Todo era un completo desastre.
Había suciedad por todos lados que no pudo evitar sentir asco.
¿Enserio cocinaban en ese lugar?
No. Nadie en su sano juicio lo haría por más necesario que le fuera.
<< ¿Cómo se supone que cocine aquí? >>
Era inaceptable. No trabajaría en esas condiciones.
Al desviar su mirada del desastre pudo hallar una escoba y lo primero que se le vino a la mente fue limpiar; seguramente eso era lo que querían al ponerlo en ese cargo.
-Supongo que no tengo otra opción aru...-
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Más de dos horas pasaron sin que alguien viera rastro alguno del chino.
Ivan, quien estaba dando un pequeño paseo por toda la mansión así que optó por dar un vistazo a su "nueva empleada".
-Pequeño girasol, ¿Qué tal está la....cocina....?-
Cuando el ruso abrió la puerta no pudo terminar su pregunta ya que el asombro le dejó pasmado.
Todo era hermoso.
Podía jurar que la cocina brillaba de lo limpia que estaba, totalmente distinto a como lo recordaba.
-¿Cómo hiciste que la cocina quedara así?-
Yao no comprendió la sorpresa en el rostro del ruso. No era nada del otro mundo ver una cocina limpia, o al menos no para el ya que amaba dejar limpio cualquier espacio en su hogar.
-¿Tiene algo malo aru?-
Iván simplemente negó.
-Solo...han pasado años desde que la ví así de limpia-
Si para Iván el decir eso era normal, para Yao era asqueroso.
¿Cómo pudo dejar que todo terminara echo un asco?
-En fin, ¿por qué no me acompañas? Quisiera hablar contigo-
El chino sabía perfectamente que confiar en Iván no era una opción buena, pero en esas condiciones poco podía hacer.
Es decir, el ahora era su amo.
-E-esta bien...-
Durante el camino se encontraron con los tres chicos que no paraban de temblar. La presencia del ruso les causaba un terror tan grande que sus rostros lo demostraban de inmediato.
Pero Yao no comprendía demasiado el por qué le temían tanto. Es decir, es cierto que el sujeto daba miedo por su imponente apariencia, pero no sentía tanto terror como esos chicos.
Ellos actuaban como si hubieran visto a un demonio.
Al llegar a la oficina, Iván permitió al chino entrar primero y cerró la puerta una vez estuvo dentro.
-Tengo que preguntarte algunas cosas antes de que seas aceptada por completo-
Lo único que en ese momento Yao deseaba era no ser descubierto, de lo contrario todo podría terminar muy mal.
Ambos tomaron asiento, uno frente al otro. Ahí, la entrevista comenzó.
-Dime, ¿por qué tomaste el lugar de tu hermana?-
La peor pregunta con la que pudo haber empezado.
Para el chino, la respuesta era clara y sencilla, sin embargo no se le ocurría una forma de responder sin arruinar todo lo que ya había logrado.
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Guerra en tu Interior
Science-FictionYao se vió obligado a sustituir a su hermana Mei en un viaje hacia Rusia con el objetivo de servir a Iván Braginski. Tuvo que vestirse, actuar y lucir como una mujer a los ojos de los demás, pero...¿cuánto duraría así? Además Iván no ayudaba mucho e...