Benimaru Shinmon

2.7K 175 3
                                    

≻───── ⋆✩⋆ ─────≺

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

≻───── ⋆✩⋆ ─────≺

Antes de leer esto, debes tener en cuenta lo siguiente:

εïз)Benimaru x lectora. 

εïз)Es la primera vez que escribo algo así, espero haber planteado bien el momento. 

εïз)No tiene +18. 

εïз)¡Espero que les guste mucho!

≻───── ⋆✩⋆ ─────≺

"El llanto de la destrucción"

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

"El llanto de la destrucción".

El alegre silencio murió, y el descanso se terminó cuando la sirena y los gritos hicieron eco en la cabeza del capitán de la séptima brigada. Volvió de su sueño con aturdimiento, recordó al segundo siguiente que habían ido a dormir esa noche pues los flame humans habían amenorado desde hacía unos días.

Se había confiado. Se dio cuenta de ello demasiado tarde; palpó a la izquierda del lecho y en lugar de encontrarse con el cuerpo de la castaña, se topó con la ausencia.

"Te mostraré que soy capaz y suficiente para servir en la séptima brigada" retornaron a él las palabras que la fémina rezó noches atrás, todavía con la ilusión de ser reconocida por el capitán.

Y como si fuese algún tipo de señal, con los gritos alzándose por toda la noche, Benimaru fue victima del miedo a la muerte. Volvió a sentir lo mismo que aquella vez donde Konro se sacrificó.

—¡Beni! —el mencionado levantó la mirada, encontrándose sudoroso y con la imagen de un Konro en apuros—. Son dos flame humans.

No se lo pensó dos veces, el azabache se levantó de un saltó y en un simple segundo ya se encontraba en las calles, escuchando a su gente informándole sobre el estado del sitio.

Gruñó, teniendo su cabeza tanto ocupada en el tema de los flame humans, como en la extraña desaparición de su pareja. Observó a su derecha y se dirigió a Konro antes de comenzar su trabajo como el Rey de la destrucción de Asakusa.

—¿La has visto entre tanto alboroto? —preguntó con el tono pesado, casi frustrado e impaciente—. Cuando desperté no estaba conmigo.

Konro negó.

—No sé nada de ella —respondió con crudeza, el rojo de las llamas pintaba el escenario y sus ojos brillaban en preocupación—. Puede que se encuentra ayudando en los destrozos.

La respuesta no lo convenció, sabiendo que no era culpa de Konro sino de ella por creerse que podía hacer todo sola. Gruñó y tras haber despedido a dos de sus compañeros, pidiéndoles buscarla por todos lados, dio el primer paso.

Ni bien las llamas con una explosión lo recibieron, esperando a su trabajo, un Flame human pasó cruzando la calle de un lado a otro, corrió con todas sus fuerzas, riendo y retorciéndose de una forma inhumana, detrás de él una figura cansada y adolorida se arrastró. El suelo quedaba negro tras su paso y sus cenizas se esparcían con cuidado.

Las alegres e hipócritas llamas la estaban consumiendo.

Benimaru no tardó en reconocerla.

La parte inferior de su cuerpo ya se encontraba chamuscada y su rostro reflejaba el calvario que debía sentir morir en vida. El olor de su piel quemada la intoxicó, dejó de sentir cuando encontró su vista nublada y solo podía atender el cruel palpitar de su corazón.

Benimaru gritó a su nombre y aquel bulto envuelto en llamas reaccionó observando a su derecha.

—¡Beni-chan! —gritó ella, aunque al final pudo haber quedado en un susurro cavernal.

El capitán de la séptima brigada corrió en dirección a la castaña. Cada paso que daba, sentía que su vida se acortaba y las llamas ganaban terreno hasta haberse apropiado de todo su cuerpo y la mitad de su rostro.

No era el infierno, aquella era la calle.

Tampoco un sueño, era tan real el sentimiento que Benimaru se congeló.

Dos pasos faltaron para llegar a ella. En ese corto espacio donde separados estaban, la castaña usó las ultimas fuerzas que tenía para estirar su brazo e intentar entrelazar su mano con la de Ben. De pronto aquello que era consumido con eterna lentitud se volvió cenizas. Lo que una vez fue un cuerpo, el rojo de las llamas lo había consumido.

Con las calles envueltas en desesperación y peligro, Benimaru había vuelto a perder ante las llamas. Ese alguien a quien una vez amó, ahora se había vuelto una sombra de la hermosa mujer que fue, tan sonriente y atrevida.

Esas engañosas lagrimas que resbalaron por sus ojos muertos por el brillo de una persona promedio estuvieron lejos de distraerlo. Había caído en una fuerte sed de venganza que, lo más probable era que toda Asakusa recibiera un daño enorme al que debía; lo ultimo que escuchó fue el tintineo de esa campanilla que la castaña usaba en su pulsera, se erigió y sin decir una palabra, montó una bandera para cumplir con su trabajo.

Ella se había vuelto un fantasma que lo esperaría en la oficina todo el tiempo, con esa enorme sonrisa preguntando cómo había sido su día, sin tener en consideración el llanto que manó por la destrucción de esa noche donde Ben la perdió. 

 

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

[007]

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

[007]

Línea azul ━ Fire force escenariosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora