IX

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Jeon Jungkook era feliz con tan poco

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Jeon Jungkook era feliz con tan poco.

Bastaba la explícita confianza sobre sus habilidades que su padre le demostraba para mantenerlo sonriente durante todo el viaje.

Pero aquello, oh eso era distinto.

Porque por primera vez en casi dos meses Jungkook dirigía toda una embarcación por su cuenta, con su padre haciendo lo mismo en otra de las rutas. Cabía resaltar que quien llevaba el timón era (jerárquicamente hablando) un superior más que capacitado, pero el encargado de todos a bordo era el pelinegro y esa responsabilidad lo hizo sentir importante, poderoso; lo hizo sentir hombre.

Inhaló la vista llenándose los pulmones de azul salvaje, la boca se le rompió en sonrisa y con ojos brillantes observó el horizonte sabiendo las miradas que tenía sobre la espalda.

Y por primera vez, no las sintió como una carga.

...

Era increíble como cada fin de semana que zarpaban seguía habiendo gente ansiosa por visitar a sus familiares en otros países, definitivamente eran afortunados.

Aún así aquello no le impidió notar la reducida cantidad de pasajeros a bordo que cada vez reducía más; a ese paso tendrían que pensar en algo nuevo antes de quedarse sin clientela.

De regreso a Busan tras dejar a la gente en territorio Chino Jungkook pudo sentir la vena en su frente palpitar en estrés luego de horas maquinando un nuevo uso para los barcos. Reinventar el negocio familiar siempre le dejaba grandes ojeras y dolores de cabeza.

Con el comienzo de la migraña caminándole por el cráneo y la mirada perdida en las aguas los ojos negros del hombre se adaptaron tanto a la iluminación que no notó la creciente oscuridad hasta que la luz de las velas le bañó la mitad del rostro.

—Minhyuk-ssi —llamó a uno de sus compañeros, quien obediente, se le acercó— ¿Cuánto falta para arribar?

—Vamos a medio camino, aproximadamente cuatro horas más —Jeon frunció el seño.

—Navegaremos de noche —medio afirmó, medio preguntó; no estaba previsto navegar a oscuras sin su padre a bordo.

—Todo indica que sí, es tu día de suerte —ironizó viendo el claro malestar reflejado en las facciones del chico que jugaba a ser hombre.

Se marchó dejando al pelinegro con el estómago revuelto en pesar. No era un novato ni tampoco aquella su primera vez lidiando con marea nocturna, pero sí la primera que enfrentaba sin el confort de su progenitor al lado. Él sabía que por la noche la marea subía, sabía que muchos se perdían; y aunque fingiera oídos sordos los escuchaba, a aquellos que contaban historias sobre las aguas.

—¿Estás bien? —la pregunta lo aterrizó de regreso a la realidad. Un hombre de piel pálida lo miraba con cautela y no supo si fue el brillo de preocupación en sus orbes o el agobio lo que le dio náuseas.

—Pequeño mareo —restó importancia caminando hacia estribor, respirando profundo para terminar de calmarse.

...

Dos horas más tarde y con el cielo carbonizándose, Jungkook observó compañeros retirándose a dormir, no teniendo algo mejor que hacer con agua y negro por todos lados.

—Ya me dijeron que te mareaste, ¿Te encuentras mejor, muchacho? —Kang Daehyun, íntimo amigo de su padre y capitán lo miraba con el profundo cabello negro perdiéndose en el ambiente.

—Estoy bien —pero Daehyun era veinticinco años más sabio.

—No eres de marearte —resaltó—. ¿Por qué no duermes un rato? tu padre me matará si llegas enfermo.

Jungkook se mordió la lengua para no replicar. Tenía que quitarse aquella maña de cuestionar todo lo que se le ordenaba, debía aprender a cerrar la boca y obedecer, se repetía constantemente.

—Haré eso —complació, Kang le palmeó el hombro con cariño y se retiró con una sonrisa amable. Lo conocía desde que tenía memoria, siempre siendo la mano derecha de su padre y tratándolo como si fuese parte de la familia. Lo quería como a un tío.

Se frotó el rostro con ambas manos, mentalmente exhausto mas no lo suficiente para dormir. Se adentró al pequeño camarote que Namjoon tanto había insistido en hacer tomando inspiración de los piratas. Dentro, reposaban las pertenencias de toda la tripulación, eran seis en total: cuatro marineros encargados del mantenimiento, el capitán y él, que medio ejercía las dos primeras categorías. En el piso dos de los cinco catres eran ocupado por hombres cansados a la espera de llegar a casa, el de Jungkook invitándolo a imitarles.

Sin mayor resistencia se recostó con los músculos agradeciendo el merecido descanso.

—Ten —un somnoliento Minhyuk le extendió dos pequeñas gomas de plástico tras despertarse momentáneamente por la interrupción del Jeon menor.

—¿Crees en esto? —aceptó los tapones para oído, incrédulo.

—Uno nunca sabe, elijo vivir —y tan rápido como habló giró el rostro para seguir durmiendo.

Jungkook miró con atención las pequeñas gomas sobre la palma de su mano, repitiéndose que aquello era una estupidez. Incluso si venían de un marinero con mayor experiencia que él.

...

Pero el mundo seguía girando y el mito se convertía en leyenda.

No supo en qué momento se había dormido y mucho menos cuándo había despertado pero aún con la mente confusa por el sueño sabía que tenía que salir a cubierta.

El estrés le estaba carcomiendo la cabeza o el cansancio había terminado finalmente por fundirle el cerebro pues no había nada que pudiese explicar el claro par de ojos grises que desde el agua le sostuvieron la mirada.

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BUTTER SOTY

Melodías de Altamar » KookTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora