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25 años atrás

-¡por que nunca obedece lo que te ordeno!-

Allí estaba la habitual pelea.

-¡no vas a decirme que hacer!¡¡es mi vida!!-

Y siempre terminaba igual.

Jungkook le daba esas miradas amenazantes antes de estallar y revolear algo como la mesa, los vasos, cuchillos. O como en este caso, directamente estrello su puño contra su rostro.

Desde siempre tuvo problemas de ira, cuando se conocieron en la secundaria, jeon era el chico irascible que golpeaba a cualquiera que se interpusiera en su camino, en cada discusión el no podía contenerse y siempre terminaba a los golpes.

Pero jimin pensó que el amor lo cambiaría.

Que estupido.

Por eso estaba en aquella situación, no era la primera vez en los dos últimos años.

Cuando cumplieron los 20, jeon le propuso matrimonio y como cualquier joven enamorado, aceptó sin rechistar.

Todo fue bien durante cinco años, las peleas no faltaron y los ataques de ira del pelinegro tampoco. Pero lo aguantaba y justificaba.

Pero estos dos últimos años algo cambió, estaban descontrolado, si no le gustaba la comida ya era un motivo para estallar y romper cosas, hasta golpearlo a el.

El actual problema era que jungkook había encontrado a jimin trabajando en una cafetería. El no lo dejaba trabajar, quería que estuviese todo el día solo y aburrido en la casa, pero jimin se negaba, por lo que a escondidas se consiguió un empleo de tarde.

Esto no podía continuar así, lo sabía, sabía que tenía que irse pero lo amaba tanto que le costaba horrores.

-no estás bien jungkook, busca ayuda-

Se levantó del piso donde había caído mientras se secaba la sangre del pómulo.

-¡no me digas que hacer pedazo de inútil!- volvió a derribarlo y patearlo- ¡eres una puta zorra desesperada!¿¿Así que el señorito quiere trabajar??-

Una de las cosas que más enfurecia a Jeon era que jimin nunca se quedaba sin responder por más asustado que estuviese.

Sus ojos brillaban de maldad cuando lo tomo de la camisa para levantarlo.

-¡quieres que me quede aquí encerrado toda la vida mientras tu te vas a coger con tus putas!¡no vas a obligarme!-

-¿a que no?-

El más alto sonrio como un loco y lo tomo de los pelos para arrastrarlo por las escaleras, luego lo empujo dentro de la habitación y puso el seguro.

-¡allí te quedaras!¡aprende a cerrar las piernas!-

Y hablaba enserio, eso lo sabía, no era la primera vez.

Por más que llorara, gritara o golpearse sus puños contra la puerta, allí se quedaría por tres días.

Pero todo tenía un límite.

si no te valoré •Kookmin/Vmin•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora