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Heredaría el negocio familiar, Jungkook lo supo desde los ocho años mientras tejía con su madre

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Heredaría el negocio familiar, Jungkook lo supo desde los ocho años mientras tejía con su madre. Siempre le gustó coser, bordar y en general pasar tiempo de calidad junto a su progenitora de lacio cabello negro; por otro lado su padre no estaba del todo de acuerdo con su familiaridad con las agujas y su gusto por las telas pero lo dejó ser hasta que una tarde le quitó el estambre de las manos remplazándolo por madera, barnices de aceite y planos de construcción.

Pronto terminó acostumbrándose a la pintura bajo las uñas y sus manos ásperas, encontrándole gusto al sudor perfumándole la piel y el sol bañándole los brazos. Por mérito propio o placebo, Jungkook acabó amando la profesión que se le impuso tras nacer.

Jeon Namjoon, su padre, se había adueñado del mercado luego de construir barcos con un barnizado más duradero, eso sin mencionar la belleza de dichas estructuras pues el hombre había sido carpintero toda su vida y mantenía una reputación en el pueblo gracias a su ingenio e innovación en cuanto a construcciones.

Y Jungkook, como su único descendiente, tenía la responsabilidad de seguir sus pasos y expandir el negocio. Es por ello que con veinte años y una vida por delante, el pelinegro sonríe encantador a las damiselas que lo miran cautivadas mientras suben a bordo. Porque incluso si lideraban el mercado el negocio de los Min comenzaba a pisarles los talones.

Tuvieron que pensar durante varias madrugadas nuevas ideas para atraer a la gente más allá de mercaderes o comerciantes interesados en comprar o rentar las embarcaciones, algo que llamase la atención del público: rutas de viaje por altamar para aquellos que contasen con familia en países costeros de Asia.

—¿Sobraron espacios? —Namjoon se acercó a preguntarle, su hijo negó recordando el número de pasajeros.

—Sólo faltamos nosotros.

—Andando entonces —aquel primer transporte había emocionado a todo el mundo, aquellos que contaban con el dinero corriendo ilusionados a apartar su lugar mientras que los menos afortunados los despedían desde el puerto. Todos ansiando presenciar la marcha del nuevo navío.

Con la tripulación en orden y la vela en dirección correcta, el Jeon 09 embarcó rumbo a Japón, su primer destino.

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Voy empezando y ya la amo dios, esta historia es preciOSA

Melodías de Altamar » KookTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora