La villana no busca amor

Una salida

Unas risas falsas se escuchaban en todo el jardín, como prometida del odiado segundo príncipe las chicas nobles de mi edad estaban curiosas por aquella desdichada persona, querían ver qué clase de persona era aquella muchacha que fue vendida por su propio padre.

Tomé asiento a un lado de la anfitriona, pues era la segunda persona más importante entre las damas, y saludé con una voz tranquila y aquella sonrisa indescifrable que había practicado mil veces en el espejo desde mi vida pasada. Unos pocos segundos bastaron para que todas regresaran su saludo con caras diferentes, mientras unas se encontraban confundidas con mi sonrisa, otras simplemente pensaron que era simplemente tímida, otras que solo era tranquila y refinada y hubo algunas que parecieron relajarse, como si no fuese una amenaza en primer lugar, entre ese ultimo grupo de personas se encontraba la anfitriona de la fiesta, Morgana de Cyrus, la hija menor del Duque Cyrus y un personaje desafortunado que se vio pisoteada en la lucha contra la original Rossalyn por la atención del Primer Príncipe. En la novela se describió rápidamente este hecho, la princesa Morgana salía del teatro cuando dos hombres grandes la secuestraron, tardaron 5 días en encontrar su paradero, tristemente la pobre había sido tan maltratada que solo duró viva unas pocas horas después, en los brazos de sus padres y hermanos mayores; cuando se encontraron a los secuestradores estos no tenían ojos y ni lenguas, de hecho, solo los descubrieron porque al escuchar ruidos afuera empezaron a gemir como animales y a golpear cosas; hubo gente que los habían visto llevarse a la dama aquella noche así que igualmente se les juzgó por aquel crimen tan horripilante y como la bondad de el Rey Julius era tan grande, decidió darles una condena más ligera, la cual era ser decapitados y no hacerles lo mismo que le hicieron sufrir a la hija del ducado de Cyrus.

Esta última decisión hizo que la lamentable familia se alejara del rey y buscara venganza propia, e incluso blasfemaron contra Julius e intentaron una rebelión, la cual se apagó más rápido de lo que comenzó y fueron encarcelados, en prisión la joven Rossalyn les visitó y les describió todos los horrores que su hija había vivido con una sonrisa en los ojos mientras que ellos lloraban sangre, gritaron, gritaron fuertemente, pero nadie los oía; mientras Rossalyn se iba pudieron oler humo, cuando observaron en una esquina lejos de su celda vieron una pequeña llama que estaba haciéndose más y más fuerte, no podían apagarla, los gritos no eran oídos, no podían salir, como si fueran animales empezaron a rogarle a Rossalyn que los dejara salir, que jamás iban a perseguirla ni dirían nada, lamentablemente Rossalyn no tenía un corazón justo, así que solo volteó y dijo con la voz más inocente posible —Los muertos no pueden hablar, entonces, ¿por qué haría un trato tan injusto por palabras vanas? Realmente Morgana era su hija, me dijo lo mismo antes de ser profanada por aquellos asquerosos hombres y bestias—Después de una risita salió y caminó un poco antes de recordar—he oído hablar de que la nueva pastelería es deliciosa, debería llevarle un poco a Julius.

Quería burlarme de esa joven Morgana que ahora me estaba viendo con arrogancia, ella y su familia fueron una simple carne de cañón para mostrar cuan malvada podía ser Rossalyn, tomé aire lentamente para no decir nada y continué bebiendo mi té con tranquilidad, si Morgana no daba el primer paso no iba a usarla para mi diversión, después de todo, ahora teníamos objetivos distintos, pero al parecer una carne de cañón sigue siendo una carne de cañón, tal vez me vio como una presa fácil para mostrar su supremacía.

—Así que, señorita Conrad, ¿es verdad que su padre le detesta tanto que fue obligada a casarse con el segundo príncipe? —Dijo en un tono de burla, sus palabras fueron toscas y nada sutiles, pero era entendible siendo ella aún bastante joven y sin experiencia —Oh, perdone, creo que no es algo que se deba mencionar, disculpe mi desliz.

En ese momento estaba comiendo un pastelillo, por lo que cubrí mi boca con un pañuelo y curveé mis ojos como su estuviese sonriendo, aunque realmente tenía ganas de esparcir su sangre en el piso. Pasé la comida por mi garganta y hablé.