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Me han traído un sándwich de jamón y queso que solo el olor me ha dejado asqueada y no he podido darle si quiera un mordisco. Sin embargo, mi estómago sigue rugiendo de hambre. 

Quizás el queso está rancio, abro el pan que se ve en perfecto estado.

-¿No comerás? -pregunta con una ceja levantada la enfermera que me lo ha traído. Aunque no está vestida como enferma. Quizás sea miembro de "La manada de Banff".

Banff siempre ha sido un pueblo muy pequeño, cuenta con apenas dos escuelas, y si deseas ir a la Universidad no queda otra que ir a otras ciudades. Todos se conocen con todos, no entiendo que está hablando esta gente con "la manada", nunca pensé que se pudiera formar una secta en este lugar.

-Ando un poco asqueada -le señalo mi garganta -seguiré con el agua.

La mujer vuelve a levantar la ceja y se va. 

El agua tampoco tiene el mismo sabor al primer sorbo que di y no me apetece.

.

Las luces siempre están prendidas, no sé si es de día o de noche, intento dormir lo más que puedo. No he sido capaz de dar ni un bocado y comienzo a sentirme débil. Debo estar hecha un asco, no he ido al baño ni me he mirado en el espejo desde... ese día.

-¿Podrías apagar las luces por favor? -pregunto cuando el delicioso olor de aquel hombre llega a mi nariz. -necesito descansar.

-¿Quién eres? -pregunta por milésima vez, escucho esa pregunta todos los días 10 veces al día. 

Ya no vale la pena pelear, no llegaré a nada y gastaré las pocas energías que me quedan. Algo útil que aprendí en la facultad de Ciencias Políticas es que a veces vale la pena darse por vencido y que tu enemigo te tenga lastima. Los hombres normalmente tienen más orgullo y luchan hasta la muerte, pero no tengo ninguna intención de morir. No antes de tomar 5 litros de tequila margarita en una fiesta en el caribe.

-Que importa... -digo a penas- me estás matando de hambre.

-Te hemos traído toda la comida que has solicitado -levanta los hombros.

Es cierto, después del sándwich de jamón y queso pedí una sopa, pensando que como era liviana me caería mejor, no fue así. Luego una hamburguesa con cebolla, queso y tocino... manjar de dioses que no he podido darle ni un mordisco, y luego una manzana, con la cual, tampoco llegué a nada.

-Algo le están poniendo que la hace repugnante -aseguro.

-¿Por qué estás tan calmada? -se acerca un poco más a la reja que nos separa y mi estomago ruge.

-Falta más de un mes para el próximo semestre de universidad... No tengo mucho más de que preocuparme, solo mi tía Francisca... vine a verla, pensará que me he ido sin decirle adiós. Tiene 90 años ¿sabes? ya está bastante mal -digo con algo de pena -Quizás ni recuerde que vine a Banff a visitarla. 

Siento su exquisito aroma hacerse cada vez más intenso, huele como a aquella hamburguesa que no me pude comer hace unos días, y por un momento me alberga la sensación de ir a clavarle los dientes. Lo reprimo con un escalofrío. 

-He escuchado por aquí que te llaman "alfa" o "su excelencia", asumo que eres el jefe de este culto -inquiero.

-Lo soy -responde con sencillez. 

-Pero, ¿Cuál es tu nombre?

Me mira curioso por unos segundos.

-Gabriel.

-Gabriel -repito. -me gusta.

Lo oigo respirar profundo y niega con la cabeza. Se ve... apenado, sus ojos están un tanto brillantes y su sonrisa es triste al mismo tiempo que desconcertada.

-¿Qué sucede? -vuelve a negar con su cabeza sin decir ninguna palabra y se marcha. 

Me ha concedido el deseo de apagar las luces, por lo que descanso los ojos por primera vez en días.

Mis ojos se han acostumbrado a la oscuridad y me sorprende lo bien que puedo ver teniendo en cuenta que no hay ventanas que dejen entrar la luz.

Oigo a lo lejos un grupo de personas cantando el cumpleaños feliz y aplaudiendo, sonrío al recordar mi último cumpleaños. Mi mejor amiga Elisa me llevó a una disco y no sé como consiguió entrar una torta con velas, pero todos en la pista de baile me cantaron y felicitaron. Pasaríamos estas vacaciones juntas, pero por la salud de mi tía decidí volver a casa, mientras ella se fue con su hermano a las islas canarias, donde deseo estar.

Me sumerjo tanto en mis pensamientos que un "clic" me pone en alerta.

La puerta.

"¡¿Qué mierda has hecho?!" alguien grita. Me habré rendido ante el enemigo pero no perderé por ningún motivo una oportunidad como esta. Toco con mis pies descalzos el piso que se siente helado, no hay tiempo que perder. Suelto con dificultad las amarras de mis muñecas de las manillas de la camilla, pero de alguna formo lo logro. Abro con cuidado la reja para que no chille "¡Nada tío, se me ha dado vuelta la copa!" Al final del pasillo se filtra luz por una puerta, que por los ruidos y el olor debe ser donde están celebrando el cumpleaños, así que corro por el pasillo de al lado "¡Sobre el panel de control!" hay puertas en las que no se filtra nada de luz, así que asumiendo que ahí no hay nadie comienzo a abrirlas y chequear si encuentro una ventana o algo que me permita salir "Relájate, no creo que haya pasado nada", la tercera oficina tiene una ventana, está un poco alta pero es bastante prometedora. "Iré a chequear que todo estéen orden"

Mierda apúrate Emma...

Tomo la silla del escritorio y la pongo de espaldas contra la pared. La ventana se abre con una manilla bastante simple, cuando está totalmente abierta me impulso y sin pensarlo demasiado me tiro hacia el otro lado.

-Pasto -suspiro de alivio.

 ¿Qué hago ahora?, mi corazón comienza a latir más fuerte, no sé donde estoy. Tomo una bocanada de aire y siento miles de aromas, no sabía que era posible percibir tantas cosas. Entre una de ellas...el exquisito aroma de Gabriel.

Sigo su rastro sigilosamente. No muy consiente de por qué lo hago si él es quien me tiene cautiva aquí. Pero decido seguir mis instintos, no me queda de otra. Su olor me hace adentrarme al bosque, el cual, se hace cada vez más frondoso. Vuelvo a respirar profundo, está cerca. Me mantengo lo más silenciosa posible. Oigo unos pasos, lo encuentro hablando por su móvil.

No sé como, pero me encaramo en un árbol. Veo su gran espalda, su cuello, y me lanzo contra el.

Delicioso.

Mi cuerpo vuelve a tomar vida, me siento fuerte, me siento...

En una milésima de segundo Gabriel se da vuelta transformándose en un gran lobo gris. Quedo estupefacta.
Me muestra sus colmillos, mi espalda choca contra un árbol.

Mierda.

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Por favor díganme que les parece la historia!! espero sus votos, así se que alguien está leyendo y me motiva seguir escribiendo.

Muchas gracias a Todaaaaas. BESOS!

Muerte al VampiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora