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¿Qué sentido tiene ser un héroe, si no puedes salvar a tu propio amigo? –

Aquellas duras palabras le quemaban, golpeaban en lo más profundo de su ser. Sentía la culpa y agonía carcomer en su interior, extendiéndose en forma de pesadez corporal, como si sus extremidades estuvieran hechas de cemento.
Le enfadaba el hecho de que aquella aterradora verdad que lo perseguía fuera descubierta ni más ni menos, que por su antiguo amigo, a quien a día de hoy, recordaba con dolor. Tímido y amable como una niña, débil y frágil, y sobre todo, un inútil.

Así fue como su infantil mente lo percibió, alguien inferior a él, a quien debía proteger. Anhelo hacerlo, porque el fue su primer amigo. Pero aquel deseo comenzó a distorsionarse. El niño frágil que quería cuidar, se consideraba su igual, alguien que también iba a protegerlo. Él no necesitaba protección.
Aquel pensamiento comenzó como un poco de envidia inocente. Logro ver en él pecoso la fuerza y convicción que se necesitaba en un héroe. Pero luego, aquella envidia crecio y llego el sentimiento de inferioridad disfrazado de ego.

Allí fue el quiebre. Su valiosa amistad se destruyó cuando él le levanto la mano por primera vez. Se asqueo, pero tenía miedo. Aquellas voces igual de infantiles tras él le alababan como si lo que hubiera hecho estuviera bien. Él sabía que no.
Y comenzó a repetirse, decidió olvidar el sentimiento de culpa, no, se vio obligado a hacerlo. Su amigo a quien decidió proteger, fue víctima de acoso por él mismo. Se llenó de la falsa confianza en sí mismo, acepto los halagos, y por primera vez, deseo que su amigo se diera cuenta de quién era en verdad y se alejara.

Podía ver la admiración en sus ojos, y le dolía, saber que alguien como él admiraba a una basura. Y como si fuera poco, sentía que su boca ya no era suya cuando le dijo aquellas horribles palabras a quien menos se lo merecía; – ¿Por qué no mejor te matas? Tal vez en tu siguiente vida tengas un quirk, nerd de mierda. –  Como un idiota. Vio sus ojos abiertos, podía ver sus gemas verdes perder el brillo. Pero aquellas palabras que le dijo, fueron las que quemaron a fuego su corazón.

Desde aquel fatídico día, Izuku Midoriya dejo de sonreír y perseguir al gran Katsuki Bakugou. Fue una noticia sorprendente para todos, conocían al dúo y jamás creyeron que algo así sucedería. Pero sucedió.

El peliverde no lloro otra vez frente a sus acosadores, ni volvió a sonreír. Parecía un muñeco sin vida que solo seguía una rutina. Sabía sus movimientos de memoria, seguía cada uno de ellos con sus ojos escarlata. Así fue su última año estudiando juntos. Ingreso a la UA.

Sus humos de superioridad habían bajado en el último encuentro con el pecoso. Ahora, sentía la libertad de comenzar de nuevo, sin aquellos secuaces, como solía llamar, diciéndole que moleste a su viejo amigo. No, a su viejo compañero.
Pero su mirada aún lo buscaba, entre la multitud, con la esperanza de que aún no renunciará a su sueño de ser héroe. Pero no sucedió, no visualizo su cabellera rizada por ningún lado. La primera semana de clases se tomó el trabajo de buscarlo, pero él no estaba ahí. Entonces el temor lo invadió otra vez.

¿Cómo sería él un héroe? No era apto, se sentía una escoria. Se sentía ausente en las clases, como si lo que le enseñaran jamás lo pondría en práctica. Hizo algunos amigos, y ellos notaban esa inseguridad, pero Bakugou jamás decía nada. A veces dejaba de reír de golpe y se ponía a pensar en silencio. Muchas veces volteaba atrás buscando algo, o a alguien. Ellos no eran tontos, podían notar la soledad en su rostro y el miedo constante a decir algo malo.
Actuaba rudo en el salón, pero nada que hiciera incomodar a nadie en particular, siempre tenía la boca sucia por las incoherentes maldiciones sin destinatario. Pero sus amigos solían ver ese lado tranquilo cuando nadie más lo veía.

