Capítulo 4: Retratos de amor.

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En el mundo del arte, el significado de la misma palabra era controversial. Algunos dirían que el arte es perfección, otros que es sentimiento, otros que es pasión...

Pero Naruto siempre pensó que el arte eran cosquillas y sensaciones. Así de sencillo, así de resumido. Porque cuando él quería dibujar verdaderamente, sus manos cosquilleaban ansiosas y sus pies se removían con impaciencia. Su labio inferior era mordido con ansias y su goma de borrar siempre debía estar boca abajo de su lado izquierdo, como un ritual.

El verdadero problema era que pocas veces a los artistas les aparecían esas ganas tan intensas de expresar sus sentimientos. Aquellas veces, aunque contadas, eran las que los llevaban de una u otra forma al amor por su profesión.

Porque Naruto amaba con toda su alma la sensación de cosquilleo en sus manos que solo se calmaba con sostener un lápiz de carbonillo número cinco y con acariciar con las yemas de sus dedos las rugosas hojas amarillentas de su libreta favorita.

Observó con cierto cariño al chico frente a él, que se veia casi escondido detrás de todos sus apuntes. La época de examenes estaba cerca para el estudiante de medicina y hace varias semanas había comenzado a estudiar juiciosamente, de manera muy responsable.

Los ánimos de Shikamaru habían estado por los suelos hace días, totalmente estresado por los próximos exámenes y por lo poco que había avanzado en sus estudios. Pocos de sus compañeros ya habían comenzado a prepararse, algunos esperaban hasta último momento, otros ya estaban listos...

Él sentía una inmensa presión en sus hombros, como cada vez que debía rendir algo. El peso de la muerte de Choūji lo seguía permanente en épocas de parciales y eso solo empeoraban su humor, se sentía deprimido.

Naruto trazó un círculo desprolijo de manera relajada en su hoja porosa y siguió agregando líneas que cualquier otra persona no entendería, pero él sí. Eran los cimientos de lo que sería un nuevo retrato.

Pasaron los minutos y en el silencio del patio él siguió dibujando ensimismado al hermoso joven que tenía frente a él, pintó su piel con carbonillo en polvo con una brocha y paciencia pura. Trazó sus ojos con lápiz número tres para darles profundidad y agregó brillo en sus labios con un lápiz blanco, dando capas y capas sin saturar el color, con pura técnica nata.

El cabello atado del jóven relucía con esplendor en el retrato, mostrando su textura sedosa de manera realista. Sus pestañas, negras y largas, se mostraban orgullosas y sus finos pero carnosos labios habían sido resaltados con una lapicera blanca para darles brillo. Sus apuntes de psicología decoraban los alrededores de la mesa, hechos de manera abstracta con líneas asimétricas, imitando la escena frente a él.

Cuando se aseguró de que el dibujo estaba como lo deseaba, dió vuelta la hoja y tomó de entre sus cosas un lapicero color negro con punta de pluma y se dispuso a escribir de manera tranquila y con una excelente caligrafía elegante. Por último colocó su firma en el frente, decorando la parte inferior del retrato.

Cuando finalizó, miró el reloj de su teléfono meticulosamente, se le estaba haciendo tarde para su clase de escultura.

Dejó la hoja a uno de los lados de los múltiples apuntes y le dió un último vistazo al preocupado muchacho que se escondía detrás de la montaña de libros, sin ganas de interrumpir su momento de estudio, parecía muy concentrado en las complicadas palabras que decoraban las blancas hojas de los apuntes.

Sin más, colgó el bolso sobre su hombro y colocó su cuaderno bajo su brazo, caminando en dirección a la clase de Deidara, su maestro de escultura. Soltó un suspiro en medio del pasillo, esperando poder alegrar un poco al problemático chico que llamaba tanto su atención.

Shikamaru suspiró por décima vez en menos de treinta segundos, estaba bloqueado, simplemente no podía estudiar en ese estado. Los nervios y la presión lo estaban poniendo en aprietos y no lo dejaban concentrarse verdaderamente en las múltiples letras que decoraban las pulcras hojas de los libros.

Miró a su alrededor, cayendo en cuenta de la ausencia de Naruto en la mesa, y se frotó el rostro con las manos, permitiéndose suspirar una vez más.

Decidiendo que había sido suficiente y viendo que no llegaría a ningún lugar, decidió irse a su siguiente clase temprano, igualmente no podría avanzar en su estudio.

Juntó algunos de los apuntes que estaban desparramados de manera desordenada por la mesa y los apiló sin problema, pero los dejo completamente de lado al ver el dibujo que descansaba sobre su apunte de psicología volumen III.

Tomó la amarillenta hoja entre sus manos, dejando que una leve sonrisa decore sus labios por el simple gesto, y examinó el dibujo. En la hoja estaba plasmado él en su totalidad, con su frustración incluida. Quedó maravillado por el detalle de los apuntes y hojas alrededor, que enrealidad no estaban allí, eran líneas abstractas.

Sonrió aún más al ver la extraña firma que decoraba la parte baja de la hoja, parecía un garabato. Se anotó mentalmente el preguntarle a Naruto que significaba luego.

Dió vuelta la hoja, admirando la pequeña nota que descansaba en la parte de atrás.

" Para el preocupado chico Nara que tiene ese no se qué que me motiva a dibujarlo incluso en sus peores momentos.
Sé que te irá bien, solo deberías tomarte un momento para relajarte, a veces tu cerebro se bloquea porque te esfuerzas demasiado.

No poder estudiar es un fastidio, pero matarse estudiando por inseguridad lo es aún más.

Lo harás genial.

- Con cariño, Naruto Uzumaki.

Shikamaru se permitió releer la nota una vez más antes de guardar el dibujo junto con los otros en su carpeta color azúl. Naruto solía darle uno cada día desde hace semanas.

- Podría tomarme unos días para ir a las aguas termales...- meditó en voz alta mientras caminaba relajado hacia su siguiente clase, aún con los brazos llenos de libros. Su sonrisa no se borró en el resto del día.

Ese chico si que era bueno animando a los demás.

𝔸𝕣𝕥𝕚𝕤𝕥𝕒•ShikaNaru• 🍂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora