𝐂𝐢𝐧𝐪𝐮𝐞

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Para cuando Elle salió del agua y corrió escaleras arriba que la llevaban al jardín de la casa, allí estaba Jongin esperando por ella con una toalla.
La rubiecita llevaba la nariz roja y temblaba de frío por su empapado y diminuto traje de baño naranja, las tardes solían ser frías ahí.

— Gracias. — Jongin le había envuelto la espalda con la toalla y le pasó otra para su cabello.

La comida/cena en el jardín fue silenciosa, ambos tenían la vista pegada al mar y poca energía como para hablar, la rubia recién bañada y abrigada por un hoodie gigantesco veía con ojos soñolientos el hermoso atardecer que tenía al frente, mientras que Jongin la veía a ella. 

— Te traje galletas. — dijo Jongin pasándole una bolsa de papel con el nombre Dolci Fantasie grabada en ella, Elle echó un vistazo al fondo para encontrarse con las galletas de canela en forma de ositos, sus favoritas.

— No tienes que hacer estas cosas. —
La rubia suspiró y le dió una mirada de desaprobación.

— Es la costumbre. — se excusó rápidamente el moreno pasando una mano por su cabello y moviendo la cabeza hacia otra dirección, avergonzado.

Nuevamente un silencio incómodo empezaba a abrirse camino y antes de que los consumiera más se levantaron de las sillas para limpiar los restos de la cena y ponerse en marcha.

[...]

Jongin ya estaba fuera arreglando las cosas en la cabina pero Elle aún estaba en la sala de estar, recorrió con la vista cada centímetro de la casa haciéndose la idea que esa era la última vez que estaría ahí.
Respiró con fuerza el hogareño aroma que antes también había sido suyo, pero que ahora ya era extraño y ajeno para ella.

— Espero no olvidar nada. — dijo Elle cerrando con llave la casa y viendo como Jongin amarraba con una cuerda las cajas y maletas a la camioneta.

— ¿Bromeas? Sólo te faltó llevarte el refrigerador. — se quejó haciendole un último nudo al escritorio. — ¿Ya estás lista?

— Casi... — Él conocía ese tono de voz, ese tono dulce e interesado que siempre iba acompañado de la nariz arrugada de Elle.
— Jongin quiero que me lo des..

El pelinegro se reclinó en la camioneta y cruzó de brazos.

— ¿Qué cosa?

— El cuadro.

— ¿Cuál cuadro?

— El del baño.

— ¡Estás loca! Puse el alma en esa pintura como para que te la lleves. — Jongin se indignó al instante y caminó hacia la puerta del carro y la abrió.

— Ah.. entonces sí la pintaste. — Elle se cruzó de brazos y con satisfacción alzó una ceja viendo a su ex boquiabierto.

— Cállate y súbete.

EX   ❪  K. JONGIN  ❫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora