Capítulo 4 - La abuelita

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"No todo es lo que parece " es mi lema y es lo que me motivó a trabajar en esta investigación y entrevistar a nuestro querido Leoncio, pero me di cuenta que estaba cometiendo un grave error. Me estaba centrando en contar solo una parte de la famosa historia, me estaba olvidando de ella, de la más famosa, de "Caperucita Roja".

Por azares del destino, cuando toqué la puerta de su casa atendió su querida abuelita. Ella me dijo que su nieta no estaba y yo, ni lento ni perezoso, aproveché el momento para entrevistarla, quizás ella podría decirme cosas que Caperucita no. A continuación les dejaré la entrevista:

Periodista: Hola buen día ¿Cómo anda?

Abuelita: Bien, bien, bien ¿Usted?

P: —Muy bien

A: —Que bueno, me alegro

P: —Como ya sabrá, vine buscando a su nieta

A: —Si si si, una lástima que no esté

P: — ¿Dónde se encuentra ella? Si es que se puede saber, tampoco quiero ser metido

A: —Creo que a comprar, salió hace un buen rato ya

P: —Una verdadera lástima no haberla encontrado, pero bueno, creo que hablar con usted va a ser mucho mejor

A: —Gracias, es muy amable

P: —Gracias a usted. Todos en el pueblo están interesados en saber su versión de los hechos y por ende yo también ¿Qué puede contarme de lo sucedido con el Lobo?

A: —Si, con mucho gusto le voy a contar lo que pasó. No se si usted lo sabe, pero a mi siempre me gustó cantar, y lo hago muy bien. Por esa razón hace unos años me anoté en el coro. El problema es que yo no sabía que ahí los chismes corren como gallinas en una granja.

P: —Espere espere ¿De qué me está hablando?

A: —De lo que pasó con el coro, de la razón de mi partida

P: —No no, yo le pregunté por el lobo

A: —Aaaaah disculpe joven, es que bueno, usted sabe. Soy una persona grande y no escuchó muy bien

P: —Está bien, entiendo. Ahora que ya sabe, puede contarme lo sucedido con el lobo

A: —Ay...es una historia que no me canso de contar

P: — ¡Perfecto! la escucho

A: —Todo comenzó muchos años atrás. Yo era una abuelita joven y me gustaba salir a caminar por las mañanas en el bosque. No solía prestar atención a los animales que allí vivían ya que los conozco a todos, pero ese día vi a uno que me fascinó.

P: — ¿Era él?

A: — ¡Sí! Y era hermoso, el animal más hermoso que había visto

P: —Wooow...sus palabras me están sorprendiendo mucho

A: —Lo que más me gustó de él fue su simpatía

P: — ¿Ah sí?

A: —Apenas me vio, me saludó con un "Hola" tan alegre y lleno de entusiasmo que me contagió su buen humor. ¡Y cómo olvidar su pelaje!

P: — ¿Tenía algo en especial?

A: — ¡Si! Su color era ufff taaaan hermoso

P: — ¿Su pelaje gris le pareció hermoso?

A: — ¿Gris? No no no, ¡Verde!

P: — ¿El lobo tenía su pelaje de color verde?

A: — ¿Qué? No no, el lobo no. Yo estaba hablando del loro.

P: — ¿Qué loro?

A: —Usted me dijo que le cuente lo sucedido con el loro

P: —No señora, le pregunté sobre lo sucedido con el lobo

A: — ¿Sobre qué?

P: —Sobre el lobo

A: — ¡Aaaah sobre el lobo! ¿Qué lobo?

P: —Leoncio ¿Se acuerda de que él entró a su casa enojado con su nieta?

A: —Uuuff si, como olvidar ese día

P: — ¿Puede contarme qué sucedió exactamente?

A: —Si, con mucho gusto

P: —Bien, la escucho

A: —Esa tarde, antes de que mi nieta entre desesperada, yo dormía la siesta. Es muy importante dormir la siesta porque sino después no tenes energías para hacer las cosas ¿Usted duerme siesta?

P: —Mmm no, no me gusta

A: — ¿Por qué no le gusta?

P: —Porque ya tengo mi día organizado, ya tengo tareas asignadas para ese horario así que no me da tiempo para...espere espere, no cambiemos de tema. Me estaba contando lo que sucedió con el lobo

A: —Ay...cierto cierto. La verdad es que nunca me canso de contar esta historia. Todo empezó años atrás. Yo era una joven abuelita, y para ese entonces me gustaba mucho salir a pasear por el bosque

P: — ¿Me está contando la historia del loro?

A: —Si, es lo que usted me pidió

P: —La del lobo, Leoncio. Eso le pedí yo

A: —Aaah si si ¿En que había quedado?

P: —Me dijo que cuando Caperucita entró, usted estaba durmiendo ¿Qué sucedió después?

A: —Ella entró muy asustada, nunca la había visto así.

P: — ¿Le dijo algo?

A: —Si, me dijo que el lobo la había encontrado y que estaba descontroladamente celoso

P: — ¿Celoso de qué?

A: —Leoncio siempre fue muy coqueto. En la feria siempre encuentra algo que a todos nos deja boquiabiertos. Yo supongo que estaba celoso de la caperuza de mi nieta, ya que nunca nadie se viste mejor que él.

P: — ¿Usted sabía que Leoncio afirma que esa caperuza es de él y que su nieta se la robó?

A: —Mire... Yo puedo ser muy olvidadiza, un poco sorda y más cosas, pero estoy segura de que la caperuza es de mi nieta

P: — ¿Por qué está tan segura?

A: —Porque el día que la compró yo estaba con ella. Fuimos temprano para poder recorrer todas las tiendas con tiempo y yo, luego de buscar y buscar alguna linda prenda de vestir que le pudiera regalar, la encontré.

P: — ¿Me está diciendo la verdad?

A: —Por supuesto joven, jamás mentiría en algo así, no sería un buen ejemplo para mi nieta de ese modo

P: —Entiendo. La verdad es que estoy muy sorprendido, esto cambia toda la visión que tenía sobre los hechos

A: — ¿Es algo malo? Perdón, no era mi intención

P: —No señora, no se disculpe. Esto que me dijo es algo sumamente bueno ya que me da más trabajo y refuerza mi lema

A: —Me alegro por usted jovencito ¿Hay algo más en que pueda ayudarlo?

P: —Si, quisiera preguntarle otra cosa más ¿Qué opina del lobo? ¿Por qué cree que mintió?

A: —No creo que haya mentido, jamás dije eso. Yo sólo di mi versión de lo que pasó. ¿Qué opino de él? Me parece alguien normal, tiene sus virtudes y sus defectos ¡Como todo el mundo! Y no es apropiado que yo lo señale con el dedo, no es lo que quiero enseñarle a mi nieta

P: —Ok. Bueno gracias por su tiempo.

Luego de esto, obviamente me despedí cordialmente y me retiré. Gracias a su declaración mi trabajo estaba más que claro.

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