La Visión

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Las palabras escritas de aquella nota no dejaban de rondar dentro de mi cabeza. Anteriormente las leí varias veces que ahora permanecen tal cual en mi memoria. Repase cada trazo, tratando de averiguar si había algo más oculto, pero no.

Intenté de convencer a mi mente de que posiblemente la nota no era lo que yo creía que era o que simplemente cayó en mis manos por equivocación, sin embargo, el miedo devoraba esos mismos pensamientos.

-Bro.

Una voz conocida me despertó de mis pensamientos, sobresaltado dirigí mi vista hacía arriba y con mis ojos tan abiertos miré a Charly; estaba de pie viéndome con una expresión de preocupación. 

-¿Estás bien? -me preguntó angustiado.

-Si -dije moviendo la cabeza de arriba hacia abajo de forma rápida y nerviosa. -¿Por qué preguntas?

-¿Es una broma? -dijo, todavía angustiado.- A kilómetros se nota que no estás bien.

No sabía qué responderle. Charly era un amigo desde hace tiempo que ya identificaba mis expresiones faciales y deducir mi estado de ánimo. No podía mentirle

-No, es sólo... ¡los exámenes! -respondí lo primero que se vino a mi cabeza.- Si, ya sabes, son sólo los exámenes y eso me trae demasiado presionado, ya sabes...

-¡Ay! ¿Qué te preocupas? -exclamó.- Siempre te va bien.

Charly se sentó en la silla que estaba frente de mí. Entre nosotros nos separaba una mesa de color rojo.

Hoy es 6 de Octubre, mi cumpleaños. Charly me invitó a comer unas hamburguesas a Carl's Jr justamente por esa razón. Ahora nos encontramos dentro del local; había una buena cantidad de personas adentro, por lo tanto, se escuchaba múltiples voces de personas que se encontraban ahí mismo, algunas estaban haciendo fila para pedir su comida, otros están en sus lugares disfrutan de la comida, etc. Charly, antes de interrumpir mis pensamientos, fue por la bandeja que contenía las dos hamburguesas con sus papas fritas y un par de refrescos, colocó la bandeja sobre la mesa y cada quien agarró la comida que le correspondía.

Había pasado un par de días después de la nota, por lo tanto, esos días fueron una tortura para mí. En la escuela no me concentraba por completo, observaba por mis lados en busca de algún rostro que me devolviera la mirada, cualquier cosa me volvía paranoico; los sonidos, los susurros, miradas, entre otras cosas. La chica fantasma que puedo ver había pasado a segundo plano después de la nota.

La chica no me seguía todo el tiempo. De repente desaparecía sin dejar rastro o sin decirme, de lo cual me sentía agradecido; no tenerla cerca era como respirar aire fresco.

Dejando de lado la nota o a la chica, disfrute de mi comida y de la compañía de mi amigo; hablando de cualquier otra cosa que fuera normal.

-Entoces le dije a Mónica que ahora me encontraba muy ocupado con la escuela y el entrenamiento -contaba una anécdota Charly, realizando gestos con las manos para explicar su historia.

-¿Y qué pasó? -pregunté intrigado.

-Me mandó al carajo, amigo.

-No -exclame.

-¡Si! -afirmó alzando la voz.

Pasaron un par de horas que incluso Charly pidió otra hamburguesa. Entre pláticas y estar devorando la comida, los minutos de la mañana se fueron hasta que dieron la 01:00 p.m.

-¿Vas a querer algo más? -me preguntó señalando con su pulgar la estación de servicio al cliente.

-¡No, gracias! -respondí.

El Resplandor De Una EscritoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora