dos: jaemin.

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Renjun no quería ni imaginarse cómo habrá solucionado Jeno la erección que él mismo provocó, seguramente la soportó un rato y cuándo tuvieron oportunidad, él y su novio hicieron algo para solucionarlo. O tal vez se masturbó pensando en él, eso nunca lo sabría. Pero basta de Jeno. Tendría otra oportunidad para molestarlo luego, ya se le ocurriría otra forma de atormentarlo, ahora era el turno de Jaemin.
No, no tenía idea de qué le depararía al pelirrosa. Eso no importaba, el chino era fanático de improvisar, actuar impulsivamente; hacer lo primero que se la pasara por la cabeza.

Ya una semana pasó desde el incidente de Jeno, pero Jaemin seguía en alerta. No cómo antes, pero sabía que no debían subestimar al rubio. Ellos sabían que causaban algo en Renjun, de la misma manera que él causaba algo en ellos.

Tenía entendido que Jeno fue a hacer las compras hacía ya un rato, no muchas cosas, solamente las suficientes para cenar esa noche. No tenía idea de qué estarían haciendo Chenle y Jisung, siempre estaban distraídos. Jugando a la consola, viendo alguna serie o película, o haciendo cosas de novios. Por supuesto que el único que sabía sobre eso era Huang.

Todo estaba en silencio, supo que ese era su momento de actuar. Atravesó el pasillo y se dirigió a la puerta de la habitación de sus dos menores, la cuál no quedaba tan lejos de la suya. Lo encontró a Jaemin jugando con su laptop; notó su presencia y ligeramente subió la vista para observarlo. Le levantó una ceja sugestivo.

—¿Ren? —inquirió, dudoso—. ¿Necesitabas algo? ¿Es sobre la letra de la canción que estabas escribiendo?

Era verdad. Renjun estaba escribiendo una canción, pero la había dejado de lado al darse cuenta que le faltaba algo. No sabía que era, se suponía que se trataba de un primer amor, un primer amor extraño que nadie se veía venir, no tenía idea de cómo continuarla.

—No Nana, no es sobre eso. Pero sí necesito algo.

—Pues pasa —le indicó—. Cierra la puerta y hablemos.

Renjun acató a lo que le pidió el contrario —planeaba hacerlo de todas formas, no podía permitir que Chenle o Sung los encontraran por error—, y se acercó al coreano.

—¿Puedo sentarme? —preguntó, a lo que el otro asintió, dudoso.

Pasaron unos segundos que al menor se le hicieron eternos. No sabía si era porque estaba nervioso, sin tener idea de lo que el chino haría a continuación, porque Jeno llegaría en cualquier momento, o porque Huang no dejaba de observarlo con mucha atención. Todas al mismo tiempo.

—¿Qué pasa? Tranquilo, no voy a morderte —Renjun arrastra las palabras con calma y sorna mezcladas, sonriendo burlonamente por el nerviosismo de su menor—. O tal vez sí.

El otro no supo cómo reaccionar cuándo de la nada tenía el menudo cuerpo del chico prácticamente sobre él, acorralándolo contra el respaldo de la cama. Seguramente, la noche anterior la pareja había tenido sexo en ese colchón y no podía importarle menos. Ese era su momento. Jaemin debía prestarle atención a él y a nadie más que a él.

—¿Qué haces? —pudo preguntar apenas, esforzándose por no tartamudear. Solamente con Jeno se permitía actuar de esa forma, no tenía sentido.

—¿Qué te parece que estoy haciendo? —le devolvió la pregunta sugestivamente, manteniendo la misma sonrisa que antes.

Na se quedó quieto, su cuerpo no reaccionaba. Se suponía que debía aprovechar la ventaja de ser más fuerte que su mayor, empujarlo de su cama y echarlo a patadas de su habitación. Pero no podía. ¿O no quería?

Jaemin chasqueó la lengua.

—¿Por qué? —atinó a cuestionarle, con el ceño fruncido—. ¿Por qué con él fue en frente de Jisung y conmigo a solas, con el riesgo de que nos descubran?

game; norenminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora