Ha pasado una semana y media desde mi maravilloso encuentro con don sonrisitas y cada día lo soporto menos. ¿Cómo puede estar siempre tan feliz y sonriente? Agh, lo odio.
Son las 3 de la mañana y no puedo dormir, las malditas pesadillas han vuelto a atormentarme. Me levanto de la cama sin hacer ruido, me pongo mi ropa de deporte y salgo sigilosamente de casa para no despertar a mi abuela. Grace dice que estoy loca por salir a correr todos los días y que me gusta sufrir pero la realidad es que es la única manera que tengo de despejarme en algún momento del día. Obviamente, no sabe que lo hago a estas horas, me mataría si se enterara, teniendo en cuenta lo miedica y paranoica que es.
Llevo casi una hora corriendo cuando llego a mi sitio especial, es un mirador abandonado que casi nadie conoce y al que solía ir con mi madre. Allí tiramos sus cenizas y voy cada vez que quiero desahogarme y siento que no puedo hacerlo con nadie.
Nada más llegar, me siento en el borde del acantilado, me encanta sentir el aire frio de la noche en la cara y cierro los ojos.
— Hola mamá — sé que no puede oírme, tampoco estoy loca, pero me gusta pensar que sí.
— He vuelto a tener pesadillas, recuerdo cuando me contabas cuentos para que me durmiera cuando era pequeña, jamás tuve nada más que buenos sueños, hasta que te fuiste. Papá desapareció, pero lo prefiero así, ya no podrá hacerme más daño así que no debes preocuparte por mí, estoy bien, la abuela cuida de mí— un nudo se me empieza a formar en la garganta mientras pronuncio eso último.
Me quedo callada unos segundos.
— Te echo de menos mamá, vuelve conmigo porfavor — suplico con la voz rota.
Las lágrimas amenazan con salir y decido darles vía libre, pues nadie puede verme ahora. Noto como se me van cerrando los ojos y poco a poco me voy quedando dormida en la hierba.
— ¿Alison? ¿Estás bien? ¿Qué haces aquí? — me despierto del susto al escuchar esa voz, esa maldita voz.
— Joder, que susto me has dado Tyler — digo poniendome de pie. Ni siquiera sé cuánto tiempo llevo durmiendo.
— Lo siento pero si veo a una chica tumbada al borde de un acantilado a las 4 de la mañana medio inconsciente lo mínimo que puedo hacer es asegurarme de que está bien.
— Ah, si fuera un chico, ¿no lo harías?
— Claro que lo haría, pero, ¿eres una chica, no?
— Eso parece.
— ¿Piensas decirme que cojones haces aquí?
— Podría preguntarte lo mismo a ti.
— Me gusta este sitio.
— Venga ya, si apenas lo conoce nadie, ¿me has seguido?
— Tú lo has dicho, apenas. Y no, no te he seguido, egocéntrica, ¿es que no puedo visitar mi lugar favorito? — pongo mala cara al oír eso último. Es MI lugar favorito y la idea que compartirlo con alguien no me hace gracia, y menos con él.
— ¿A las 4 de la mañana?
— Podría decirte lo mismo a ti — el cabrón sabe como callarme la boca — venga dime, ¿qué hacías?
— No podia dormir y he venido aquí.
— ¿Corriendo? Antes de que digas nada, lo digo por la ropa que llevas.
— Sí, me gusta correr.
— Que ganas de sufrir.
— Creo que te llevarías bien con mi mejor amiga.
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La luz de mi tormenta
RomanceAlison Jones no cree en el amor y no tiene intención de hacerlo. Mientras, Tyler Smith, el chico nuevo es todo un romántico, el chico que toda mujer desearía tener como pareja. Conseguirá él hacer cambiar de opinión a Alison y atravesar esa coraza...