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27/10/18
Me desperté con un sueño terrible; estar hasta tan tarde dando vueltas por la calle no es algo que suela hacer muy a menudo.
Por ese mismo motivo, junto con a la hora a la que llegué, mi padre me castigó.

Cuando llegué anoche fui aterrorizada, pero por mi sorpresa, mi padre se veía muy sereno, incluso más de lo normal.
Simplemente se me quedó mirando, con una visible cara de tener sueño, y a los segundos, solo se limitó a decirme: 'Estás castigada'.

Obviamente, no rechisté y le di las buenas noches, dirigiéndome a mi habitación. Si hubiera sido un castigo injusto posiblemente me hubiera quejado, pero esta vez tenía más que claro que le mentí y luego ni si quiera le avisé de las horas a las que llegaría. Estoy segura de que estaba muy preocupado por mí; al fin y al cabo, ni si quiera el teléfono estaba operativo.

Eran las 7am. De un sábado, sí. Siempre intento seguir mi rutina de universidad incluyendo findes y festivos. Suelo utilizar este tiempo para dedicármelo simplemente a mí, desconectando del móvil.

Me lavé la cara y sin si quiera cambiarme el pijama, me puse a meditar. Normalmente medito cerca de unos 45 minutos cada día. Mi madre me enseñó a hacer esto desde muy pequeña y en poco tiempo se volvió parte de mi rutina. No se suele ver pero tiene muchos beneficios, más de los que la gente cree.

Mientras meditaba, vagaba entre mis pensamientos, hasta que, de momento: Yon, estás castigada, no podrás ver al chico. Di un salto, justo ahora caía en que me dijo de quedar en una semana, y en que yo sin pensarlo, acepté.
¿Problema? Mi padre me castigó 2 semanas y no tengo forma de hacérselo llegar a Lucas.

Exhausta, me tiré a la cama, interrumpiendo la meditación: ¿cómo se supone que iba a ser capaz de concentrarme en meditar si pensamientos así se me acababan pasando por la cabeza? Así no es como funciona una meditación, desde luego que no estaba presente en mente en ese momento.

Bajé a desayunar y por sorpresa, mi padre también se había levantado.

— Buenos días, cariño — balbuceó concentrado mientras colocaba unas cosas.

— Buenos días papá — dije mientras cogía un tazón para hacerme leche con cereales.

Como siempre, cada uno seguimos en lo nuestro, y ninguno mencionó nada sobre lo ocurrido ayer.
La verdad no hice nada del otro mundo, pero sé que mi padre no está acostumbrado a que haga ese tipo de cosas, que realmente son las "normales" que haría un adolescente de mi edad. Suspiré y seguí con lo que estaba.

— ¿Sabes papá...? — hice una pausa para asegurarme de que prestaba atención.

— ¿Sí? — movió la cabeza para encontrarme.

— El viernes que viene he quedado con un chico y pues... — dije lo más tranquila que pude, tenía la esperanza de que se ablandaría y me levantaría el castigo, al menos por ese día.

Mi padre y yo tenemos mucha confianza así que hablar de este tipo de temas nunca ha sido un gran problema. Las pocas veces que he quedado con algún otro chaval siempre se las mencionaba, y él, como un padre debe hacer, las aceptaba sin poner ninguna pega. Es como si fuese un amigo más.

— Yon, esta vez no — contestó seco — Ya sabes que no tengo ningún problema con que quedes con chicos, pero estás castigada y tienes que cumplirlo.

Justo lo contrario que esperaba que pasara. No hablé y me llevé el tazón ya hecho a mi habitación. No estaba de humor para quedarme allí, prefería desayunar en mi habitación mientras estudiaba o veía alguna serie.

02/11/18

El sonido del timbre de casa me despertó. 7:30pm. Quise echarme una siesta porque todavía estaba resentida por el castigo de hace una semana, pero se fue de las manos y me dormí más de lo previsto.
Al oír como se abría la puerta, supuse que mi padre se ocuparía de la persona que había llamado, así que todavía adormilada, volví a tumbarme.

— ¿Te conozco? — oí la voz de mi padre a lo lejos, ya casi dormida de nuevo.

— Uhm... ¿No vive aquí...? — respondió una voz con un atisbo de duda, como sin saber qué decir, que cada vez me resultaba más familiar.

Salté de la cama.

— ¡Ah! Buscas a Yon.

Mierda papá. No tendrías que haberle dicho mi nombre.
Puse aún más atención a la conversación, esperando a que mi padre lo echara.

— Bueno, lo siento mucho pero Yon está castigada, no puede salir — dijo por fin mi padre.

— Sí, lo sé, ya me lo dijo. Pero tenemos que hacer un proyecto para la universidad y me dijo que viniese aquí — contestó totalmente natural, no parecía que estuviese mintiendo.

Mi cara en ese momento se descompuso. Por qué ese capullo podía decir algo que sonaba tan convincente en apenas unos segundos. Crucé los dedos para que mi padre recordara lo que le dije del chico con el que había quedado y que pillara la mentira.

— Ya veo, pasa, si es para eso eres bienvenido — pausó — Está arriba.

El pánico se apoderó de mi cuerpo. Creo que ya me queda claro que mi padre no me presta tanta atención como pensaba. Y que Lucas tenía dotes como mentiroso —seguro mentir a tantas chicas le ha dado práctica — dije para mí misma.

Ahora bien, se empezaron a escuchar cómo pisaba las escaleras. Y ahí caí en que estaba con mis shorts y camiseta de tirantes que utilizaba para dormir.
Cerré el pestillo de la habitación y como loca empecé a buscar entre la ropa.
De momento escuché el ruido en seco de que alguien se paraba frente a la puerta.

— ¿Qué haces aquí? — pregunté, todavía agitada, con tono borde.

— Dijimos de vernos el viernes ¿no? — se escuchó una risa ronca.

Joder, esto no iba bien.

sempiterno. - wong yukheiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora