[EPMyHT] 8 de febrero de 1219

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Prólogo

El mundo que conoces pierde muchas de las cosas que lo vuelven aterrador una vez que te encuentras con la verdadera magia, una vez que la tienes en tus manos, una vez que forma parte de tu alma.

Conocer la magia es conocer un mundo nuevo, es ver cosas que nadie más ve, escuchar, tocar, entender.

También significa una variedad de cosas desconocidas, cosas que no forman parte de la Tierra y que no está hechas para ser entendidas de este lado de la realidad. Es descubrir un millón de nuevas cosas aterradoras a su manera, enfrentarse a un mundo desconocido y tener que permitirle amoldarte para encajar en él.

Evan siente como si estuvieran arrancando la piel de su espalda, arde como debe arder el hierro caliente y lo hace caer de rodillas arañando el suelo; pero la peor parte es en la que siente cómo una aguja helada se clava desde su piel viva hasta el centro de su pecho, conectando el dolor con algo dentro de él, profundo y entrañado, inyectando una sensación fría que llena su visión de colores caleidoscópicos y lo hace creer que podría morir de dolor en ese momento.

Es demasiado. Cierra los ojos y desea no abrirlos de nuevo hasta que todo haya pasado.

Puede ver el cielo del amanecer por la ventana de su habitación, pintado en colores cálidos y sintiendo las cobijas ásperas contra su pecho. Se ve brillante y profundo, espolvoreado con débiles estrellas que se desvanecen conforme al día comienza.

Se ve... extraño, como si toda su vida sólo hubiera conocido una pintura y nunca hubiera visto el cielo real.

Se sienta en la cama y pasa una mano por su espalda, esperando encontrar vendajes o una textura irregular como de cicatrices, pero no encuentra nada.

Levanta los brazos y se estira, preguntándose si el dolor siquiera existió cuando no queda ningún rastro de él. Se siente ligero y despierto, como si hubiera dormido por primera vez en varios días. Se siente excelente.

Se levanta de la cama y se viste con su uniforme, confundido de la hora, de dónde debe estar, de lo que sucedió.

Mira la piedra del marco de la ventana otra vez, sintiendo que se ve diferente este día, por alguna razón, la textura de su ropa también es extraña, todo el mundo parece como si estuviera más cerca de sus ojos.

Percibe la puerta moverse antes de que se abra y salta en su sitio cuando ve a Agne asomarse, viéndose contenta.

—Finalmente despertaste, te estamos esperando.

—¿Qué pasó? —Evan se acercó a ella, sintiendo sus pasos firmes mientras el suelo apenas toca sus pies.

—Ganaste el símbolo del Viento —ella sacudió las manos, con una sonrisa enorme. —Ya podemos empezar el entrenamiento con magia, oficialmente eres el Aprendiz del Viento.

—¿No ya lo era?

Agne hizo un gesto con la mano y Evan abrió bien los ojos cuando notó un vago hilo de un claro color inidentificable arrastrarse con el movimiento. —Pero todo parece nuevo ahora, ¿no? —El joven asintió, parpadeando varias veces— Al fin puedes percibir la magia, mi magia.

Evan frunció el ceño, tratando de dilucidar lo que había visto y Agne sonrió otra vez, empujando sus ojos en lunas crecientes. —Vamos a hablar con Sigourney, debes iniciar la parte práctica de tu entrenamiento.

El danés miró con fascinación el rastro de color que siguió a Agne, como una estela; trató de ver sus manos por si había algo similar en él y quedando decepcionado cuando no. Pero, con la curiosidad ardiente que siempre lo impulsó a actuar desde la infancia, marchó tras ella.

Tenía un mundo nuevo que conocer.

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