[17/10] Decisión

230 6 0
                                    

Narra Ema

El resto del mes de mayo continuó como empezó. En junio, cuando mis padres llegaron, la casa estaba limpita, no había ni una sola migaja de nada en el suelo (claro, porque me lo comí todo yo).
Recuerdo que ese día estuve con mi pijama viejo, el cual no lograba tapar la mitad inferior de mi estómago ya que éste había empezado a colgar apenas y mis pechos necesitaron más espacio para cubrirlos, y mis celulíticos muslos hacían parecer al pantalón corto un short de 2 tallas menos a la necesaria. Yo estaba en el sofá con Jake cuando llegaron, y cuando me intenté levantar caí nuevamente hacia atrás, por lo que esperé a que llegaran a mi lado para saludarlos.

Cuando todos nos vimos, nos quedamos con la boca abierta. Mamá y papá estaban bronceados y con unos kilitos extras, me vieron a mi con 20 kilitos extras y vieron a Jake más marcado que nunca con Ale, su novia y niñera, en su regazo.

Yo, para ese punto, ya casi ocupaba toda la silla del comedor con mi grotesco culo y muslos con hoyuelos, lo cual me exitaba aún más.

----------------------------------

Con el transcurso de los meses, mi aumento de peso se notaba a simple vista. Se me había desarrollado un doble mentón de pura grasa, mis brazos y piernas se expandieron de forma temible, al mismo ritmo que mis pechos, haciendo que tenga que comprarme sostenes del mismo tamaño que los de mi madre e incluso algunos de talla 2XL. Pero eso no era todo, mi panza se ensanchó hacia los costados y hacia abajo. Ahora era un estómago con forma de muffin que colgaba 3 centimetros de los pantalones, los cuales ya no necesitaban un cinturón para sostenerlos, mi grasa lo haría por ellos. Este estómago estaba acompañado por una espalda muy suave repleta de rollitos por los costados y con la cintura marcando la parte baja. Pero sin duda lo que más creció de mi cuerpo fue mi parte baja. Ahora era en toda regla una mujer con forma de pera y con pechos voluptuosos. Tenía 110cm de circunferencia en la parte más ancha de mis caderas. Cuando me sentaba, mis muslos no solo se tocaban, sino que se tocaban en cada centímetro a lo largo de mis muslos y glúteos, además se frotaban entré sí cuando caminaba.

Ayer mismo fue un antes y un después, me desperté a la mañana y me pesé; 81,3kg. Ese dato lo mantuve en mi mente. Fui hacia la casa de Cris como hacemos siempre para ir al instituto, él no siguió yendo al gimnasio luego de las vacaciones de invierno, y sus hábitos alimenticios siguieron siendo los mismos; lo que conllevó a que sus antes tonificados músculos se empiecen a perder, pero aun teniéndolos marcados y con fuerza.

Ir, estar y volver del colegio era una odisea diaria. Tenía que seguir un protocolo de qué y cómo hacer las cosas. Llevar un bolso aparte de la mochila en el cual llevar la comida, usar un escrito despegado del asiento, usar un asiento especial un poco más grande que los normales y llevar ropa de repuesto en caso de explote inminente. Pero a pesar de estar cansada de esta vida, me está gustando. Me gusta porque estoy como quiero, sin importarme la opinión de los demás y con el amor de mi vida a mi lado. Las cosas no podían ir mejor.

-----------------------------------

Hoy es mi cumpleaños 16, y si hago una vista a mi pasado, a cuando cumplí mis 15's, había engordado más de 30kg. Recuerdo que para mi cumpleaños mi mamá no quiso que venga ningún familiar, la notaba avergonzada de tener a una hija tan 'obesa' (como decía ella) como yo.
Le seguí el juego y no insistí en que vengan los familiares, seríamos mis padres, mi hermano y su novia para la cena.

Me comí todo lo que pude y más, estaba decidida. Si a mamá le avergonzaba verme gorda frente a la familia, entonces sería una ballena encallada para navidad. Comí 2 platos de lasaña, 3 hamburguesas completas y repetí el postre 3 veces. Durante la última rebanada de pastel, sentí que no pude más, que simplemente no me cabía en el estómago blando que ahora estaba duro de comida. Pero hice mi esfuerzo, respiré hondo y me metí la porción entera en la boca mientras soltaba gemidos audibles de placer y dolor a la vez.

"¡Basta! Suficiente. No voy a tolerar estar compartiendo la mesa con un cerdo." - dijo mamá explotando de rabia, subiendo las escaleras con furia y cerrando la puerta de su habitación con todas sus fuerzas.

"¿Te parece que tenemos que llegar a este punto contigo, Ema? Al principio todo parecía bien, estabas recuperando tu apetito y tu peso ideal, pero esto ya es el extremo. Dame la tarjeta que te regalé."

"Pero papá..."

"Dámela."

Con un notable desagrado en la cara procedo a darle la tarjeta, papá se para de la silla y rompe la tarjeta en mi cara. "Esto no era para alimentar a las vacas." - dice en un tono serio y sube a consolar a mamá.

El comedor se quedó en un silencio seco, Jake y Ale se miran entre sí mientras yo, con furia, me levanto de la silla y agarro el pastel entero. "No me detengan, ya tomé una decisión." - les digo dándoles la espalda y dirigiéndome al sofá.

"No, al contrario. Apoyamos tu decisión. Te ayudaremos tu hermano y yo." - dice Ale, volteo y veo que me está mirando con una cara angelical. "Eres una persona muy dulce, Ema. No te mereces este trato en tu núcleo familiar."

Tras recapacitarlo, me levanto del sofá, tambaleándome por mi grasa, y me dirijo al lado de ellos. "¿Lo harían por mí?" les pregunto con lágrimas en los ojos. Ellos asienten, lo que me hace sentir querida y acogida, volviéndome a dar ánimos y continuo comiendo el pastel con las manos hasta dormirme a su lado.

Bendita MaldiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora