tres: jeno y jaemin.

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Jaemin y Jeno sabían que debían actuar. Ya le dieron mucha rienda suelta a Renjun, y era su turno de contraatacar. Luego de que el menor le explicara todo lo sucedido con el chino (omitiendo algunos detalles), se decidieron por tomarse las cosas un poco más en serio.

Renjun sabía muy bien que ese momento llegaría, pero no de esa manera, no en ese momento, y tan desprevenido. No se esperó ni en un millón de años que el de cabellos rosas lo tomaría fuertemente por la cintura, haciéndolo estremecerse, y obligándolo a girar para encontrarse con sus brillosos orbes.

—Jaemin...

—Renjun.

—¿Qué...? —pero no pudo terminar su frase, ya que los labios ajenos le imposibilitaron añadir otra palabra más.

En fin... Renjun no se quejaba. Claramente no se quejaría al estar compartiendo un beso con uno de los chicos que tanto le gustan. Pero, ¿Y Jeno? ¿Chenle y Jisung? No pensaba darles explicaciones a los menores de por qué motivo, razón o circunstancia tenía la lengua de su compañero en la boca.

—Tranquilo, Ren —dijo el coreano, cómo si le leyera la mente. Se separó del otro incorporándose de la posición, mientras le dedicaba una coqueta sonrisa—. Chenle fue a visitar a su madre y Jisung lo acompañó, al parecer piensan pasar nuestros días libres allí. Estos días son todos para nosotros.

—¿Y Jeno?

De repente sintió unos labios en su nuca y unas fuertes manos apresando su pequeña cintura, dónde anteriormente el pelirrosa las tenía. Aunque esas eran otras manos.

—¿Me buscabas? —se oyó una tercera voz, y sabía muy bien a quién pertenecía.

—Jeno —lo nombró el chino dándose vuelta, encontrándose con el castaño susodicho, quién le regalaba una ligera sonrisa.

—¿Creías que ibas a ganar este juego, Renjun?

El nombrado sonrió de la misma manera que sus menores, demostrando confianza.

—Es obvio que voy a ganarlo, Lee.

Aún con esa sonrisa socarrona plasmada en su boca, estampó sus labios contra los impropios. Algo con lo que venía fantaseando hace bastantes años, podía asegurar.

Tomó al coreano mayor bruscamente de su remera, arrugándola un poco entre sus puños. Con toda la fuerza que pudo —ya que el menor era muchísimo más grande que él—, lo acorraló contra la pared más cercana. Sus bocas seguían luchando por mantener ese desordenado beso, ninguno de los dos quería dejarse vencer. Sus dientes chocaban al mismo tiempo que sus lenguas, formando chasquidos y ruidos obscenos que solamente hacían que el menor de todos sonriera burlónamente, y le dieran ganas de participar. Tal vez tocando la cintura de Renjun, o besando el cuello de Jeno.

Si él quería hacerlo, nadie se lo impediría.

Mientras sus mayores seguían con sus labios juntos como si sus vidas dependieran de ello, se acercó a ambos. Ellos parecieron no darse cuenta de su presencia, mejor así. Posicionó ambas manos a los costados del chino, esta vez con algo más de rudeza que antes, haciendo movimientos circulares con sus dedos, casi mimando la zona.

Exploró un poco con una de sus manos, acariciando allí, para luego dirigir su mano a la entrepierna de su mayor, y rozar su miembro por arriba de la tela de forma casi superficial, estremeciendo al aludido.
El rubio se separó abruptamente del beso para soltar un leve quejido, mientras sus pequeñas manos se posicionaban sobre los hombros de Jeno y enterraba allí sus uñas. No se lo vió venir, lo peor del caso era que las caricias se hacían cada vez más satisfactorias y solamente podía restregarse sobre la mano del menor de forma para nada avergonzada.

Jaemin sacó la mano de aquella zona, frustrando a Renjun, quién ansiaba más contacto por parte de su menor. Sin embargo, casi al instante sintió cómo una mano un poco más grande se posaba nuevamente allí, logrando hacerlo gemir de satisfacción. El de rosados cabellos se levantó ágilmente del suelo, y se posicionó tan rápido como pudo detrás de su novio, para comenzar a repartir besos húmedos por su cuello y nuca, haciéndolo suspirar.

—Vamos —indicó Lee, separándose de ambos chicos, tomando por sorpresa a su novio, y logrando unas protestas por parte de Renjun por haber abandonado nuevamente a su despierto miembro.

Fue raro, pero al mismo tiempo lindo cómo el mayor de los coreanos los guió a ambos por el oscuro departamento, ya que Jaemin se había encargado de apagar todas las luces del mismo. Los guió hacia la habitación de ambos, pensando por un momento que los llevaría hacia su propia habitación, nuevamente, le pareció lindo.
Le daba ternura la situación aunque supiera exactamente que pasaría a continuación, era extraño. Locuras de estar enamorado, suponía.

Jeno dejó caer al mayor de todos en la cama de Jaemin, dónde hace tan solo unos días atrás, había provocado al susodicho. Sonrió ante el recuerdo.
El castaño recorría la piel de su cuello con besos, colando sus frías y grandes manos por debajo de su delgada camisa. Renjun, entendiendo a qué iba, levantó ambos brazos para que el ajeno se deshiciera de esa estorbosa prenda.

Le llamó la atención que las caricias y besos de su menor ya no estuvieran dirigidos a él. Apenas tiró su camisa hacia cualquier rincón de la habitación, se lanzó a besar a su novio, quién estaba sentado junto a ellos. Era bastante estimulante ver a ambos compartir un candente beso, escuchar a Jaemin soltar pequeños jadeos en el mismo (ya que su novio se hallaba tocándolo por todos lados) y a Jeno decidido en hacerlo sentir bien.

Iba a llevar su diestra hacia su entrepierna para darse atención a sí mismo ante tal imagen, pero una grande y ya un poco conocida mano se lo impidió.

Vió a Lee sonreír en la oscuridad, se había separado del beso.

—¿Quién te dió permiso de hacer eso, bebé?

Bebé. Le había dicho bebé.

Sin embargo, no le permitió que sus neuronas hicieran sinapsis y pudieran procesar que el crush de toda su maldita adolescencia le hubiera dicho de esa manera, y en una situación cómo aquella. Claro que no.

Se acercó a él de nueva cuenta, acomodándose entre sus piernas, mientras el más bajo las abría lo más que podía para que tuviera el mejor acceso posible. Tocó su miembro, y podía jurar que se estaba burlando de él. De un momento para el otro, tenía a Na a su lado, dejando leves besos en su cuello. Se giró hacia él para poder distinguirlo entre toda esa oscuridad, pero apenas enfocó su vista, la perdió. El menor lo estaba besando nuevamente, dejándolo sin aire.

Jaemin se separó, y lo observó con malicia en su mirada.

—¿En serio crees que ganaste esto, Huang?

Ahora fue su turno de sonreír. Acercó una de sus manos al mentón ajeno, y lo atrajo hacia sí.

—Por supuesto que lo gané, hermoso —susurró divertido mientras sentía como Jeno comenzaba a masturbarlo—. Yo siempre obtengo lo que quiero.

game; norenminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora