Naruto era artista, o al menos así le gustaba considerarse después de sufrir dos años en esa universidad. Él tenía claro que ser artista, o el mundo del arte en sí, no era solo saber agarrar un lápiz, una cámara o lo que fuese, si no que se trataba de los ojos.
Era así de simple, no era teoría ni eran números, era saber apreciar el arte ajeno con solo verlo. Claro que esa era solo la visión personal del rubio, si le preguntara a cualquier otro del medio quizás le diría totalmente lo contrario; que el arte eran líneas precisas y practicadas, sin imperfecciones, impolutas.
Dejó de lado sus pensamientos más profundos para esquivar el pequeño grupo de nerviosos muchachos que caminaban por el pasillo del campus, pensó brevemente que eran de primer año y sufrían los nervios del primer día.
<< Cómo todos.>> Se divirtió en su mente mientras seguía su camino hacia la primera clase de su jornada, dónde el profesor Yuzaki, de retrato, los esperaría nuevamente.
Agarró con confianza el maletín negro que llevaba entre sus largos y maltratados dedos, balanceándolo al ritmo de su andar y finalmente entró por las dos puertas de madera de abeto, tomando el mismo lugar que los dos años anteriores y examinando con la mirada a los pocos presentes de la sala, los conocía a todos.
En la facultad de bellas artes eran muchísimos alumnos, miles, era uno de los departamentos de la universidad que tenía más alumnos inscriptos desde hacía años, casi tomando el segundo lugar, pero siendo superado por medicina y economía.
Sin embargo, en la licenciatura de artes visuales, que era donde él estaba inscrito, no había demasiados alumnos. Quizás no superaban los trescientos y Naruto jamás entendió porqué.
Su maestro de escultura, Deidara, solía decirle hace algunos años que el arte que ellos creaban no era para todos y que solo aquellos que pueden sentir, pueden ser artistas. Pero Naruto no sabía cómo interpretar aquellas profundas palabras, aún después de haber pensado en ellas por años.
Solo se dedicó a sacar sus materiales de estudio y su cuaderno de apuntes, dónde todo estaba rayado en varios lados de manera improlija. Sí, tenía ese cuaderno desde el año anterior y planeaba seguir teniéndolo el siguiente también, era su favorito. Por el simple hecho de que tenía algunas de sus mejores obras, aquellas que solo se le ocurría cuando no planeaba dibujar.
Eso era algo con lo que el rubio batallaba mucho, le costaba dibujar sin inspiración. Si alguien lo sentaba en una mesa y simplemente le ordenaba dibujar, posiblemente solo le saldría un triste arbolito, como aquellos que dibujaba en primaria.
Él necesitaba pasión, algo que deslumbre sus ojos y le de la motivación a su cerebro para ordenar a sus músculos que se muevan. Solía pasarle mucho cuando escuchaba música, por eso jamás lo verían sin los auriculares de su teléfono colgados en el cuello de manera despreocupada y una libreta con una lapicera negra bajo su brazo.
Sin más, comenzó a tomar nota de todas aquellas definiciones que el profesor ya había comenzado a escribir mientras relataba la clase. Era interesante.
[...]
Las dos primeras horas habían pasado muy rápido para Naruto, y allí es cuando recordó la típica frase de "El tiempo vuela cuando te diviertes."
Porque sí, no había nada que Naruto amara más que estudiar arte. Era algo que había soñado desde pequeño, cuando hizo un hermoso cuadro de acuarelas inspirado en una fotografía de los pingüinos emperador. Todavía recordaba como se sintió al sostener el pincel y dejar volar su imaginación mezclando aquellos veinticuatro colores distintos de acuarela a su propio gusto.
<< Sigue siendo igual de divertido.>> Sin poder evitarlo, una sonrisa pintó sus labios mientras se dirigía al comedor que toda el área de bellas artes compartía. No prestó verdadera atención al camino, podría recorrer cada pasillo de la universidad con los ojos cerrados.
Una vez que tenía la bandeja de comida en sus manos, se dirigió al patio, donde siempre se sentaba para retratar los diferentes paisajes mientras almorzaba. Dejó despreocupadamente las cosas sobre la mesa y se sentó antes de colocar en sus auriculares la música clásica que en ese momento estaba sonando.
Abrió la libreta de hojas levemente amarillas y porosas, para un mejor acabado en grafito, y sacó la punta de la pluma negra. Sus ojos recorrieron los alrededores con curiosidad mientras tarareaba la suave melodía que Amadeus Mozart tocaba con su piano.
Las armoniosas ramas de un sauce llorón se movían suavemente por la leve brisa que corría, las flores de sakura aún no se dejaban ver, no era temporada aún. Miró los pasillos de la rústica y antigua construcción de la universidad, simplemente preciosa, pero si rebuscabas unas hojas atrás en la libreta encontrarías varios retratos de ella.
Había una hermosa chica peliroja con pecas, se encontraba inclinada a unos metros de él, mirando por el lente de una cámara para verificar el ángulo de lo que, seguramente, sería una estupenda fotografía de la rústica y preciosa arquitectura institucional.
Entonces sus ojos lo vieron, a unas cuatro mesas alejadas de él, comiendo despreocupadamente. Pero había algo en aquel muchacho que lo había hecho inspirarse, algo que jamás había retratado y estaba ansioso por hacerlo.
Con pasos descuidados, y dejando en el completo olvido su bandeja de comida, recolectó sus escasas pertenencias y caminó hasta estar frente al precioso chico.
- Disculpa...- llamó de manera cordial, no podía retratar a alguien sin su consentimiento. El chico lo miró con paciencia y un poco de confusión.
- ¿Sí?- fué una simple sílaba, pero Naruto sentía que podría hacer todo un cuadro inspirado en aquel tono de voz.
- Sé que sonará extraño, pero...¿Me dejarías retratarte?- la voz del rubio salió suave, mostrando la sonrisa más sincera que había dado en su vida. El chico lo miró confundido.
- ¿Eh?- fue todo lo que salió de su boca.
- Perdona, soy Naruto Uzumaki. Estudio en la facultad de bellas artes, con especialidad en artes visuales.- se presentó, observando en todo momento el precioso rostro del jóven.
Naruto sabía de arte, mucho. Había comenzado la universidad hace dos años pero anteriormente tomaba clases de arte desde los catorce, dónde aprendió muchísimas cosas que hasta día de hoy le son útiles.
Una de ellas es la teoría del arte correcto, que está directamente alineado a la simetría. Aquella teoría sostiene que todo retrato que cumpla con las reglas de la simetría se puede considerar un arte perfecto. Y Naruto podría jurar que el rostro de aquel chico cumplía perfectamente con las reglas de la simetría.
<< Frente de ocho centímetros, tres hasta los ojos, cinco de nariz, dos hasta los labios, cuatro hasta la pera, cuatro hasta el mentón.>> Recordó vagamente las medidas exactas de los bosquejos que debían hacer para seguir la teoría.
- Un placer, soy Shikamaru Nara. Estudio en la facultad de medicina, especialidad en medicina general.- su presentación es adornada por una sonrisa ladeada que lo encandila. Por un momento se siente frente al mismo Picasso, admirando su obra más preciada.- Entonces...¿Quieres retratarme?
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𝔸𝕣𝕥𝕚𝕤𝕥𝕒•ShikaNaru• 🍂
FanfictionNaruto es artista y no había nada que le gustara más que retratar la cara de Shikamaru Nara.