Taylor Caniff | Nunca más te volverán a hacer daño. |

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Este va dedicado a xpizzaisforeverx ¡¡ Gracias por votar y comentar!!

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Ir al instituto no era lo que mas me gustara en este mundo, que se diga. Sobretodo desde que ese matón un año mayor que yo empezó a burlarse de mi en los pasillos. Yo intentaba pasar de él, aunque en ocasiones me dolía mucho lo que me decía.
Entré en el recinto mirando a los lados, Scott, el chico del que os he hablado, no estaba por ninguna parte, así que entré al instituto con prisas, intentando que ninguno de sus amigotes me reconociera.
-¡_____!-Me sobresalté al escuchar mi nombre y dí un salto. Me alivié cuando descubrí que era mi amiga, Tamara.
-Dios, casi me matas...
-¿Qué te pasó ayer? Cuando me di cuenta ya no estabas... ¡Parecía que te hubiera tragado la tierra o algo!
-Bueno, me distraje y...Lo importante es que estoy aquí, ¿no?-Dije riendo. Aunque por dentro no reía, si no que me entraban ganas de llorar.
Ayer estaba saliendo de clase con Tamy cuando de repente Scott me agarró del brazo y tiró de mi hacia él. Después, cuando él y sus amigos/as me tuvieron acorralada contra la parte trasera del instituto, empezaron a burlarse e incluso me pegaron unos empujones y manotazos.
-Si, supongo...¿Entramos?
-Vale.

Pasaron las tres primeras clases y yo cada vez me ponía mas nerviosa. El timbre tocó, anunciando el comienzo del recreo.
-Tengo que ir a la biblioteca a...Bueno, debo encontrarme con Dylan...Digamos que...-Tamy se sonroja y se pasa la mano por el cabello.
-Oh, vale, yo...Iré a dar una vuelta por fuera...
Salí de la clase y caminé intranquila por el pasillo.
-Oh, mira quien está por aquí...
Mi corazón da un vuelco y parece que incluso deja de latir. Reconozco esa voz. Scott esta detrás mío. Y eso no puede ser bueno.
-Déjame en paz, ¿vale? Ya te divertiste bastante ayer...-Digo con el último suspiro de valentía que me quedaba. Él me lo había arrebatado todo, sin casi inmutarse. Mis manos comenzaron a temblar cuando escuché sus pasos acercarse y cogerme por el codo.
-Te vas a quedar calladita, ya conoces las reglas.
Apreté los párpados para no llorar. Me tiró a una clase vacía y me empujó contra la pared.
-¿Y si pasamos a otro nivel? ¿Qué te parece?
-¡AYUDA!-Chillo, pero sentí como si la palabra no hubiera salido aún de mi boca cuando sentí un puñetazo en el estómago que me hizo retorcerme y caer al suelo.
Gemí de dolor y Scott se rió.
-¿No recuerdas las normas? Pensé que estaban bastante claras...-Me pega una patada en la pierna y aprieto los dientes.-Número uno,  no chillamos. ¡REPITE CONMIGO!
-U...uno...No...-Mascullo, pero mi respiración falla y tengo que parar.
-Joder...-Dice y me pega otra patada, y entonces rompo a llorar.
-¿¡Se puede saber qué haces!? ¡¡Déjala!!
No conocía esa voz. Probablemente haya entrado a buscar algo y nos encontró. Abrí poco a poco a los ojos y ví su cara.
Era guapo, bastante, y llevaba una especie de bandana sujetandole el pelo. Se acercaba a Scott con pasos sonoros.
-Tío, vete y no tendrás problemas.-Scott le empuja y el chico se vuelve a acercarse.
-Vete tú, aunque sí que tendrás problemas.
-Claro que sí, ja...-Scott se volvió a acercar a mi y cuando yo ya estaba preparada para otro golpe, una mano se puso delante de mi cara y paró el puñetazo. Entonces apretó la mano de Scott y se la retorció, haciendo que gritara.
-¡Te dije que la dejaras en paz!-Chilló el chico y empujó a Scott.-Si no quieres llorar, pírate.
Scott gruñó y salió corriendo, dando un portazo. Mi cuerpo dolía, asi que eché la cabeza hacia atrás y rompí a llorar. El chico se agachó y me puso una mano en la espalda y me acarició, de arriba a abajo.
-Eh, tranquila...-Me limpió una lágrima y sonrió.-Estás bien, y a partir de ahora siempre lo estarás.
Y confié en él. Supe que aquello se había acabado. Aún así, no pude evitar recordarlo todo y seguir llorando, esta vez en sus brazos, con la cabeza en su pecho. Él me apretaba contra él, y por primera vez en meses, me sentí completamente segura.
-Soy Taylor, Taylor Caniff, y te juro por mi vida y por Dios, si hace falta, que nunca más te volverán a hacer daño.

Y nunca rompió su juramento.

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