•Capitulo 3•
(Parte dos)
Madison.Armodazo mis muñecas a las barras que rodeaba la cama con unas esposas y unas cadenas.
Arquero mis espaldas disfrutando casa tacto de sus manos hacia mi cuerpo.
Tenía tanto tiempo sin sentirme así de vulnerable...
Él sonrió, masajeando la zona dolorida con la palma hasta que se me fue inevitable volver a gemir, extasiada. Tener los brazos en alto exponía aún más mis pechos, y Luke sabía aprovechar bien todas las ventajas. Añadió otro punto más de placer cuando selló mis labios con su boca tibia. Por un momento, la sobrecarga de estímulos fue demasiado.
Jamás me he sentido así.
Creí que perdería el sentido: la mano infatigable sobre mi sexo, la otra castigando mis pezones, y la lengua y los labios laxos, pero exigentes, sobre mi boca. El orgasmo se acercaba de manera violenta y gemi, moviendo las caderas para aumentar la fricción. Solo necesitaba un poco más. Unos segundos más, un roce más, unos milímetros más para dejarme caer y liberar toda la contención de aquella noche.
Pero un castigo es un castigo.
Rompió el contacto de manera brusca, arrancándome la esperanza de disfrutar de aquel exuberante orgasmo. Hambrienta, en un movimiento involuntario por intentar acercarme a el deje caer mi torso desnudo, pero se vio retenido por las ataduras.
-Luke... -repetí, sin fuerzas, clamando por un clímax y el sudor brotando de mi piel.
Volvió a acercarse y esbozó una sonrisa tenue, casi condescendiente. Deslizó las manos por el contorno de mi cintura, clavando sus dedos contra mi piel. Volvió a cerrar los muslos en otro intento desesperado por aliviarme, pero él, de nuevo, descubrió mis intenciones.
-Niña malcriada... te he dicho que no te muevas. - Volví a gemir casi de forma involuntaria, su voz era adictiva. Casi podía sentir la lengua en mi interior. La idea de dejarme caer en la autoridad de sus palabras me excitaba aún más-. Abre las piernas.
Luke se alejó, pero no fue muy lejos. Lo ví traer una barra separadora de la que pendían dos tobilleras.
No! -protesté, en un intento inútil de detenerlo. Pero Luke fijó mis tobillos sin dificultad, separándolos alrededor de un metro. Ahora no podía cerrar las piernas y me sentía más expuesta que nunca. Percibí la humedad caliente descender por el interior de mis muslos y me retorcí al sentir el aliento cálido de su boca masculina, situada a tan solo unos milímetros de mi sexo.
-¡Luke! -grite, cuando él hundió la cara entre mis piernas.
Me tense como la cuerda de un arco. La lengua recorrió mis labios y lamió su hendidura de camino hacia el clítoris, libando una y otra vez con una lentitud enloquecedora. Tire de las esposas, ansiando enterrar los dedos en su pelo, pero las ataduras frustraban mis esfuerzos.
Luke se aferró a mis caderas, inmovilizándome aún más, para dejarla completamente a su merced mientras su lengua me penetraba de manera infatigable. Cerré los ojos, conteniendo los jadeos. Intentaba controlar mis instinto con todos los medios a mi alcance, para racionalizar la excitación y las sensaciones para evitar la carrera desesperada hacia el orgasmo, pero Luke no le permitía pensar. Cuando sintí sus dedos excursionar entre mis glúteos, volviendo así a la placentera tortura. Me penetró tan sólo unos centímetros, mientras mi vaginal era paladeada por su lengua. El orgasmo se hacía presente de nuevo de un delgado hilo de voluntad y el gruñir excitado de Luke me hizo retorcerme hasta el dolor.
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la era de los pecados placenteros
RomansaQuédate con el que te haga sentir mariposas en el clítoris, lo del estómago es puro cuento *** ¿Hola nena quieres jugar? ...