Capítulo 2

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Las decisiones son difíciles de tomar y mas cuando tienes inseguridad en ti mismo.

Maya y Alex se separaron por la falta de aire y se dispusieron a ir de regreso a la mansión.

Mientras ellos se alejaban del lago, la rubia se dispuso a ir en dirección contraria, necesitaba ir a un lugar para distraerse.

Termino llegando a una cafetería, había pocas personas y el hombre de la barra parecía aburrido.

— ¿Que va a pedir?

La rubia miro el menú sin aparente interés.

— ¿Tienes algo para el mal de amores?

El hombre negó y miro a la chica mejor, ya la había visto varias veces, siempre venia con dos personas mas, eso fue hace dos semanas y algunos días.

— ¿No eres hija del Sr. Whittemore?

La rubia asintió mientras ponía una pequeña sonrisa.

— Vaya, yo estaba en el equipo de lacrosse con él, era el favorito del entrenador.

La chica analizó al hombre y viéndolo bien se dio cuenta que lo había visto antes en una vieja foto, aunque ahora se miraba algo viejo, descuidado.

— Le diré a mi m-padre que le manda saludos.

El asintió y me preparo una maltiada de fresas con mermelada de la misma y galletas de nieve.

— Cortesía de la casa, fue un placer conocerte...

— Bethany, puedes decirme Beth.

Él asintió sonriente.

— Gracias por la malteada, es mi favorita.

Él amplio mas su sonrisa y viendo su gafete mas bien supo de quien se trataba, el chico que no daba una en el equipo pero sin embargo seguía en el porque el entrenador amaba molestarlo.

Cuando Beth termino su maltiada se despidió del hombre y regreso a la mansión donde rápido todos los pares de ojos se centraron en ella.

— ¿Que? –cuestiono confundida.

— ¿Donde andabas?, tus primos tienen algo importante que decir y solo te esperaban a ti.

Beth suspiro y solo se adentro mas.

— ¿Y bien? –cuestiono y ellos unieron sus manos.

— Alex y yo decidimos darnos una oportunidad, lo hablamos y sabemos que es poco probable que mi SoulMate aparezca.

Beth miro a Maya con los ojos cristalizados.

— F-felicidades.

Derramo una lágrima que no fue vista por nadie a excepción de sus tres padres, los otros estaban muy ocupados felicitando a la pareja.

Beth dió unos pasos atras para girarse por completo y a paso rápido se fue a su habitación, se tiro a la cama y con ayuda de una almohada cayo sus sollozos, agradecía infinitamente que su cuarto fuera a prueba de ruido externo y ocultara su olor.

Luna RojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora