Capítulo 1 - El Lobo

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Solo faltaba que alguien se interese por escucharlo, que se interese por saber cómo es su vida después de tan viles acusaciones, porque él también tiene su historia, una historia que calló durante años y que por fin hoy, en "Detrás del cuento", conoceremos. En la siguiente entrevista se dará a conocer su versión de los hechos, su verdad, o quizás la verdadera verdad.

Periodista: —Hola ¿cómo estás?

Lobo: —Bien ¿Vos?

P: —Entusiasmado, siempre quise hablar con vos

L: —Y yo siempre quise hablar

P: —Bien, me gustaría empezar preguntándote ¿Cómo es tu vida actualmente?

L: —En pocas palabras, mala, muy mala. El otro día, por darte un ejemplo, fui a comprar un poco de carne picada para hacerme un tuco y en el camino no sabés lo que me pasó

P: — ¿Qué te pasó?

L: — ¿Conocés a esa vieja que vive en la casa de dulces?

P: — ¿La bruja?

L: —Sí...esa vieja de morondanga me gritó feo ¿Podés creerlo? Esa vieja, que no se puede ni mirar en un espejo sin romperlo, me gritó feo

P: —Sin palabras

L: —Verdaderamente indignante

P: —Imagino que estas cosas te pasan a menudo

L: —Sí y por eso no salgo mucho de casa

P: —Y todo gracias a ella ¿No?

L: —Exacto, todo comenzó gracias a Caperuza, arruinó mi vida

P: — ¿Por qué Caperuza y no Caperucita?

L: —Me refiero a ella como se lo merece. Decirle Caperucita sería adjudicarle una inocencia que no tiene, ella no es tierna, todo lo contrario

P: — ¿Cómo empezó tu historia con ella?

L: —Caperuza siempre fue una niña envidiosa, uf! Si supieran lo envidiosa que es dejarían de nombrarla en tantos cuentos

P: — ¿Envidiosa de qué?

L: —De todo, por ejemplo; siempre envidió las manzanas de la chacra de Don Pedro y por eso se las roba, es mentira que son para su abuela, porque después las vende. Ella tiene un árbol de manzanas en su patio, todas feas le salen y esas son las que le lleva a su abuela, por eso vive enferma la pobre señora. ¿Recordas ese accidente que sufrió Ricitos de oro?

P: — ¿El de la peluquería que se incendió?

L: —Fue un intento de ella para arruinar sus hermosos rizos

P: —No lo puedo creer

L: —Créalo, porque es así

P: — ¿Y a usted qué le hizo?

L: —Todo empezó un invierno hace ya no sé cuántos años. Como todos los inviernos, cada fin de semana vienen, a la plaza central del pueblo, artesanos de todo el mundo. Traen muchas cosas, abrigos para todo tipo de animales, espadas, escudos, plantas, comida vegana, anillos, pulseras y hasta un staff de masajes. Yo salí a la noche, y hacía un fresquete que no te imaginas, me puse un suéter negro que me compré el año anterior y salí a mirar un rato las cosas que estaban vendiendo. Después de pasear casi una hora, sin comprar nada, llegué a un puestito donde vendían ropa. Revisé por un rato y encontré una prenda que me fascinó. ¿Podés adivinar que era?

P: —Mmm la verdad es que no se me ocurre nada

L: —Combinaba con mi suéter y era de una tela muy extraña, era suave, fina, delicada, abrigaba en invierno y te refrescaba en verano, era perfecta

Detrás del cuentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora