Capítulo cinco

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Unos meses después mi madre quiso que tomara la gerencia de una nueva boutique que iba a abrirse. No me gustaba trabajar ahí, pero todos me respetaban por ser tan eficaz y diligente y eso hacía que mamá estuviera orgullosa de mí, así qué terminé por aceptar. Lo último que querría era decepcionarla o fallarme a mi misma de nuevo.

Entre todo eso a veces me ponía a pensar si mi vida algún día podría tener otro rumbo. Entonces me atreví a soñar y albergar un pequeño deseo: abrir una panadería, ser independiente y tener el control de mi vida. Sabía que a mamá no le gustaría nada esa idea, y que yo sola no podría lograrlo. No me quedaba más remedio que resignarme a seguir viviendo igual que siempre.
 
Llegó el día en que se inauguraba la nueva boutique y fue esa noche que me di cuenta de algo que hasta ese momento no podía ver.

Estábamos todos reunidos: mamá, sus conocidos, amigos y socios. Mamá, una socia y yo cortamos el listón de inauguración. Todos nos aplaudieron y nos felicitaron, miré a mamá y sonreía. Si ella estaba feliz yo también lo estaba. Luego de las fotos, a mi lado estaba Vanesa -la hija de la socia de mamá-, y quiso decir unas palabras a su madre. Dijo que estaba orgullosa de su ella y que la amaba muchísimo. Le dio un beso y la abrazó. Todos le aplaudieron conmovidos y contentos, pero entonces me pidieron que yo también dedicara unas palabras a mi madre.

Me quedé helada. Todos me miraban esperando que dijera algo. Miré a mamá y ella también me miraba fijamente esperando que hablara. Pasaron unos eternos minutos yo no podía hablar.

- "vamos, dile que la quieres. No tengas miedo"-. Me dijo alguien detrás de mí.

No sé porqué decirle a mamá un "te quiero", se sentía como estar mintiendo. Esas palabras deberían ser naturales de decir, pero ¿Porqué me costaba tanto decirlas?, ¿Porqué tenía que forzarme a decirlo?...

- "si estás muy nerviosa para hablar, sólo ve y abrázala-". Sugirió otra persona.

Yo sólo estaba paralizada del miedo, la culpa y esa mirada acusadora de mamá. Esa manera de mirarme cuando la decepcionaba o cuando hacía algo que la avergonzara. Ella odiaba que yo fuera débil o torpe. Yo odiaba mucho más ser así. Aunque estaba temblando y con los ojos llorosos, lo último que podía hacer era llorar frente a mamá. Empezé a sentir las piernas débiles y que todo daba vueltas. Como pude mantuve la compostura y me fui de ahí a esconderme en el baño. Todos creyeron que tan sólo me había puesto nerviosa.

Me sentí tan avergonzada y estúpida, pero a la vez me pregunté: "¿Porqué me da miedo abrazar a mamá?, ¿Porqué no puedo decirle que la quiero?..."

Enseguida mamá entró al baño, se acercó a mí, me tomó del pelo y furiosa me reclamó entre jaloneos:

- "¿Cómo pudiste avergonzarme así delante de todos?, Tienes que comportarte como una mujer fuerte y segura. ¿Acaso quieres ser una perdedora mediocre como tu padre?-".

Me solté de sus manos que me sujetaban y ella me dio una bofetada.

- estás horrible. Déjame arreglarte para irnos. No quiero que nadie te vea así-. Dijo mamá.

Me retocó el peinado y un poco el maquillaje. Cada vez toleraba menos que se me acercara. Tan solo su presencia o escuchar su voz me estremecía.

Al salir del lugar, nos encontró Vanesa.

- ¿se van tan pronto?-

- sí. Sucede que Marianita no se siente bien. Ha sido un día muy pesado y la voy a llevar a descansar-.

Nada me molestaba tanto como ese tono tan "amoroso" con el que mamá solía hablar. En el auto camino a casa, mamá iba callada y disgustada. Cómo odiaba yo causar ese tipo de situaciones tan tensas e incómodas entre las dos. Ahora debía arreglarlo.

Bajo tu sombraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora