SIETE; ¡Gracias, Masaomi-san!

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Séptimo día: Tema Libre.

 

   

     Cuando abrió sus ojos, los volvió a cerrar cuando se dió cuenta de lo cómoda que se sentía su cama, del suave aroma a fresas que sus sábanas desprendían y de lo calentito que se sentía su cuerpo, se sentía en el cielo.

    'Huele como el cabello de Akashi-kun...'

    Sonrió bobamente mientras refregaba su nariz en la almohada, pero cuando trató de abrazarla, notó algo raro...

    '¿Mmm...?'

    Abrió rápidamente los ojos y colocó ambas manos frente a su rostro.

    — ¡Hiick!

    Soltó un chillido y rápidamente se levantó.

    Pésima idea...

    — ¡Ngh!

    Sintió el típico mareo cuando haces un movimiento brusco al a penas levantarte, pero en el triple de potencia.

    Volvió a tirarse en la cama.

    *Ruido metálico*

    Las esposas en sus manos crujieron.

    Miró a su alrededor, dándose cuánta de que no estaba en su casa, mucho menos en su habitación, es más, está habitación era tan grande como el living de su casa junto con su comedor, la cama era tan grande que podría dar varias vueltas seguidas.

    Era increíblemente elegante al estilo antiguo, pero con obvios toques modernos.

    '¿Fui secuestrado por un señor millonario...?'

    No sabe si es por recién haberse despertado, por el elegante y pulcro ambiente o por el constante y delicioso aroma del chico que le gusta impregnado en todas partes, pero no sentía mucho miedo, tal vez no podía pensar y asimilar lo que sucedía.

    Se despojó lentamente de las sábanas que, extrañamente, se sentían extremadamente suaves contra la piel desnuda de sus piernas.

    Tardó un poco en bajar de la gigantesca cama y caminó perezosamente por el cuarto, para dirigirse hacia la puerta.

    'Bueno... ¿Estará bien que salga...?'

    Miró a la perilla de la puerta y luego a las esposas.

    Tragó saliva.

    — Creo que... Está bien...

    Se decidió... Si para el secuestrador estaba bien que saliera, la puerta estaría abierta, y si era la contrario, obviamente, estaría cerrada. Cualquiera que sea la respuesta, Kouki lo descubriría.

    Cuando su mano se estiró para abrirla...

    ¡Click!

    La puerta se abrió primero.

    — ¡Hii!

    Retrocedió asustado, lo más lejos posible hasta que pudo ver la silueta de la persona que entró.

    — ¿Kouki...?

    Escuchó una voz familiar, sonaba suave y amable, como siempre la recordaba.

    — ¿A-Akashi... -kun...?

    Habló con un poco de duda. Kouki pudo ver cómo Seijuro se sobresaltada por la sorpresa, tal vez no se esperó a que ya estuviera despierto.

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