En especial, un particular chico de cabello rojo como el fuego. Bakugou mantenía su distancia de Kirishima, le recordaba tanto a Izuku que le dolía. No era su apariencia, si no la enorme amabilidad y alegría que emanaba su presencia, pero no sé comparaba con el pecoso. Y el pelirrojo sentía esa distancia y también le dolía.
Ambos se lastimaban con pensamientos absurdos a su parecer. Pero eran dolores personales que no podían sanar el uno al otro. Aún así, se mantenía cerca.

Y así pasaron las primeras semanas y todo era perfecto, las clases iban bien y el resaltaba como un alumno sobresaliente por su talento nato y poderoso quirk. All Might incluso se fijó en él. Pero la propuesta que este tenía para el rubio no fue aceptada.

El héroe número uno estaba sorprendido. Estaba seguro de que aceptaría ser su sucesor. Pero cuando se lo dijo, pudo ver el dolor que ocultaban sus ojos y la mueca incomoda en su rostro. Le pregunto porqué, cuál era la razón de rechazarlo; – No podría hacerle eso a él, no lo podría dañar de nuevo. – Aunque no entendía a qué se refería, no pregunto. Entendía que era algo personal del adolescente, pero no sé rendiría. Prometió ayudarlo y entrenarlo. El rubio ceniza dudo, pero termino aceptado, después de todo él era su héroe favorito.

El ataque de los villanos lo tomo por sorpresa. Sentía la adrenalina en su sangre, la emoción de pelear, pero cuando uso las explosiones para atacar a un enemigo, se superpuso el recuerdo de su pasado, como una pesadilla. Aún así, logro sobrellevar la situación y ayudar a sus compañeros. Todo paso sin muchos problemas, no habían estudiantes heridos, únicamente los docentes a cargo. All Might había solucionado todo. Cómo deseaba que él hubiera visto a su héroe luchar de primera mano.
Semana después del incidente, se anunció el festival deportivo.

Llegó a casa como siempre, extrañamente su madre no lo fue a recibir a golpes como de costumbre. Sintió el olor a la deliciosa comida de su padre y escucho las risas en la sala.  Comenzó a sudar frío. Se quedó estático en la entrada, hasta que el grito de su explosiva madre lo saco de su trance. – Ven a saludar a tu tía Inko, Izuku vendrá más tarde. – Sintió como la sangre de su cuerpo volvio a circular y preparo su monólogo de todos los días. Gritos de él y su madre llenaron la casa, junto a la suave y dulce risa de los espectadores. Charlaron un rato, y él olvidó todo por un segundo, hasta que la puerta fue tocada y volvió a la realidad.

Se miraron unos segundos, pero el rubio aparto la mirada. Sentía vergüenza. En cambio, el peliverde lo seguía mirando, de arriba a abajo, como escaneandolo. Observo a su viejo amigo, vio como su cuerpo temblaba ligeramente, como si le tuviera miedo, que irónico, el era el acosador. Pero no le guardaba rencor, solo se dió cuenta de lo desesperado que estaba porque se alejaran y él lo hizo, no sabía lo mucho que le afecto al rubio.

– ¿Dónde estás estudiando Izuku? – pregunto la rubia mujer, la familia Bakugou estaba prestando total atención. – Ingresé al curso de héroes en la academia Shiketsu. – Eso sorprendió de sobremanera al rubio, que solo sonrió. Esto fue notado por el peliverde, que lo miraba extrañado, pero el sentimiento cálido de verlo sonreír se nuevo lo hizo feliz. – No hay duda, serás un gran héroe! – Exclamó la mujer emocionado por su sobrino dé corazón.

– Mmh... Se equivoca, no seré un héroe. – Dijo tranquilo. El pánico que sintió Katsuki en ese momento lo ahogo. Comenzó a toser y a temblar. – ¿Hijo estas bien? – ; – Si, solo me ahogue, no mastique bien... – Se sentía incómodo, quería ir a su cuarto. – Estoy algo cansado, tengo entrenamiento mañana así que me retiro, fue un gusto verlos. – La actitud calmada preocupo a sus padres, como si no fuera él mismo, lo dejaron ir, pero el pecoso solo lo miro hasta que salió de la sala.

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¡Perdón! || BakuDeku ; DekuBakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora