CUANDO DESPIERTES

52 4 0
                                        

CUANDO DESPIERTES

Cuando veo tus ojos, veo la luz que quisiera ver al final del túnel. Desde el día en que nací, nunca me sentí aceptado en la sociedad. Siempre persiguiendo nubes, mirando al cielo, pensando "quisiera estar allá arriba". Porque el mundo me parecía tan simple. Tan rutinario, y tantas personas, todas iguales, con las mismas metas. Dinero, autos, casas, popularidad. Hablando de esta última, yo era bastante popular. Recuerdo que las chicas me seguían. Buscaban algo en mí. ¿Mi personalidad? No lo creo. Quizá era mi físico, quizá era por mi aspecto prometedor a ser el sucesor de una de las empresas más grandes del país. Es irónico, ¿no? yo era un "ejemplo", una "figura" para una sociedad, una sociedad a la que yo sentía que no pertenecía. Sin embargo, lo sorprendente es, que todo eso cambio el día en que te conocí. Recuerdo la primera vez que te vi. Fue en un parque mientras caminaba hacia la universidad. Yo pasaba por el costado derecho de la fuente con aquellos ángeles de mármol, que, por alguna razón, al arquitecto le pareció ingeniosa la idea de que estuviesen orinando. Tu por el contrario, ibas caminabas por el lado izquierdo. Recuerdo el verte, recuerdo ese pequeño paro cardiaco que me dio al mirar tus ojos por primera vez. Tu mirada, y mi sonrisa de bobo, que te hizo sonreír y me mostro por primera vez lo hermosa que puede ser una sonrisa. No lo pude evitar, tenía que seguirte con la mirada, tenía que saber que te volvería a ver. Recuerdo mirar en tu mochila un pequeño llavero de un lobo. Si, un lobo, la mascota de la universidad a la que asistía. Así que me marche, procurando pasar al siguiente día por el mismo lugar, y a la misma hora. Y así, te mire de nuevo. Esta vez pude darme cuenta de todo tu conjunto, de pies a cabeza. Unos vaqueros, una blusa a cuadros, unos converse negros y una mochila roja. Pero aun así, no me atreví a hablarte. Repetí mi rutina al día siguiente, y al siguiente, y al siguiente. Así fue por varios días, no sabía qué era lo que me hipnotizaba de ti. El simple hecho de mirarte caminar a un costado de la fuente, con la brisa del agua moviendo tu cabello y tu mano sujetándolo un poco para no despeinarte, hacia un poco mejor mis días. Así mismo, ¿recuerdas la primera vez que te hable? Si, fue una tontería, solo lo hice para preguntarte el nombre de la calle del parque. Recuerdo que me dijiste -¿No la sabes? He visto que vienes aquí todos los días-. Sí, me sentí un tonto, pero en aquel momento, me enamore de tu voz. Después de eso salimos en varias citas. Recuerdo las conversaciones deliciosas acerca de Shakespeare que teníamos, y recuerdo la nada discreta risa que te dio cuando te dije que el único Shakespeare que conocía era Chespirito. Si, pasaron meses, entonces salimos juntos, nos convertimos en pareja, en un noviazgo feliz. Así mismo, viene a mi mente la noche que hicimos el amor. Tú eras preciosa esa noche, la luna estuvo más cerca de mi ventana. Tus felinos ojos brillaban a través de la oscuridad. Es gracioso que esa fuera la primera vez que te dije que te amaba. Fui feliz, ¿lo sabías? Fui feliz por tenerte junto a mí. Porque el mundo dejo de girar, porque tú eras mi mundo. Me sentí aceptado por ti, me sentí parte de ti. Tus ojitos bien grandes, viéndome y tus labios diciendo "te amo". Esa fue la noche más maravillosa de mi vida. ¿Y sabes por qué? En ese momento, pude hacerte una promesa. Te dije que yo te cuidaría para siempre. Todos esos años, tú te convertiste en mi ángel, me cuidaste, me salvaste de mi mismo cuando más lo necesitaba. Me diste auxilio, me consolaste cuando estaba triste, y jamás me dejaste sentirme solo. Oh mi pequeña Ana,  cuanto quisiera que volvieses a abrir los ojos. Cuanto quisiera volver a ver esa hermosa y tierna mirada y escuchar un te amo de tus labios. Has estado en coma desde hace exactamente un año. Ayer los doctores desesperanzados me dijeron que la probabilidad de que despiertes es poca y que lo mejor sería desconectarte. Pero no lo haré, me quedare aquí a tu lado siempre. Porque te amo, porque recuerdo tu dulce mirada, porque no partiré de este mundo, hasta volver a ver tus lindos ojos. Tú fuiste mi ángel y no me dejaste solo, y ahora me toca a mí hacer lo mismo. Algún día volveremos a estar juntos, te lo prometo. Gracias por toda pequeña. Gracias por darme una meta para mi vida. Cuidar de ti, hasta mi último aliento. Gracias por darme una razón de ser, gracias por dejarme compartir cada momento de mi vida contigo. Gracias por amarme por lo que fui. Espero el día en que despiertes, para volver a caminar juntos por aquel parque. Pero si no llegases a despertar, entonces deseo que llegue el día, en que podamos volar juntos por el cielo, por la eternidad.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Feb 06, 2015 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Hablando SoloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora