"Te fuiste sabiendo que nos quedaban millones de estrellas que contar".
Samantha Brown
La sala de emergencia esta atestadas de personas. La voz de la mujer del altavoz se escucha en todos lados.
En estos primeros meses como pasante de medicina ha sido lo peor, específicamente en la sala de urgencia.
Estoy a nada de tener un ataque de pánico, entran y salen muchas personas, según lo que se rumorea la llegada de tantas personas es debido a un incendio en una empresa textil. Hubo muchos heridos de diferentes grados de quemaduras en sus cuerpos. Estoy segura que si fuera otra persona nada acostumbrada a esta vida hubiera vomitado todo el almuerzo sobre un paciente.
También se dice que, casas aledañas sufrieron debido a este incendio.
—Brown— una voz me saca de mis pensamientos. Desmond, se acerca a mí con su sonrisa burlona, llevaba mucho tiempo en este lugar, de ello su padre es el dueño del hospital, sin embargo, no presume de ello, cosa que me agrada de él, no utiliza conexiones para humillar o hacerse sentir superior a los demás.
Verlo con su uniforme de enfermo, era la cosa más hermosa que los ojos podrían admirar y para rematar, trabajaba en la zona de maternidad, ya me imaginaba a las mujeres con esas hormonas revoloteadas suspirando por él y los esposos o parejas, echándoles miradas asesinas.
—Estas que te cagas encima— ríe, debe ser por mi cara de muerta viviente que me delata. suspiro con pesadez.
Desmond Calow, Ha sido prácticamente mi mentor desde que entré a la facultad de medicina, comenzó primero que yo, no obstante, me ha ayudado hasta ahora. En lo que puede, claro está, no por ser el hijo del dueño no corre el peligro de ser despedido por insuficiencia.
—No creo que pueda— agacho la cabeza, creí que podía, saque buenas calificaciones todo iba muy bien, pero al parecer en el campo no se moverme con soltura.
Estoy a nada de que me ingresen por paro cardíaco o estrés.
—Oye, Brown— siento su tacto sobre mi hombro, alzó la cabeza, sonríe amable —eres la mejor lo sabes ¿cierto?, esto es normal, con el paso del tiempo te acostumbraras dice comprensivo.
—¿Cuanto tiempo?... dos meses, un año— digo, pesimista.
—Solo tú, puedes decidir eso.
—Calow, eres el grano perfecto en el culo.
Ríe.
—Lo tomare como un halago.
—Ustedes dos— una áspera voz se hace presente. Miramos al lugar donde proviene. Es mi supervisora que se acerca a nosotros con cara de pocos amigos.
—Brown y Calow, no es hora que coquetear y menos en las horas laborales— dice con voz áspera —esto no es apariencia, mocosos.
—señora, solo estaba ayudando a Brown, no se encuentra bien— se excusa frunciendo el ceño, estos dos no se llevan para nada bien.
—¿Acaso esta embarazada?— pregunta con sorna, Dess es del área de maternidad.
—No, pero...
—Se encontrará peor si no comienza a trabajar.
—¿Que quiere decir?— habla un molesto Desmond acercándose a pasos lentos a la supervisora, lo miro nerviosa, sosteniendo su mano, se detiene, pero no deja de mirar con cara de pocos amigos a la superior. La señora acorta la distancia con una sonrisa burlona.
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El dulce que nos faltó [2] |Trilogía Agridulce|
Romansa"Es destino es cruel, pero más cruel es Alan White". Samanta Brown, después de seis años de perder al hombre que considero el amor de su vida decide darse una oportunidad de vivir de nuevo. Todo comenzó en el baño de los chicos, sumándole a eso un t...