Prólogo

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Reencarné en la peor villana de una novela, sonreí al verme en el espejo, ¿Cómo morí? ¿Cómo fue mi vida pasada? Eso no importaba ahora. Acaricié mis mejillas tan blancas como el marfil mientras mi criada me cepillaba el cabello sin atreverse a levantar la mirada.

Rossalyn Conrad, hija del duque Conrad, una mujer que solo conocía la crueldad y que había tenido la desdicha de caer enamorada del príncipe heredero, irónicamente una mujer que era tan cruel como para torturar a una sirvienta por el simple hecho de tropezar se había enamorado del hombre más justo del imperio, ese amor le costaría la vida más adelante, pues por culpa de sus celos secuestraría y torturaría a la enamorada del príncipe y este, en su deseo de venganza, mataría a cada miembro de la familia Conrad, para después torturar a la malvada mujer así como hizo con su prometida.

—¿Cuántos años tengo? —Le pregunté a la criada mientras examinaba mis manos bien cuidadas.

Aunque a la doncella le pareció extraño, no hizo ninguna pregunta y se limitó a contestar—S... Seis años, señorita

Sonreí, la criada empezó a temblar y por error jaló mi cabello, rápidamente cayó sobre el piso pidiendo disculpas repetidamente, golpeando su cabeza contra el suelo, empezó a sangrar, pero no me importó, me levanté y le pisé la mano con mi pequeño tacón hasta hacerle una herida, me incliné hacia su oído y despacio le susurre

—Lárgate, si no quieres que te mande matar

—Si, si, si, muchas gracias, muchas gracias, señorita, usted es tan benevolente —Dijo antes de salir corriendo.

Me volví a sentar en el tocador, y miré mi rostro de nuevo, unos ojos rojos como la sangre, cabello rubio como el oro, una sonrisa retorcida, la cara de una verdadera villana yacía ahí.

Toqué una pequeña campanita y rápidamente llegaron dos sirvientas a terminar de arreglarme, ninguna levantó la mirada en ningún momento.

Cuando terminaron salí de mi habitación en una dirección en la que, según los recuerdos de la Rossalyn original, se encontraba la oficina del duque.

No te preocupes, príncipe heredero, no voy a buscar tu amor, puedes vivir, amar, tener hijos y envejecer con la mujer que amas, lo único que quiero de ti es tu posición.

La villana no busca amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora