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― Haber mijita, ¿me estas diciendo que esa vieja que se estaba partiendo a putazos con un vato de tres metros más alta que ella? ― Cuestionó incrédula la de peinado trenzado con una ceja arqueada mirando a la más alta. ― Estoy empezando a creer que esa amiguita tuya es un invento del gobierno para que creas que eres social.
La canadiense la miró mal para luego suspirar cansada ― Claro que es real, ella es una de las amigas de la novia de mi hermano mayor, la conocí cuando ellos se habían separaron por una pelea, cabe recalcar que al principio nos queríamos matar la una a la otra. ― Miró hacia arriba como si estuviera flacheando la guerra de Vietnam. ― A pesar de los años, me sigue doliendo mi brazo izquierdo.
La de rasgos aztecas automáticamente paro su caminar.
― No jodas, ¿invitaste a tu casa a una futura asesina serial?
― Mex, no empieces.
La castaña la miró mal, la mayoría de las amistades que la canadiense alguna vez tuvo resultaron siempre tóxicas y el hecho de que esa "amiga suya" le haya una vez roto el brazo izquierdo a la pecosa le hacía sospechar que se trataba de otra de ellas. La mexicana gruño levemente al pensar en aquella posibilidad.
― Llévame con ella. ― Dijo la mexicana sin pensarlo, tenía que vigilar cualquier mínima cosa que hiciera la chica que hablaba con su amiga.
― Oh..bueno, eso es algo conveniente en cierta forma. ― Susurró la chica con una sonrisa mientras miraba a la contraria. ― No sabia si preguntarte si querías conocerla, me alegra que a pesar de lo que te conté quieras hablar con ella, no sueles hacer eso con las personas de las que te hablo, es un buen comienzo.
― Si...claro, es solo por eso.
― Si, he estado pensando en sí irme también a donde esta mi hermano, así quiero que ustedes dos sean amigas, claro, no quiero obligarles a llevarse bien.
La mexicana sonrió levemente, veía a su amiga como una de sus tantas hermanas menores.
