8.

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El ambiente en la sala de reuniones era bastante relajado. Era primera hora de la mañana del sábado y el olor a café inundaba la atmósfera.

Kovacs relataba en voz alta el resumen de todo lo que habían avanzado y acordado, con la intención de terminar aquella corta pero necesaria reunión lo antes posible para volver al trabajo normal.

Los Sheriff Miller y Collins, sentados cómodamente en las acolchadas sillas tapizadas de cuero, escuchaban al Capitán, con algún apunte ocasional por parte del segundo. Horacio escuchaba también, aunque su mirada estaba centrada en el vaso de plástico, ya vacío de café, al cual le daba vueltas sobre la mesa.

Volkov observaba toda la situación de pie, con los brazos cruzados y la espalda ligeramente apoyada en uno de los archivadores que cubrían una de las paredes de la sala.

Aprovechando que la atención de Horacio estaba puesta en otra parte, Volkov centró la suya en el agente del FBI. Su inconfundible cresta parecía un poco descuidada aquella mañana, con su color natural de pelo comenzando a dejarse ver en las raíces, contrastando con el gris de su decoloración. Llevaba su habitual chaqueta azul que, al estar desabrochada, dejaba ver parte de los vendajes que rodeaban su hombro. Apenas habían pasado un par de días desde el disparo y la herida aún tardaría en cerrar.

Sentía una extraña familiaridad al encontrarse de nuevo en ese tipo de situación con él. No sabía cuántos años hacía desde que ambos habían estado juntos en una reunión como esa, y tanto la situación como ellos habían cambiado mucho desde entonces, pero cuando le observaba durante un buen rato podía reconocer al Horacio que recordaba. Estaba en sus manos buscando algo que hacer para que el resto de su cuerpo se mantuviera relajado, en la forma directa que tenía de enfrentar aquello con lo que no estaba de acuerdo, en el movimiento rítmico de su pie bajo la mesa, como si hubiera música sonando en su cabeza en todo momento.

- Eso es todo, creo que no me dejo nada... - Kovacs miró al resto de los presentes, que negaron con la cabeza. Todos tenían trabajo que hacer. Desde la LSSD investigarían las pistas encontradas en el lugar del tiroteo de la mina con la intención de encontrar al menos el vehículo que huyó del lugar. El departamento de policía del sur no tenía mucho con lo que trabajar, porque aún no había ocurrido nada dentro de su jurisdicción, pero se encargarían de elaborar todos los informes y facilitar a los sheriff la información que requiriesen. Horacio por su parte seguiría en su línea de trabajo, comenzando por acercarse de incógnito a esa tal Arizona Warren, con la que aún no había tenido oportunidad de hablar.

- Cuando hables con ella ya nos dirás si la hay que arrestar o algo... - comentó Collins, dirigiéndose directamente a Horacio. - Tenemos que interrogarla sobre un par de cosas, pero de momento la estamos dejando tranquila para que no tengas problemas.

- 10-4 - contestó éste, levantándose de la silla ya que la reunión había concluido.

- Y como vuelvas a ir solo a algo como lo del otro día, te disparo yo mismo, ¿oíste?

El sonido de las sillas arrastrándose por el suelo y la risa y bromas de Horacio con los dos sheriff sacaron a Volkov de sus pensamientos, y al ver que los tres hombres ya salían del despacho, se incorporó para acercarse a ellos.

- ¿Qué tal está su hombro, Horacio?

Éste se sobresaltó un poco al escuchar la voz del comisario tan cerca de repente, pero se recompuso en seguida.

- Está bien, no se preocupe. - Sonrió en su dirección, y en el efímero momento en que sus miradas se cruzaron, Volkov estuvo a punto de sonreír también.

- Me alegro.

Se quedaron unos segundos en un incómodo silencio, que Horacio rompió aunque titubeando ligeramente al hablar.

Winter sun | VolkacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora