Un padre que no debe ser llamado así

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El duque Conrad era fácil de describir, era un hombre muy codicioso, que haría cualquier cosa por tener más, nunca le dijo nada a Rossalyn cuando actuaba como una villana porque le era de ayuda para que la gente lo respetara y temiera, así como no dudó en tirar a su hija a la basura cuando esta se ganó el odio del príncipe heredero, obviamente, esto no le sirvió para que el justo príncipe perdonara el haberse hecho de la vista gorda ante los actos malvados de su hija y así terminó su patética vida.

Bueno, yo le daría un mejor uso a este padre inútil que el de simplemente ser un perdedor, lo haría subir a la cima de su inútil torre de codicia y luego lo dejaría caer por el hecho de patear a la Rossalyn original como si fuera un perro, simplemente un pequeño acto de bondad para la verdadera persona que debería residir en este cuerpo, después de todo, me dejó experimentar la maravillosa sensación de ser la villana que quería.

La pared tenía un recubrimiento de oro, como si el duque quisiera mostrar a toda la gente las riquezas que poseía, <<patético—Pensé—, bueno, es cierto, aunque la mona se vista de seda...>>

Miré las grandes puertas que se erguían ante mí, tal vez no eran tan grandes, pero se veían enormes para una niña de solo 6 años, miré a la criada que me seguía por detrás mientras intentaba no temblar e incliné la cabeza para darle a entender que me anunciara.

Rápidamente, avanzó delante de mi a grandes pasos y abrió la puerta de par en par anunciando mi llegada.

Entré, mirando desdeñosamente a mi alrededor, y me senté en un sillón lo más alejada de mi padre sin si quiera decir nada. Podía sentir su sucia mirada seguir mis pasos, pude sentir como quería preguntarme que hacía allí pero que no podía pronunciar una mirada, después de todo, el jamás quiso a su hija y nunca supo como tener una relación más allá del respeto con ella.

Le hablé al mayordomo, el cual rápidamente me hizo caso dejando a mi padre colgado, y le pedí que trajera un pequeño refrigerio. Podría jurar que escuchaba a mi padre maldecirme entre diente desde su lugar, oh dios, era tan patético.

La razón por la que yo, Rossalyn Conrad era más importante de complacer que mi padre, era simplemente una, mi padre no era un Conrad, se casó con mi madre y debido a que mi abuelo no pudo tener más hijos ella heredó el título, mi abuelo se fue hace 4 años a la frontera, para vigilar al país vecino, dos años antes de que mi madre muriera, y dejó en claro que su hija y su nieta eran la prioridad en la casa.

Tristemente, su hija murió dos años después por una extraña enfermedad, no pudo regresar al funeral porque no se lo habían permitido, y cuando pudo volver a casa, su nieta lo recibió empalada a fuera de su casa, para después ser asesinado por la espalda.

Miré a aquel ser al que debía llamar padre, mientas revivía uno de los recuerdos de Rossalyn, en este veía como aquel hombre asesinaba a su mujer ahogándola con una almohada, para después llamar a aun médico cutre al cual había sobornado para dar una causa de muerte tan estúpida como una enfermedad que nunca se había manifestado en todos los años de vida de la duquesa Conrad. Tal vez fue ahí cuando la personalidad de Rossalyn se torció, pero eso no era de mi incumbencia ahora.

Crucé los brazos sin abrir la boca ni un segundo, podía sentir la tensión en el aire, podía sentir cuan incómodo se sentía mi padre con mi presencia, era gracioso que una simple niña de 6 años pudiera tener esa presión en un adulto, pero no era una simple niña.

El silencio no se rompió hasta que él decidió hablar primero a regañadientes, preguntándome que qué hacía ahí.

Rodé los ojos y miré mis uñas las cuales eran más interesantes que el hombre que se encontraba en esa habitación conmigo, contando cada uno de ello, viendo que una uña era un poco más grande que otra, iba a regañar a mi doncella cuando volviera.

La villana no busca amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora