Elizabeth

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Era un nuevo día, me desperté con la intensa luz en mi cara y el estrambótico sonido de la alarma del celular

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Era un nuevo día, me desperté con la intensa luz en mi cara y el estrambótico sonido de la alarma del celular. Me costaba abrir los ojos. Mire la hora, eran las 8;15 a.m. Me levanté y me fui a duchar.

Anoche, todo fue tan extraño... Bueno, de igual manera, jamás le volveré a ver, como con toda la gente con la que me relaciono alguna vez en mi vida. Me reí para mis adentros.

Decidí colocarme un vestido gris, ceñido al cuerpo, tacones pálidos y mi abrigo beige favorito de siempre para ir a trabajar.

Trabajaba en la prestigiosa empresa Cartiers & Couls, como gerente en la línea de inversiones, posición que me costó mucho trabajo conseguir y por supuesto una enorme confianza en mí misma.

No tenía muchos amigos. En realidad, no tenía uno sólo, me pasé la vida estudiando, pregrados, maestrías y demás, trabajando y trabajando, para conseguir "lo que quería".

Eso sí, compañeros tenía muchos, y relaciones importantes, esas eran mi fuerte, después de todo así es como funcionaba el mundo.

Sin embargo, era curioso para mí el hecho de que muchas personas a mi alrededor creían que todo lo que tenía era porque "había nacido en cuna de oro", que mi vida había sido fácil y que todo me lo sirvieron en bandeja de plata. Ay si me conocieran.

Pero al pasar del tiempo, me fui acostumbrando, a que la gente solo me mirara de lejos, algunos inclusive me temían, aún no entendía bien la razón, tal vez los intimidaba, pues en el transcurso de mi vida, me fui volviendo una mujer de carácter fuerte y que más podías esperar, tratando de sobrevivir en un mundo de "hombres". Por otra parte, no faltaban las personas que me tenían envidia, después de todo, era la gerente más joven en la historia de la compañía.

De seguro a muchos les daría un infarto si supieran que esta vida me parecía una estupidez. Todo era tan monótono, tan previsible y esquemático, el mundo de los negocios... no tiene nada de divertido.

¿Y qué tal si solo me fuera a viajar por el mundo? Tal vez de mochilera, o pintando cuadros en cada lugar nuevo que conociera, o ¿Qué tal si me dedicara a la música? De pequeña eso era lo que me llenaba el alma...

Pero todo quedaba en simples sueños, "Sueños locos" de los cuales jamás sabría si habrían resultado. A final de cuentas, estaba aquí porque prefería la estabilidad a la incertidumbre de una vida de aventuras.

Entré a la oficina y prendí la laptop. Vi de reojo que Caroline venía apurada a mi oficina. Entró rápidamente y cerró la puerta con llave.

— ¿Qué sucede Caro? – Pregunté.

—¿Cómo que qué sucede?¡Cuéntamelo todo!, como te fue anoche? ¡Debió ser fenomenal, como para que traigas ojeras y mal del día después!

La miré extrañada, no sabía que me veía así.

¡Ojeras! ¡Como es eso posible!, tiene razón que vino corriendo a preguntar. Yo nunca bebía y tampoco trasnochaba, pero anoche... fue diferente.

— No pasó nada, solo decidí divertirme un rato, ya era momento, además al principio todo fue aburrido, igual que siempre... — Le dije sin dar mayor importancia.

— ¿Pero dime, conociste a alguien? ¿Por fin?

Bajé la mirada.

— No hay nadie a quien conocer, ni que quiera conocerme, sabes que no creo en nada de eso, la gente va y viene, así es la vida y se acabó.

— Lizzy... algún día, tendrás que tragarte tus palabras...

La miré y nos echamos a reír, las dos sabíamos que eso era algo casi imposible.

El día transcurrió lentamente, honestamente no me podía concentrar... No sé... había algo que acaparaba mi atención.

¿Acaso se trataba de aquel hombre? Pero que tontería.

A final de cuentas sólo fue una noche, olvidable.

¿Olvidable? 

Suspiré.

Ya está, solo fue algo sin importancia. Como la mayoría de las cosas en la vida actual.

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