[EPMyHT] 27 de octubre de 1220

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Evan toma la manía de olfatear como un perro todo lo que llega a sus manos.

Ninguna de sus maestras lo critica, ni siquiera lo señalan- es más, Evan está seguro de que se permiten ser más raras en su presencia ahora sabiendo que Evan comprendía lo que estaban haciendo; como cuando de la nada cualquiera de ellas le arrebataría lo que el menor tuviera en las manos (Sigourney de repente, Agne lentamente) y se lo llevarían a la nariz en lugar de preguntarle de dónde lo obtuvo, cuando rebuscarían olores en cualquier lugar al que entraran o todo lo que pretendieran llevarse a la boca.

De la misma forma, el Aprendiz no puede evitar la fascinación cuando descubre el pequeño truco de separar el viento para conseguir un solo rastro de aroma. Los olores y cada una de las cosas que flotan en el aire tienen formas distintas, como un trenzado específico para cada hilo que compone su magia y, de esas figuras, Evan empieza a aprender el lenguaje de líneas del Viento.

Hubiera deseado que Agne le enseñara esto antes, todo hubiera sido mucho más fácil. Incluso si es una acción delicada y tal vez un poco desesperante, le parece más fácil de lo que fue transformarse o volar. Es similar a cuando obligaba a Librado a respirar, más delicado y depende casi enteramente de su olfato, sin poder ver adecuadamente la magia como un Mago o Iateger.

Pero se obsesiona un poco con descifrar cada aroma que le gusta y su control mejora drásticamente.

—Si tienes facilidad para dirigir el Viento —Agne básicamente flota, caminando sobre una rama que debería romperse bajo su peso, pero que la sostiene como si nada, viendo a Evan desde arriba, que trata de identificar los componentes de una poción que Sigourney le prestó en uno de esos raros momentos donde ambas están monitoreando su entrenamiento. —Deberías empezar a usar armas que se apoyen en el Viento, como el arco.

Sigourney hizo un ruido de desagrado, afilando la extraña punta de la ji o como se llamara la cosa que llevaba con ella a cada pelea. —El arco es molesto.

—Pero es útil, deberías aprender a usarlo —insistió la Iateger, bajando la voz con timidez— Tal vez... Te guste.

No es como si Evan no supiera usar armas. Había sido una de las primeras cosas que aprendió llegando en la milicia después de todo, primero cuchillos y luego espadas, aunque había empezado a usar un escudo sólo poco después de haberlas conocido; era demasiado pesado para él antes y no lo siguió entrenando una vez que inició con la magia, no le era tan familiar.

Sabía usar la espada también sobre el caballo y cambiando manos, lo habían cuestionado porque nadie sabía cuándo aprendió eso, pero él había practicado con palos de madera en los largos ratos que pasaba solo, no es como si fuera a golpear al caballo o rebanarse una mano, así que estaba bien.

Aunque ahora, viendo la variedad de cosas que Sigourney podía manejar, incluyendo armas extranjeras y su propia magia, Evan supone que su propio repertorio de armas es escaso.


De todas formas, sigue aprendiendo. Los escudos ya no le pesan tanto ahora y las espadas ya no le quedan enormes, así que, la próxima vez que tiene tiempo para entrenar por su cuenta, decide tomar el arco. No se lo habían dado antes, pero cuando tiene el campo de tiro para sí mismo en algún momento antes del anochecer, toma la oportunidad.

Imita lo que ha visto a otros soldados hacer: pone la flecha en él y apunta.

El arco es inesperadamente difícil de abrir- su brazo tiembla un poco cuando llega a la completa capacidad y lucha un poco para entender cómo apuntar, guiándose por pura lógica.

Cuando suelta la cuerda, esta le pega en el antebrazo y los dedos, la flecha vuela en una curva extraña y se entierra en el suelo justo antes de llegar a la diana.

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