𝕷𝖚𝖟 𝖊𝖓 𝖑𝖆𝖘 𝖙𝖎𝖓𝖎𝖊𝖇𝖑𝖆𝖘

Capítulo 5

Diamante se despertó a las 7 am, estar trasnochado no era una excusa para levantarse tarde. Dormir unas cuatro horas, era suficiente. Cuando llegó al comedor para beber su café acompañado de algunas tostadas, esperó que Mina se asomara a hacerle compañía, pero no lo hizo. De seguro seguía molesta por la discusión de hace unas horas atrás. Sonrió al recordar las mejillas ruborizadas de la chica cuando mencionó lo de su escasa experiencia. Era cierto que no le gustaba relacionarse con otras personas, pero le causaba satisfacción incomodar a aquellas que insistían en saber más de él.

Pasó la hora del desayuno y no había rastro de la rubia. Diamante llamó a la puerta, no era que estuviera preocupado, pero necesitaba comprobar si ella estaba ahí.

— Así que se ha ido —murmuró al abrir la puerta de la recámara.

La cama estaba ordenada, tal vez ni había dormido en el lugar. De seguro se había marchado hace unas horas, en el momento que se sintió ofendida por llamarla "inexperta". Diamante se encogió de hombros, suspiró con alivio... ella ya no era asunto suyo, así que se dispuso a ordenar sus cosas sin darle más vueltas. Tenía algunas fechas que alterar de sus documentos, así que fue a su oficina y se sentó en la computadora, luego de un rato, notó que sus libros no estaban en la posición de siempre, había un par de textos caídos... les faltaba apoyo, o sea que, había un espacio... faltaba un libro, definitivamente. Se levantó del escritorio y caminó hacia la estantería.

— ¡Mierda! Se llevó el libro de mi madre —masculló y salió del despacho, directo al estacionamiento para subirse a su auto. Tenía que encontrar a Mina, no podía permitir que ese libro cayera en manos equivocadas, tenía demasiada información sobre su condición.

No tenía idea de dónde encontrar a Mina, tal vez había sido un error no escucharla cuando hablaba, hacerle callar y no preguntar su domicilio. ¿Y si le preguntaba a Lita? Ella debe saberlo, sin duda, pero... ¿hablarle a esa chica? ¿pedir ayuda a una mortal? ¿no existe una opción menos irritante al menos? Diamante bufó y tomó el camino para ir hasta el local de Lita. En el desvío, divisó una silueta femenina, estaba sentada a un costado de aquella laguna. Sintió alivio de no tener que preguntarle a Lita sobre Mina, pero también un enorme coraje. Mina se había entrometido en sus cosas personales. Frenó el automóvil bruscamente y se bajó furioso.

— Dame mi libro ¡Ahora! —habló con voz firme y extendió la mano esperando que Mina devolviera el texto. Ella no se movió, estaba de rodillas en el suelo, el cabello le cubría el rostro. Diamante la observó, seguro había leído el libro completo y ahora estaba anonadada de tanta información—. Rompiste la regla de no hurgar mis cosas. Entraste a mi despecho y te llevaste un libro de mucho valor para mí, así que es todo ¡No quiero saber más de ti! Así que devuelve lo que me pertenece para poder volver a mi hogar.

Mina se giró para mirarle, una brisa agitó su cabello, descubriendo su rostro bañado en lágrimas.

— Lo siento... yo... —Mina no terminó de hablar, su voz se quebró y lloró mientras Diamante la observaba.

— ¡Mi libro! —dijo él con voz áspera luego de un rato. Mina paró de llorar.

— Sé que no debí, pero había mucho que necesitaba saber —dijo Mina con voz trémula—. ¿Puedo quedármelo unos días? No he terminado de leerlo y hay tanto que debo saber...

— ¡No! Por supuesto que no. Ni siquiera te lo presté en primer lugar.

— Perdón... pero tú no decías nada y yo quería saber tantas cosas sobre lo que soy ahora —dijo Mina cogiendo con fuerza el libro entre sus brazos.

— No es mi problema. Devuelve mi libro —Diamante habló con autoridad y se acercó a ella para arrebatárselo, pero Mina forcejeo.

— Entiendo que lo quieras de vuelta, pero lo necesito ¡por favor! Sé que es importante porque lo escribió tu madre... pero gracias a ello recordé que perdí a mi padre en esta laguna —explicó Mina entre tirones. Diamante la dejó.