Capítulo 1

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—YA HE OÍDO EL DESPERTADOR ABUELA NO NECESITO UNO HUMANO!

—Perdón cariño pero no quería que llegaras tarde en tu primer día.

No me gusta gritarle a mi abuela pero odio que me despierten, odio las mañanas y odio madrugar.

—Lo sé, siento haberte gritado abuela pero ya sabes como está mi humor por la mañana.

—Sí cielo no te preocupes, te he preparado el desayuno date prisa.

—Gracias abu, ya voy.

Es mi primer día del último año de instituto. Odio el instituto. No es que saque malas notas, de hecho, saco de las mejores, pero me amarga la existencia.

Vivo con mi abuela desde que mi madre murió hace 5 años y mi padre me abandonó, al fin y al cabo, nunca le habíamos importado lo más mínimo ni mi madre ni yo.

Mis padres no eran el típico matrimonio feliz, se pasaban el día y la noche discutiendo y gritándose, más de una vez encontré a mi madre con un ojo morado o el labio partido, pero no pude hacer mucho por ella, pues cada vez que intentaba meterme en medio, era yo la que acababa así, supongo que era demasiado pequeña como para comprender lo que aquello significaba. Mi abuela jamás supo de aquello, y jamás debe enterarse. La culpa la consumiría sin razón y no quiero que eso pase.

Nada más morir mi madre, mi padre se largó sin siquiera mirarme a la cara y no lo volví a ver desde entonces. Y siendo sinceros, espero no hacerlo nunca.

En cuanto a mi madre y a mí, no teníamos una relación perfecta, pero nos queríamos mucho. Cuando ella murió, dejé de comer, de reír, incluso de llorar, simplemente me mantenía viva, hasta que mi abuela se vio obligada a llevarme al psiquiatra. Estuve yendo 3 años hasta que conocí a Grace, mi mejor amiga actualmente, y ella consiguió hacerme sentir de nuevo.


Finalmente me levanto de la cama y me decido a hacer algo productivo, como ir al instituto con mi moto y acompañada de Grace, que me agarra la espalda con fuerza sentada detrás de mí.

***

Las tres primeras horas me han pasado rápido, el primer día no solemos hacer mucho así que me he ahorrado maldecir las vidas de todos mis profesores.

Sabes que eso no durará mucho tiempo querida.

En eso estamos de acuerdo conciencia.

—¡Ali! ¡Tenemos que bajar a la cafetería ahora mismo!—chilla Grace, sacándome de mis charlas mentales.

—¿Qué? ¿Por qué tanta prisa?

—¿Es que no me has prestado atención? ¡Ha llegado un chico nuevo y está buenorro! ¡Vamos, tenemos que ir a verlo!

—Por dios, es que no sabes hablar sin gritar? Además, que más me da a mí, como si es Brad Pitt.

Amas a Brad Pitt, si hasta tienes sueños eróticos con él guarra.

Shh, me distraes.

Grace no me deja tiempo para volver a quejarme, ya está corriendo tirando de mi brazo en dirección a la cafetería. En serio, ¿que obsesión tienen todas con ir detrás de los chicos? Nunca lo entenderé.

Cuando llegamos a la cafetería, efectivamente, hay como unas veinte chicas alrededor de una figura masculina muy alta, en la que apenas me fijo, mirando y cuchicheando descaradamente e incluso interrogando al pobre chico.
En este momento, me compadezco de él, nunca he soportado a las chicas gritonas y escandalosas de mi edad. Grace lo es en cierto modo, pero tiene su lado tranquilo, que es el que normalmente usa conmigo, ha estado a mi lado cuando más la necesitaba y por ello la adoro.

La luz de mi tormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora