... Cosas así.

Ella siempre fue buenísima con los detalles, de tal manera en que podía explicarme con enorme claridad todos sus sentimientos cuando de escribirlos se tratara.
Me mandaba mensajes después de estar semanas toda esquiva y cortante, pero eran mensajes que figuraban ser cartas.
Me daba la impresión de que ella jugaba a ser y no ser, era difícil, pues se suponía que sí éramos.

Cada vez era más complicado abrazarle, acompañarle, comprar algo y que lo aceptara o besarle ni se diga.
Llegamos a convivir varias veces con su familia pero seguía siendo distante.
No era lo mismo, nos llevábamos mejor siendo amigos o, siendo nada... La extrañaba.

En todos los meses que yo estuve con ella, que fueron cuatro exactamente, yo comencé a leer más libros, a escribir frases diarias de cada día mío, a plasmar ideas escritas en una libreta, y a escribir cuando me sintiera mal.

Ella no lo sabía, pero me motivaba mucho estar con alguien que leía demasiado, por eso yo también me puse a leer.
También escribía mucho, más de lo que parecía, y tenía bien establecidos sus géneros y estilos, que no conocí porque no me dejó ver su libreta, pero me lo contó. Nunca fue mentirosa.

Escribía también en inglés, pues ella siempre fue brillante para los idiomas, por lo cual yo hice lo posible por mejorar en ese aspecto también.

Un buen día llorando me dijo que había conocido a alguien más y ya no quería estar conmigo.
Ese día yo llevaba un enorme rollo de hojas de cuaderno donde habría escrito muchas cosas para ella. Me dolió fuerte, pero siempre fuí amante de la verdad.

Dolía porque todo terminó muy rápido, y había calidad para continuar, sobre todo pasión pero tenía qué respetar que ella ya no quería, pues hay que avanzar hasta donde nos permiten.

Más temprano que tarde terminé por agradecerle todo lo que dejó en mi persona, pues después de ella yo ya tenía el amor de leer libros por decisión propia y no por imposición.
Ya podía ser más claro con mis pensamientos y argumentos, que me volvieron buenísimo a la hora de conocer un tema y debatir.
Ya conocía qué cosas pasaban conmigo y cómo soportar la realidad antes de ir a terapia psicológica pues, ya era muy habitual encerrarme o escaparme para escribir todo lo que yo sentía; eso ayudó a la hora de antenderme porque ya sabía las raíces de mis pesares.

A los 19 años, tomé una guitarra y aprendí a tocarla, y en dos semanas ya habría compuesto mi primera canción.
Me volví bueno tocando el piano pues también aprendí a tocarlo algunos meses antes de concoerle, así que también en el piano compuse algunas piezas.

Me volví más sencillo para escuchar a los demás y más tranquilo en clases... Ese fue su aporte, le agradezco, porque me ayudó a conocerme y a tener pasión por ayudar a los demás a conocerse y también a las ganas de dejar algo bueno en cada persona que conozca.

Y si me leíste hasta aquí, ese es tu aporte.

Tu aporteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora