De Panegíricos Y Disecciones [II]

29 1 1
                                    

Sigourney tiene muchos dones.

Muchos, realmente. Es un caso especial. Aunque algunos son dones un poco... inusuales- incluso entre magos. Son tan sutiles que sólo unas pocas brujas pueden reconocer.

Los magos generalmente pueden hacer cosas no tan imperceptibles: como ver el futuro o sintonizar la naturaleza a un punto en que puede traducir otras formas de vida a un lenguaje humano, pueden ver más, sentir más, saber más. Y se nota, en sus auras o en sus ojos, en la manera en que la realidad cede a sus caprichos o la manera en que los demás se ven atraídos a ellos.

(Ella está bendecida con el Carisma, la Gracia, la Astucia.)

Sigourney también tiene los dones que vienen con su magia, claro, como todos los magos. Como Agne, como Evan. Como más tarde los tendrán Everard y Odilia.

(El Viento le regala la Agilidad, la Ligereza, el Silencio.)

Pero.

También tiene el don de la Indocilidad.

Ella no es dócil. No sería considerado un don de no ser que es una contradicción absoluta a la naturaleza de su magia.

El Viento debe ser dócil, pero ella no lo es.

(No por falta de esfuerzo, claro.

Intentaron criarla dentro de un molde y ella se crio a sí misma para no encajar.

Intentaron educarla con pautas y ella empujó fuera de cada barrera.

Intentaron golpearla hasta la sumisión y ella se arrancó el miedo ̶d̶i̶r̶e̶c̶t̶a̶m̶e̶n̶t̶e̶ d̶e̶s̶d̶e̶ s̶u̶ a̶l̶m̶a̶.)

Tiene el don del Desapego.

Ella no siente aferro. No sería considerado un don de no ser que no se aferra ni al sentido de identidad.

Los seres humanos son seres sociales, emocionales, individuales.

Ella es propia de manera abstracta- se aferra y se encierra en sí misma, protegiendo su esencia como un dragón protege su tesoro. Convive con su especie sólo lo justo para sobrevivir. Mide todo lo que le rodea con un sistema de puntos que ha creado ella misma, indiferente a la riqueza, a la salud, al poder o la conveniencia.

Vive bajo su propio concepto de victoria e importancia.

Es caprichosa. Podría encontrar una artesanía barata y decidir que valdría la mitad de la vida de su maestro. Podría encontrar una bolsa de oro y decidir que valdría tanto como su apellido.

(Lo mismo por la que la vendieron sus padres.)

(Es difícil de conseguir, pero ¿es mucho?

No realmente.)

Tiene el don de la Deliberación.

Ella puede controlar sus sentidos e instintos. No sería considerado un don, de no ser que supo cuándo detendría su propia vida.

Cada criatura, por más primitiva o irracional que sea, tiene algún sentido de la autopreservación. Todo se resiste a ser destruido, siglos más adelante podría comprenderse como la Tercera Ley de Newton.

Sin embargo, Sigourney podía detener sus impulsos más básicos con suficiente concentración. Desde el impulso de parpadear hasta el pulso sanguíneo.

Este control no era necesario ni la mitad del tiempo, pero la animó a planear sus metas de maneras precisas y lógicas con cálculos casi matemáticos que nunca fueron comprendidos racionalmente, ella nunca planeó vivir más de lo necesario.

Tampoco menos.

Así que, si alguien pretendiera llevarla al límite de su ingenio o de su salud, ella podría decidir deliberadamente no terminar. No finalizar. No acabar. Alargar sus límites hasta que se sintiera satisfecha.

Pudo haber sido inmortal y humana (si lo hubiera deseado).

(Nunca deseó ser inmortal o humana.)

Sigourney está maldita con bendiciones. Ella lo sabe a un nivel espiritual, no es algo que se pueda poner en palabras. (No encaja, no pertenece, no se queda.)

Era una mujer aterradora, adelantada a su época

(Fue llamada monstruo y prodigio.)

Y nunca fue del todo humana.

No se doblega a las reglas terrenales, no sufre cuando abandona la parte de su alma que la limita y sabe cuándo todo debe de acabar.

Pero tiene sentido. Tiene sentido que ella no tuviera sentido. Que estuviera compuesta de contradicciones en su magia, en su naturaleza, en su raza y su personalidad.

Y cuando finalmente está

del otro lado,

sabe qué pasos dar

y a dónde ir.

No vaga sin rumbo.

No desaparece en El Todo.

(Ella finalmente encuentra a donde quiere pertenecer.)

AcaecimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora